48 horas jugando a ser Busquets preparando la Eurocopa

Adidas y Futbol Emotion tuvieron la temeridad de invitar a Líbero a un simulacro de concentración profesional. Dos días llevando la vida de un jugador de la selección en las instalaciones de la Federación en Las Rozas. Aquí, el resultado.

Diego Barcala.- Pretexto. 35 años, estado de forma razonable, no fumador, frustración por no ser futbolista: a tope. Los amigos de Futbol Emotion nos mandan una invitación para vivir dos días en la sede de la Federación de Fútbol en Las Rozas con partido incluido. "¿Se juega en el Bernabéu?" No, me temo que no. Da igual, jugar al fútbol siempre es el mejor plan.


DÍA 1

13.00 Bienvenida y recepción.

Llegada a la concentración. Recorrido por el parking donde tantas veces hemos visto a los debutantes de la selección atender a la prensa. Menos gomina, camisetas imposibles y zapatillas de colores entre los 22 invitados, en su mayoría clientes de Futbol Emotion que han ganado un concurso y algunos youtubers. Es decir, jóvenes de entre 18 y 25 años. A simple vista, malas noticias. Cualquier treintañero conoce la sensación de ir a jugar una pachanga y ver frente a ti a seres humanos con un 75% menos de alcohol y grasas de las que has proporcionado a tu castigado cuerpo. Menos mal que Fernando Ortiz y Pedro Mayo, las caras visibles de YouTube de Futbol Emotion, se fían de que no voy a hacer el ridículo.

Cada uno a su habitación a revisar el material y bajada al hall a comer. “En la habitación tenéis las instrucciones de la ropa que hay que llevar”. Primera metedura de pata. Bajo a la recepción y me encuentro a 20 tipos vestidos de la selección española y yo de blanco. O mi madridismo es patológico o realmente estoy fuera de juego en este evento. Adidas nos surte al completo: camisetas, chándal, zapatillas y las botas de Messi. Por más que busco, no encuentro los cordones. Son sin cordones. Bajando a la recepción me da un vuelco al corazón. Desde la ventana veo a Raúl, vestido de rojo selección, hablando por teléfono. Se confirma mi patología porque se me pasa por la cabeza que se está preparando a escondidas para Rusia 2018. Rollo Maradona antes del 94 cuando hizo un retiro para llegar en forma a EEUU. Enseguida recuerdo que la generación de Xavi, Raúl, Xabi Alonso, Valdés… está sacándose el carné de entrenador esos días en Las Rozas. 

14.00 Comida

Primera sensación de que la cosa va en serio. Pasta, ensalada, cerdo a la plancha… Ni rastro de coca cola. Ni hablar de una cerveza. Decido sentarme en la mesa de los mayores. De hecho, si no soy el más viejo, por ahí ando. A mi lado, el mister. Luis Cembranos. Debo de ser el único de los presentes que le recuerda como jugador pero como disciplinado pupilo me abstengo de decírselo. Me sorprende que tenga acento asturiano o parecido. De hecho, igual estoy nublado por la actualidad política del Procés pero creo recordar que la prensa catalana le llamaba “Lluis” cuando debutó en el Barça de Cruyff. Me explica que está entrenando al Rayo B y que va bien la temporada.

Me habría comido medio kilo de espaguetis más, pero pensando en dar la talla decido contenerme. Un platito de pasta, ¡sin tomate! Un drama. De hecho, comentamos en la mesa las declaraciones de Cassano en las que recordaba pedir bandejas de bollos con chocolate en las concentraciones en Madrid.

16.00 Entrenamiento

Momento de probar las botas Adidas Nemeziz de Messi. Problema. No soy Messi. Eso vale, pero sospecho que mi pie no se parece en nada al suyo. Además de tener algo más parecido a una pezuña que a un pie humano creo que me han dado un número menos. Me aprietan por todas partes hasta que decido quitarle la plantilla. Más vale una ampollita que no poder hacer los ejercicios de Víctor Paredes, el preparador físico del Rayo Vallecano, que dirige el entreno a las órdenes de Cembranos. Es un motivador de los buenos. Me explico. Supongo que habrá más gente que siente lo mismo que yo cuando escucha a alguien dar una charla en público motivadora. Una mezcla de vergüenza ajena y cinismo. Siempre me viene la misma escena a la cabeza:

-¿De dónde eres recluta?

-De Texas señor

-¿De Tejas recluta cowboy? En Tejas solo hay vacas y maricones y tú no te pareces mucho a una vaca.

