Abrochándose los últimos botones de la camisa y con cierta prisa, Aritz Aduriz (Donostia 1981) sale el último por la puerta por la que cada día entran los 25 jugadores del Athletic Club al interior de Lezama. Le esperan cinco o seis aficionados que han aguantado incansables más de una hora mientras el delantero realizaba un entrenamiento individualizado para fortalecer su ligamento cruzado, que esta temporada le ha hecho pasar sus momentos más duros. Firma, se atusa el pelo un par de veces y se muestra dispuesto a la conversación. A continuación, 60 minutos de una entretenida charla en la que repasa su carrera, sus motivaciones y miedos, sentado en un pequeño banco del bar de las instalaciones deportivas rojiblancas, donde cada fin de semana decenas de padres y niños repasan el partido del “chaval” comiendo un 'pintxo' y soñando con parecerse a Adu.
Porque Aritz es el último gran ídolo rojiblanco, aunque a él le cueste escucharlo e insista en que “es injusto” que los delanteros ocupen portadas y se les trate diferente. Pero la realidad es que se ha ganado el cariño de la afición bilbaína y el respeto del mundo futbolístico por ser lo más parecido a Benjamin Button. Acaba de renovar, jugará hasta los 39 años, pero es consciente de que su final se acerca. Y lo único que tiene claro es que cuando se vaya quiere hacerlo como llegó: “Sin hacer ruido”. “Nunca voy a necesitar homenajes, he tenido mil. Tendría que hacer yo un homenaje a la gente por todo lo que me han dado”.
*Texto Patxo de la Rica Fotografía David Herranz
Acabas de finalizar tu decimoséptima temporada como profesional, tienes 38 años y has renovado. La primera pregunta es obligada: ¿Cómo estás físicamente?
Con muchos altibajos, ha sido un año duro a nivel personal. Probablemente el más duro de mi carrera. No tanto por la duda de si seguir o no, siendo consciente de que el final está cada vez más cerca, sino porque me he lesionado más que en toda mi carrera junta; primero dos meses del isquio y después el ligamento cruzado de la rodilla parcialmente roto. Me fue muy difícil arrancar y ha sido muy dura esa frustración de no estar bien.
Se ha hablado durante todo el año de tu renovación y la sensación es de que no lo tenías nada claro. ¿Eran dudas mentales o físicas?
Por todo. Pero creo que es más físico que mental; mentalmente sigo disfrutando mucho. Aunque también creo que va muy relacionado porque cuando físicamente estás más o menos bien puedes disfrutar más de todo porque ves que el entrenamiento no te supone una carga. Cuando no estás bien físicamente, los días sí son una carga importante porque sabes que va a haber momentos en los que vas a tener que sufrir.
Dices que mentalmente estás bien, cuando aguantar tantos años con esta presión parece lo más complicado. ¿Qué motivaciones te llevan a querer seguir jugando?
Tengo mil motivaciones. El problema no es ese, porque de verdad que tengo mil motivaciones con el Athletic, o mías individuales a nivel de club o pequeños logros que puedes llegar a cumplir. El simple hecho de meter un gol en San Mamés es una motivación tan grande que ya es suficiente.
¿Competir, como tal, también es una motivación?
A todos los que estamos al máximo nivel nos gusta competir, o al menos es muy raro encontrar jugadores que entrenando no disfruten o que sean pasotas. Es muy difícil pasar de entrenar sin ganas a competir al 100 %, aunque hay casos. Pero la norma general, y yo me meto en ese grupo, es que nos gusta competir y ganar cada ejercicio de cada entrenamiento. Y eso es lo que también te motiva y te hace seguir en la alta competición.
En tu caso casi parece que te gusta más competir que el fútbol.
La competición en sí me pone cachondo… Me pone. De pequeño competía en esquí de fondo y disfrutaba, pero el balón es lo que más me ha gustado desde pequeñito. A mis aitas no les gustaba el fútbol pero por lo que sea yo solo quería el balón. Es lo que me hacía feliz y he crecido alrededor de esa felicidad. Y hoy en día sigo jugando porque el fútbol me sigue haciendo feliz, simple y llanamente. Además, creo que me siento mucho más realizado en un deporte colectivo que en uno individual. El compartir esas experiencias en grupo, poder disfrutar las alegrías o superar las frustraciones con tus compañeros hace que todo sea mejor, compensa mucho más todo.
LEZAMA Aduriz posa junto al arco del viejo San Mamés que fue desplazado a la mítica Ciudad Deportiva del Athletic Club.
