Alessandro Baricco: «Los estadios cumplen la misma función que cumplía el Coliseo»

Alessandro Baricco sostiene que para conocer un pueblo debes ver un partido de su deporte favorito, comer y visitar una de sus casas. El superventas italiano habla sobre rituales futbolísticos y cómo evitó que sus hijos se hicieran de la Roma.

Fotografía Lino Escuris

Patricia Peiró.- El fútbol en casa de Alessandro Baricco (Turín, 1958) sigue siendo un ritual masculino. Cuando se le hace notar que eso suena un poco al pasado él se encoge de hombros y sostiene: “Bueno, en mi familia sigue siendo una cosa de ‘maschi’. A ellas nunca les ha gustado”. En su entorno, cuando se habla de calcio se habla del Toro, o sea, del Torino. “Lo sigue mi abuelo, mi padre y ahora mis dos hijos. He conseguido evitar que en 10 años viviendo en Roma se hicieran de ese equipo, eso solo puede indicar que por su sangre solo está el Torino”, cuenta complacido.

El autor de ‘Seda y Novecento’ opina que el conflicto es la mejor oportunidad de inspiración para un creador. Esto incluye, por qué no, el enfrentamiento que supone el deporte y que permite al ser humano desfogarse al menos una vez a la semana. El valor del conflicto es parte de lo que enseña en el proyecto del que, asegura, está más orgulloso, la escuela Holden, que abrió en su ciudad natal. Sentado en una mesa arrinconada del hotel de Las Letras, en la Gran Vía madrileña, visita Madrid para promocionar su obra en la semana de La noche de los libros. Wikipedia asegura que odia conceder entrevistas y durante esta semana de promoción ha tenido que dar un buen puñado de ellas pero el fútbol supone una buena excusa para una charla con el escritor que rechazó convertirse en ministro de Cultura de su país. Él, que ha saboreado los éxitos y las críticas que conlleva ser un superventas, mantiene que para conocer verdaderamente un pueblo deber ir a disfrutar de un partido del deporte nacional, probar su comida y visitar sus casas.

Él, que ha saboreado los éxitos y las críticas que conlleva ser un superventas, mantiene que para conocer verdaderamente un pueblo deber ir a disfrutar de un partido del deporte nacional, probar su comida y visitar sus casas.

-¿Qué se diría de los italianos viendo su fútbol?
-El italiano es astuto. Nunca se comporta con ingenuidad. Si ve que eres débil por la izquierda va a tirar siempre por ese lado. Basta con ver a un equipo jugar para darte cuenta de que es una cultura diferente a la de brasileños, canadienses, chinos…

» BARICCO El autor italiano aprovechó su visita a Madrid para acudir al derby Real Madrid Barcelona en el Santiago Bernabéu.

Ir a los estadios italianos representa una operación de alto riesgo. Al comprar la entrada es necesario identificarse previamente y en la llegada al estadio, si eres visitante, la policía te escolta hasta tus asientos, que en algunos casos están protegidos por una cristalera. “Los estadios cumplen la misma función que la que cumplía el Coliseo. Tú me ves aquí civilizado pero cualquier fin de semana en el campo soy de los que piden la cabeza del árbitro”.
El extremo, aquellos a los que no les basta un día a la semana de desfogue son los ultras. La fiscalía italiana abrió en abril una investigación sobre la relación entre estos grupos y los clubes.

En un país en el que los brazos de la mafia se extienden por todos sus recovecos, la influencia mafiosa también ha llegado a las gradas ultras, según las sospechas de la policía. “Son una parte de nuestro cuerpo social. Expresan un malestar profundo, su modo de actuar es horrible y por supuesto no estoy orgulloso. Son el resultado de una ineducación. Pero nosotros no somos buenos y ellos malos, son una parte de nosotros”, defiende Baricco.

Baricco destaca el poder sedativo del deporte. Hace unos años Vanity Fair le encargó una lista con los cinco mejores lugares del mundo para pensar y tener ideas inteligentes sobre uno mismo y los demás y entre ellos estaba el estadio de Boca Juniors, en Buenos Aires

A pesar de todo esto, Baricco destaca el poder sedativo del deporte. Hace unos años Vanity Fair le encargó una lista con los cinco mejores lugares del mundo para pensar y tener ideas inteligentes sobre uno mismo y los demás y entre ellos estaba el estadio de Boca Juniors, en Buenos Aires. “Presenciar la quietud de ese campo de juego desolado me provoca una calma febril, esa sensación podría compararse con lo que me genera mirar a las personas que amo mientras duermen”, escribió en una serie de textos que el año pasado se convirtió en un pequeño libro.

«Presenciar la quietud de ese campo de juego desolado me provoca una calma febril, esa sensación podría compararse con lo que me genera mirar a las personas que amo mientras duermen», escribió en una serie de textos que el año pasado se convirtió en un pequeño libro.

Junto a otros colegas de la pluma fundó hace casi 20 años la selección de los escritores y hasta hoy se mantiene una liga internacional en la que participan conjuntos ingleses, daneses, suecos, israelíes, alemanes y húngaros. Baricco acabó por lesionarse la rodilla y abandonar su posición en el centro del campo. “El nivel era tan bajo que yo era el 10 del equipo”, se ríe.

El primer recuerdo futbolístico de Alessandro Baricco es una semifinal tan soporífera que ahora la tacha de “partiducho”, pero en aquella época se veía tan poco fútbol que uno “tendía a mitificar”. Fue entre Italia y Alemania en el mundial de México 70, un encuentro en el que todo se decidió en el tiempo de descuento. El pequeño Baricco dormía ya, pero su abuelo lo despertó para tener a alguien con el que compartir ese momento único (su equipo perdería en la final contra Brasil). Hoy relativiza ese recuerdo: “Cualquier fin de semana hoy en día hay un partido más interesante”. •