Pues Paredes es un fenómeno. “Venid, más juntos, más juntos, más todavía… ¿Por qué hacemos esto? Porque así vamos a jugar. Al menos en defensa, luego en ataque nos separaremos, pero en defensa seremos un equipo unido”. A mí me hacen esas cosas y me las creo.

El entrenamiento nos mide la velocidad, resistencia, cambio de ritmo… Todo gracias a un chaleco con un gps en la espalda. Le pregunto a Paredes una de esas dudas existenciales de lector de prensa deportiva ¿Cómo es posible que haya jugadores que se pongan esta horterada por encima de la camiseta? “Muy sencillo. Publicidad. Le pido a mis jugadores que alguno enseñe la marca, así les puedo pedir más chalecos gratis”. Y yo pensando que era para marcar musculitos… Por si acaso, me hago una foto con el chaleco sin camiseta y se la mando a mi equipo de fútbol. “¡Mete tripa por dios!”, es el comentario más suave que recibo.

El entrenamiento va bien. Al menos en el plano futbolístico. Nivel medio bajo. Estos milenial están en forma pero les falta fútbol por todas partes, pienso optimista. Jugamos un rondo gigante de 22 jugadores con tres en el medio y consigo evitar el centro con soltura. Como no puedo evitar ser un patético futbolista frustrado creo que el mister Cembranos ha apreciado que tengo toque y me perdonará los resultados de las pruebas físicas. Mi velocidad máxima: 23 Km/h. Recuerdo un gráfico de Bale alcanzando 46 km/h.

19.30 Charla de Adidas

Duchados y con el tercer look del día, ahora lo llaman outfit, nos reunimos para una charla de botas. Un responsable de la marca alemana nos explica las particularidades de cada modelo y cómo eligen a los jugadores llevar unas botas u otras. Las Nemeziz que llevo yo son para futbolistas habilidosos. Por eso tienen tacos irregulares que facilitan los cambios de dirección. Sin duda, mi modelo es Predator, futbolistas seguros, defensas, aprecio por el toque más que por el regate. Es una manera elegante de reconocer que soy una furgoneta con piernas.

Nos cuentan algunas anécdotas como que Messi exige llevar cordones aunque su modelo es sin ellos. Y que incluso añadió un taco en mitad de la bota que le ayuda a girar. Ojalá fuera tan sencillo como poner un taco más. Entre los más veteranos del grupo reconocemos nuestro amor incondicional por las Copa Mundial, el mítico modelo de piel de canguro de Adidas. “Ya, pero lo que mola este color”, explica el portavoz de la marca.

20.30 Charla prepartido

Llegó la hora estelar como representante de Líbero. El evento coincide con el concierto de Sidonie en la sala El Sol de Madrid. Entradas compradas desde hace meses. Los amigos de Futbol Emotion entienden que me abstenga de dormir en Las Rozas y les digo que alguien tiene que interpretar el papel de díscolo para que la experiencia sea profesional. Recuerdo la anécdota de Menotti y Houseman en Huracán en los años 70. El jugador pedía permiso al entrenador para irse de las concentraciones para asuntos personales y Menotti se enteró de que Houseman se iba a jugar con los amigos de su barrio partidos por apuestas. Decidido a atajar el asunto, Menotti se fue a la villa dispuesto a llevarse a Houseman de las orejas cuando se encontró al mítico extremo sentado en el banquillo:

Menotti: René, ¿Qué hacés acá?

Houseman: ¿Vos viste cómo juega el wing?

Miro a la entrada de la Sala El Sol. Cembranos no ha venido a buscarme para llamarme al orden. Me voy a dormir con 6 cervezas. Miro el planning del día siguiente: nutricionista y pruebas biométricas. Van a flipar.

DÍA 2

09.30 Desayuno

Llego al hotel y abro mi habitación. Me cambio y bajo a desayunar. Me imagino cuántos futbolístas crápulas habrán hecho lo mismo. Llegar por la mañana y simular que han dormido 8 horas en la habitación. “Claro que salgo ahora. Es que tengo 20 años. No me veo saliendo de fiesta con 50”. Guti dixit. Pregunto si me he perdido algo y me alertan de que ya están hechas las alineaciones. El mister no me falla. Mediocentro. Respiro aliviado. No me veía con la resaquita de lateral.