El paso a ser exjugador parece muy duro.
Evidentemente da vértigo irse. Creo que todos tenemos ese miedo de pasar a una vida desconocida porque llevamos desde pequeños haciendo lo mismo, con una rutina diaria, con 25 tíos todos los días alrededor… Creo que cuando lo deje lo que más echaré en falta es esa rutina con los compañeros y seguro que sentiré un vacío. Pero también llevo muchos años en esto y he dejado a muchas personas de lado con las que me apetece reencontrarme.
Hablas del deporte colectivo y de la rutina del vestuario. Este año te ha tocado sumar desde un lugar desconocido, iniciando casi siempre desde el banquillo. ¿Cómo mastica eso un jugador como tú?
Cuando jugaba siempre agradecía que hubiese alguien de mi misma posición con la mejor cara y entrenando lo mejor posible, y ahora me acuerdo mucho de esos compañeros que tuve e intento hacer lo mismo. Voy un poco a lo que decía antes, esto es formar parte de un grupo, de un colectivo y saber dónde aportas más en cada momento.
Esta temporada también ha servido para que nazca el penalti a lo Aduriz o para que seas el primer jugador en poner publicidad en tus botas. Eso dice algo de ti.
Todos tenemos inquietudes y yo intento darle una vuelta de tuerca siempre a las cosas. El ser humano está en constante cambio y si te acomodas y haces siempre lo mismo no evolucionas. Esas inquietudes y esa búsqueda derivan en tirar el penalti de una forma que nunca se había hecho, o en una forma innovadora de meter publicidad en el fútbol… Me hace ilusión innovar, me gusta.
¿En esa constante evolución dónde queda una filosofía como la del Athletic? Parece como si la sociedad fuese en una dirección y el club en otra.
Es difícil hoy en día hacer esa reflexión. Todo socio y todo aficionado debería reflexionar hacia dónde vamos como sociedad y hacia dónde va el Athletic. Las redes sociales lo han cambiado todo, hoy es todo instantáneo, hemos perdido la paciencia y lo queremos todo ya, porque si no es así no nos vale. Y el Athletic es todo lo contrario. Además, el dinero y el negocio es lo que prima en el fútbol actual… y aquí no queremos hacer negocio. Aquí lo que queremos es mantener una filosofía, mantener un equipo diferente y competir contra todo el mundo con esos valores y con esa idiosincrasia.
Este año llegó a haber debate en Bilbao sobre la filosofía, aunque los resultados finalmente lo acallaron. ¿En qué postura te sientes más cómodo?
Me parece que el debate es lícito, pero… uf. El Athletic es lo que es y crea este sentimiento en la gente por la manera en que entiende su filosofía. Si se pierde eso creo que se perdería casi todo. Eso no quita para que haya que hacer una reflexión profunda, porque para poder seguir manteniendo la filosofía todos tendríamos que tener un poquito más de paciencia y entender la dificultad que tiene este reto.
¿Cómo ves el futuro del club?
Va a ser complicado porque el Athletic tiene mucho menos mercado que antaño porque la natalidad en Euskal Herria ha descendido una barbaridad, mucho más que en otros sitios. Cada vez somos menos y por tanto cada vez va a ser más difícil competir. Quizá en un momento dado podría haber algún debate para adaptar ciertas reglas de juego, algo que también se ha hecho a lo largo de la historia del Athletic y ha valido. No sé en qué sentido, ni cómo, quizá los hijos de vasco podrían servir… No lo sé, pero lo que tengo claro es que el Athletic siempre va a ser más fuerte con filosofía que sin filosofía.
Me imagino que al mismo ritmo que cambia la sociedad cambian los vestuarios.
El vestuario al que yo llegué y el de ahora no tienen nada que ver, es otro mundo. Es así porque en los últimos diez o quince años la sociedad aquí ha cambiado mucho. Hace diez años no había redes sociales y hace quince no había casi internet, mientras que ahora vivimos en un mundo global mucho más abierto. Y cuando amplías tanto los horizontes es normal que al final se vayan perdiendo tradiciones que aquí han perdurado durante mucho tiempo. Por eso creo que en mi generación nos parecemos mucho más a nuestros abuelos o a nuestros padres que los jóvenes de hoy en día a sus padres.
¿Te da miedo que los jóvenes de hoy en día, por esos horizontes que hablas, no tengan el sentimiento Athletic?
