25 años de la Bomba Inteligente de Roberto Carlos

En la radio sonaba ‘Wanabee’ de Spice Girls, se jugaba con el Etrusco Unico y las mangas sobrepasaban los codos con amplitud. Uno de los iconos de hace 25 años fue la curva del gol de Roberto Carlos a Francia en 1997. El gran lateral, el mejor 3 de siempre según la FIFA, explica en su domicilio de Madrid, cómo lo hizo.

Juan Gato.- El lugar pasó desapercibido. Incluso el resultado final. Cuesta recordar las formaciones de Aimé Jacquet y Mario Zagallo en aquel encuentro. Muchos desconocen qué certamen permitió aquel instante que pasó a la historia. Sin embargo, la parábola imposible que trazó aquel balón Etrusco impulsado con una potencia inusitada por un prodigio brasileño zurdo permanece inalterable en la retina. Zidane y Ronaldo, entre otros, levantaron acta sobre el césped del Stade de Gerland en Lyon mientras 28.000 privilegiados en la grada se estremecían al ver cómo Roberto Carlos armó aquella ‘bomba inteligente’ que aún hoy, 20 años después, sigue asombrando al orbe futbolístico.

“Todo me salió bien. El viento, la distancia, el balón, la potencia, la bota… todo ayudó”, explica con aparente simpleza quien armó aquel misil imparable. Un obús activado desde 35 metros de distancia que sorteó en su vuelo la barrera de cuatro defensores galos y ante el que nada pudo hacer un perplejo Barthez. Aquella obra de arte no ha podido ser igualada, aunque el hecho en sí le parezca a su autor algo trivial. Incluso, cotidiano. 

«Todo me salió bien. El viento, la distancia, el balón, la potencia, la bota… todo ayudó”, explica con aparente simpleza quien armó aquel misil imparable.»

No en vano, Roberto Carlos exhibió desde muy joven sus extraordinarias cualidades. Las faltas fueron su especialidad ya en su Brasil natal. Palmeiras, sobre todo, disfrutó de su particular sello. Esa potencia obtuvo el reconocimiento europeo nada más saltar el charco y recalar en las filas del Inter. Sin embargo, San Siro lo disfrutó sólo un año. La repercusión mundial llegó al fichar por el Real Madrid de la mano de Fabio Capello. Al mismo tiempo, el heredero de los cañoneros brasileños deslumbraba en una canarinha que desbordaba fantasía.

HISTÓRICO» El inicio de la parábola imposible. 

El 3 del Real Madrid, pero en la selección con el 6 a la espalda (el número del lateral izquierdo en Brasil). Aquella zurda de largo recorrido y una pegada descomunal todavía hace gala hoy de esas portentosas cualidades. “Hace unas fechas decidimos probar mi potencia de tiro en un ensayo con la firma Mizuno. El radar colocado detrás de la portería recogió una velocidad de 136 km/h”, dice sonriendo. “El gol a la selección gala, en cambio, en el ‘Tournoi de France’ previo al Mundial de 1998 logró alcanzar sólo los 108 km/h…”, añade sin inmutarse ahora que han transcurrido esos veinte años. 

Roberto Carlos trabaja hoy en día para el Real Madrid mientras alterna partidos y entrenamientos con los veteranos blancos sin dejar de atender compromisos internacionales por medio mundo. Se detuvo con Líbero para una charla repleta de recuerdos y experiencias con motivo de aquel gol imposible que propició hasta estudios científicos que trataron de resolver el efecto aplicado al balón.

“Fue un gol maravilloso”, admite sin buscar demasiadas explicaciones a lo sucedido aunque hay razones que confluyeron para fabricar esa ‘bomba inteligente’: “El balón, era aquel, el Etrusco; que apenas pesaba. Pensé que si lo golpeaba desde cerca iría justo a las manos del portero. Por eso, decidí coger más distancia. Unos pasos más atrás para la carrerilla. Luego la golpeé con el exterior, por fuera de la barrera y trazó esa curva imparable”.

En su dilatada etapa en las filas del Real Madrid, Roberto Carlos fabricó selectos goles de falta, todos excepcionales por su extraordinaria potencia que se convertía imparable para los porteros. Prats (Betis) o Dutruel (Celta) lo pudieron comprobar en el estreno del brasileño en la Liga (96-97). O Arnau, que sigue asombrado aún por el trallazo con el que perforó Roberto Carlos la portería del Barça una fría noche de febrero hace 17 años en un Santiago Bernabéu repleto. Su legado deja, asimismo, otros golazos como uno memorable al Tenerife en 1998 casi desde el córner en un centro que adquirió un efecto imposible… Todos espectaculares. Inimitables.

Aquel gol único además tuvo precedentes. Roberto Carlos rememoró otras ‘bombas inteligentes’ rescatándolas de su archivo personal o activando YouTube para mostrar cómo asombró con un zambombazo en un Palmeiras-Gremio de la Copa Libertadores. “Ese fue desde mucho más lejos, casi desde el centro del campo. Mucha más distancia a la portería. Entonces estaba un poco loco a mis 19 añitos…”, se carcajea.