11.00 Fisioterapia, pruebas médicas y charla del nutricionista

Tres fisioterapeutas atienden los caprichos de cada uno durante 15 minutos. Aprovecho y pido en mi turno que me miren el tobillo izquierdo. El fisio mueve y mueve el pie con cara de preocupado. “Relaja”, me insiste. “Pero relaja hombre, no hagas fuerza”, insiste. Le digo que estoy medio dormido pero no se lo cree. No le encaja que mi tobillo gire menos que una excavadora. Me recomienda unos ejercicios de movilidad y me practica unos estiramientos. La verdad es que salgo como nuevo de la camilla. Aquí sí que se nota que el cuidado muscular de un futbolista es otro mundo. Una recuperación de este tipo puede hacer milagros. No sé si tanta magia como la de los ciclistas profesionales pero sí parece lógico que una sesión pospartido pueda recuperar parcialmente a un jugador de domingo a miércoles. 

fisio futbol

El nutricionista David Jiménez que trabajó a las órdenes de Simeone en el Atlético de Madrid hasta la temporada pasada, me mide la grasa corporal. Resultado: 16. “Está bien, no te preocupes”. Después me entero de que Cristiano Ronaldo tiene 9. “Por debajo de 10 no es recomendable”, explican. Durante 20 minutos repasamos la nutrición de un futbolista profesional. Y aparecen anécdotas curiosas. Futbolistas como Agüero, pura potencia, comen mucha más proteína que un lateral. Las pizzas que aparecen en los vestuarios tras los partidos son elaboradas por el propio equipo de nutrición del equipo. Nada de pedir por teléfono. Hay que comer tres horas antes del partidos y lo más importante, no dejar de beber agua. Pienso en las cervezas y pregunto qué pasa con el alcohol y el deporte. Que te deshidrata, por eso es lo primero que se prohibe. Vamos bien.

14.00 Charla y partido

Me toca en el equipo de Luis Cembranos. Me siento titular. Soy así de pretencioso. Tengo unas ampollas terribles del entrenamiento del día anterior. Las uñas encogidas y siento que voy a perder mi último tren al profesionalismo. Insisto, soy idiota perdido y me tomo el partido como un sueño en que Cembranos, a mis 35 años me va a fichar para el Rayo B. Mis compañeros de equipo deciden jugar con la camiseta roja de la selección. Como futbolista profesional de las pachangas me siento un poco disfrazado con ella. Soy más de camiseta de algodón de PRYCA, pero me dejo llevar. Hasta me uno a la piña en el vestuario: “Un, dos, tres, ¡ganar!”. Menos mal que nadie propone un padre muestro. Me da tiempo a comentar con Cembranos las camisetas de los 90, con mangas bajo los codos y de tallas XXXXL.

Cembranos Espanyol

Saltamos a calentar al campo y un compañero me debe ver tal cara de sufrimiento que me ofrece cambiarme las botas. Me las pruebo y mis uñas, ya negras, respiran. Recupero la moral al instante. Me están un poco grandes pero al menos puedo trotar sin dolor. Aún sin ser de mi talla, la calidad de las botas se nota. Es como si el balón saliera con más precisión del pie. Será sugestión, pero siento de verdad que la pelota me obedece mejor que con mis viejas botas que arrastran cuatro temporadas.

 

Empieza el partido, dos recuperaciones, un par de pases buenos y metemos un gol. Obedezco al dedillo todo lo que pide el míster. No arriesgar, pases en corto, salir con la pelota jugada… Soy su prolongación en el campo. Me doy vergüenza de mí mismo por pensar así. “A ver Diego, tienes 35 años”. Me da igual. El fútbol es el deporte más divertido del mundo. Y me encanta. Disfruto dando un pase absolutamente innecesario de banda a banda solo porque le cae en el pie a mi compañero. Con eso me basta para sentirme realizado. Y encima ganamos. Me falta hasta pedirle a mi portero que pierda tiempo para conservar el 1-0. Recuerdo esa capacidad incomparable del fútbol para teletransportarte a la infancia.

Fin del partido. Me quito las botas. Tengo el calcetín ensangrentado pero he pasado 50 minutos feliz. Le doy la mano a todo el mundo. El mister viene: “Buen partido Diego”. Pienso: solo un futbolista internacional sabe identificar cuando alguien se ha exprimido en el campo. Me acuerdo de cada una de las cervezas de la noche anterior con Sidonie. Ducha y vuelta a la rutina. Miro el móvil. En lugar de felicitaciones en Twitter por la victoria encuentro 15 mails sin responder en el buzón de Líbero.