Yo quiero creer que hay sentimiento y que la gente joven cree que este club es diferente. Este año se ha demostrado que en los malos momentos nos juntamos y vamos para adelante como sea. Lo he sentido este año, he sentido algo similar a lo que sentí hace años con el bienio negro (las temporadas 2005-2006 y 2006-2007 en las que los rojiblancos rozaron el descenso), con un grupo y una afición que se une para salir de los malos momentos. Y quiero creer que en las categorías inferiores también hay ese sentimiento Athletic todavía.
A ti se te pone de ejemplo en cuanto a sentimiento porque tuviste que salir dos veces del club y siempre volviste cuando se te llamó de nuevo. ¿Nunca tuviste rencor por tener que irte?
No voy a negar que me jodiera muchísimo tener que salir de donde más realizado me siento. Pero siempre he vuelto porque aquí es donde me siento identificado, me siento mucho más realizado conmigo mismo peleando por estos valores y por esta forma de hacer las cosas. Y es paradójico porque probablemente mi vida ha sido mejor y me he divertido más jugando fuera de Bilbao, de una forma más despreocupada y tranquila.
¿Por qué?
Aquí siento mucha más responsabilidad y las derrotas se sufren mucho más que en otro sitios en los que juegas y, simplemente, ganas o pierdes. Por ejemplo aquí, o al menos en mi caso y en el de algunos compañeros con los que lo he hablado, lo más temido es estar en el póster de la temporada en la que el Athletic descienda.
¿Ese miedo o esa responsabilidad puede llegar a ser contraproducente?
En la etapa del Toto Berizzo daba la sensación de que los nervios no os dejaban alcanzar un buen nivel.
Se juntaron bastantes cosas y una es esa. Porque es un estilo de juego extremo, en el que o vas con todo bajo cualquier circunstancia y en todos los momentos del partido y de la temporada, o en el momento que falla algo es como un castillo de naipes. Se cae abajo entero. Es una forma difícil de jugar, pero creo que también se juntaron otras cosas que hicieron que esa idea no funcionara. Y no quiere decir que esa idea sea mala.
Lo de Gaizka Garitano en cambio ha sido como volver a los orígenes del Athletic.
Gaizka lo que hizo es intentar ordenar todo y dio totalmente con la tecla porque nos llenó de confianza, que la necesitábamos. Ha salido muy bien porque salir de una situación de descenso a intentar entrar en Europa y estar muy cerca de conseguirlo tiene mucho mérito. Se debate sobre el juego… ¿Nosotros jugamos mal? Los números dicen que no jugamos mal.
¿Qué es jugar bien o mal al fútbol?
Para mí jugar bien al fútbol es tener muchas más ocasiones que el rival. Luego el debate es la fórmula que cada uno utiliza para tener más ocasiones, que puede ser concediendo pocas como el Getafe o el Valencia, o buscando tener muchas como puede ser el estilo de Paco Jémez o Quique Setién. Yo creo que en un momento determinado del partido puede ser de una forma y en otro momento de otra forma, o contra un rival de una forma y contra otro rival de otra forma. Eso creo yo que es jugar bien al fútbol: adaptarse.
«Para mí jugar bien al fútbol es tener muchas más ocasiones que el rival. Luego el debate es la fórmula que cada uno utiliza para tener más ocasiones, que puede ser concediendo pocas como el Getafe o el Valencia, o buscando tener muchas como puede ser el estilo de Paco Jémez o Quique Setién.»
Durante tu carrera has tenido muchos y buenos entrenadores. ¿Qué te dice el nombre de Unai Emery?
Precisamente creo que el éxito de Emery es que ha sabido adaptarse, porque empezó con un estilo de juego muy alegre, queriendo salir jugando siempre el balón y después se ha ido equilibrando y adaptando a los equipos que ha tenido. En el Sevilla, por ejemplo, creo que era más defensivo, entre comillas porque ganó tres Europa League, que lo que luego fue en el PSG. Ese es su éxito.
¿Cómo recuerdas la etapa con él en el Valencia?
Como un máster muy acelerado. Venía de jugar en equipos que entonces no tenían como objetivo los puestos europeos, porque el Athletic esos años estaba muy mal y aunque con el Mallorca rozamos la Champions aquello fue un milagro imprevisto. Y llegué a un equipo que venía de jugar Champions de manera consecutiva, con jugadores contrastadísimos a nivel de clubes y de selecciones, era justo el verano en el que se fueron Villa o Silva. Recuerdo una ciudad con una afición muy exigente y con unos medios de comunicación muy exigentes que hicieron que aquella experiencia fuese muy positiva por ser un curso acelerado en fútbol de primer nivel de verdad.