La otra maravilla al que se refiere es un obús en una goleada del Inter al Torino en un partido del Calcio. El estruendo que provocó su disparo retumba todavía en el vetusto San Siro. “Ese gol fue buenísimo”, comenta mientras lo vuelve a visualizar: “En ese lanzamiento solamente di tres pasos para golpear a la pelota”. La bomba destrozó la red.

MADRID» Retrato en su casa para la portada de Libero. Foto. Jerónimo Álvarez

Roberto Carlos descubre más secretos que fabricaron su ‘bomba inteligente’. El trabajo. La dedicación. Infinidad de ensayos. “Para que lo entiendan los niños, todo esto requiere muchas horas de entrenamiento. No todo son las condiciones que uno tiene. Hay aspectos que deben trabajarse”, afirma el que, según la FIFA, ha sido el mejor lateral izquierdo del mundo

Hay por supuesto unos referentes en esta especie única de futbolistas. Existe además una legendaria y exclusiva escuela de tiradores de falta brasileños de la que forma parte ocupando un alto escalafón. Ahí aparece su primera referencia. “Yo vi muchos vídeos de Nelinho. Disparaba con una enorme colocación”, dice Roberto Carlos recordando con especial detalle a aquel lateral derecho del Cruzeiro cuyo misil en un Brasil-Italia del Mundial de Argentina 78 dio la vuelta al mundo.

Claro que compartir sesiones con otros cañoneros como Eder y Branco le permitió crecer y perfeccionar su estilo. «Entrenábamos mucho. Sobre todo con ellos dos. Fui suplente de Branco en la selección hasta que luego me quedé yo»

Claro que compartir sesiones con otros cañoneros como Eder y Branco le permitió crecer y perfeccionar su estilo. “Entrenábamos mucho. Sobre todo con ellos dos. Fui suplente de Branco en la selección hasta que luego me quedé yo”, dice con admiración de sus compatriotas: ”Eder era absoluta potencia en la pegada. Branco alternaba potencia con colocación y lo mío era potencia natural… y mi gran calidad (risas)”.

Su sonrisa es permanente. Rasgo que le define. Y, por supuesto, mantiene durante toda la entrevista que se convierte en un ir y venir de bromas entre los recuerdos sobre el motivo que provoca el encuentro con Líbero. Pese al calor tórrido de Madrid, el césped a la sombra de la terraza en su domicilio de La Moraleja permite un diálogo fresco al que asisten varios testigos. Una de sus hijas, enfundada en la camiseta del Real Madrid, revolotea con una pelota dando guerra junto a dos perritos que se enredan con Roberto Carlos. “No paran quietos”, dice sin perder hilo a la entrevista a la vez que elige ropa que un amigo le acaba de traer. La ‘bomba inteligente’ y las numerosas peripecias de futbolista y periodista en aquellos años de títulos e información del equipo madridista provocan una interminable catarata de recuerdos y buenos momentos. Las carcajadas alteran la siesta de su suegro recostado en el sofá del salón mientras la ‘nani’ acuna al bebé.

Ese carácter entrañable dentro y fuera del terreno de juego pese a su violencia que empleaba en el golpeo de faltas le permitió ganarse la admiración de rivales y compañeros. Así le elogió en aquel entonces Ronaldinho: “Valdría la pena tener a Roberto Carlos en cualquier equipo por su capacidad para tirar faltas... pero además de ser uno de los mejores tiradores de todos los tiempos, resulta que también es uno de los mejores laterales de todos los tiempos".


SERIO» Retrato inusual, Roberto Carlos sin reír. Foto. Jerónimo Álvarez.

Otro factor clave en el gol a Francia que intervino en la fabulosa pegada de Roberto Carlos es su pié. Una talla pequeña que calzaba una bota especial. “Entonces llevaba unas botas Umbro que además eran especiales para mí porque la firma me las hacía a medida. Pero a la vez yo acostumbraba a calzármela muy, muy justa. Sentía el pie mucho más compacto para el golpeo”. Después llegaría una evolución en los materiales del calzado y, claro está, un cambio de marca (Nike) con enorme mejora económica para el cotizado futbolista.

Roberto Carlos aplicaba tal contundencia a su golpeo gracias al descomunal perímetro de su muslo (66 cms.) lo que además le convertía en un velocísimo carrilero que acreditó 10.9 segundos en los 100 metros lisos. Ahí es nada. Todo ello sumado a una extraña, pero fundamental condición: la ausencia de lesiones y cirugía en sus extremidades a lo largo de su carrera: “Nunca me quedaba fuera del equipo por una lesión, nunca. Recuerdo que en mi paso por el Madrid me perdí un partido o dos por tarjetas, pero jugaba todo. Fue García Remón quien decidió dejarme fuera del once porque decía que me encontraba cansado…”, rememora aún extrañado y mosqueado por aquella decisión del técnico blanco: “Jugó Raúl Bravo por mí. El equipo perdía ante el Athletic 2-0, entonces me mandó calentar. Entré al campo y remontamos”. No hubo necesidad de ampliar su repertorio de faltas en aquellas circunstancias aunque la prodigiosa zurda del mejor lateral del mundo dejara su inconfundible marca en el antiguo San Mamés. •