Esos años el Athletic vivió una etapa muy buena, llegando a una final de Copa del Rey en 2008-09 y disputando en la 2011-12 la final de Europa League y otra final de Copa. Algo de envidia seguro que te daba.
Sobre todo me hacía muchísima ilusión, estaba muy contento porque tenía muchos amigos dentro y de hecho estuve en la final de Copa del Rey que se jugó en Mestalla contra el Barcelona. Y claro, algo de envidia también sientes por no poder disfrutar de eso con el Athletic, que es como Astérix y Obélix compitiendo contra todo el mundo. Ganar un título con el Athletic es mil veces mejor que entrar o ganar la Champions con cualquier otro equipo.
Y volviste.
Y conociste a Marcelo Bielsa. Marcelo Bielsa es un auténtico genio de este deporte. Aunque fue un año durísimo, es el año que más he aprendido y en el que más evolución técnica he notado en mi juego. Pero por la forma de entrenar, que es totalmente analítica, totalmente individualizada y el contacto con el balón se multiplicó por veinte respecto a otros años. Bielsa ha desgranado el fútbol en veintipico asociaciones, cada una con su nombre, y esas las repetíamos durante toda la temporada. Los mismos ejercicios cada entrenamiento.
Más allá de lo futbolístico, desde fuera se aprecia un hombre diferente, peculiar, capaz de dejarse marcar un gol en contra porque cree que es lo justo.
No me extrañó nada ese gesto. Y me parece un gesto extraordinario, difícil de hacer, pero del que evidentemente tenemos que tomar ejemplo todos. El fútbol se tiene que reducir a un juego que hay que practicar de la manera más limpia posible, y eso Marcelo lo tiene clarísimo. Hoy en día vivimos tan rápido que lo único que importa es ganar, pero Bielsa es un ejemplo para entender que ganar no lo es todo y que es incluso más importante cómo lo haces.
«Hoy en día vivimos tan rápido que lo único que importa es ganar, pero Bielsa es un ejemplo para entender que ganar no lo es todo y que es incluso más importante cómo lo haces.»
Después de Bielsa llegó Valverde.
Tu entrenador. Sí, es el entrenador con el que más partidos he jugado con diferencia porque lo tuve en el Bilbao Athletic y luego cuatro años en el primer equipo. Es el entrenador con el que mejor me he sentido a nivel futbolístico y con el que más he disfrutado. Era casi imposible pensar que yo iba a meter más de 25 goles de media al año, porque nunca lo había hecho en mi vida y de hecho pensaba que ese nivel de confianza y ese nivel de acierto no era alcanzable, o que solo era alcanzable por otro tipo de jugadores.
¿Crees que se le valora en su justa medida?
No, creo que está muy infravalorado. No lo he dicho nunca, pero creo que él mismo tendría que venderse un poco más porque es una persona que le gusta estar en segundo plano y pasar desapercibido, cuando hoy en día parece que tienes que armar cancha para que te valoren. Pero no hay duda de que la carrera de Ernesto como entrenador es espectacular.
Con él viviste también el 4-0 al Barcelona en la ida de la Supercopa en San Mamés, que finalmente acabasteis ganando. ¿Es el mejor partido de tu carrera?
En cuanto al juego no, ni mucho menos. Metí tres goles, pero yo la sensación que tengo de ese partido es que no jugué muy allá. Pero está claro que por el nivel de trascendencia, por ser una final, por ganarles 4-0 y conseguir un título a doble partido contra el Barcelona de Messi, sí es uno de los partidos inolvidables de mi carrera. Aunque creo que el momento de máxima plenitud es cuando metemos el 1-1 en la vuelta en el Camp Nou, porque en ese momento ya sabes que estás a punto de ganar un título a uno de los mejores equipos de la historia.
En ese mismo campo, unos pocos meses antes, también viviste uno de los peores momentos perdiendo 3-1 la final de Copa contra el Barça.
No, no, perder una final no puede ser el peor momento. Es un palo muy duro pero, entre comillas, es lo esperado cuando juegas contra un Barcelona que tiene al mejor jugador de la historia. La frustración sería mayor si juegas contra otro equipo, pero cuando juegas contra el Barça de Messi lo normal es perder. Es mucho peor estar semana a semana metido en el descenso, saber que el Athletic no ha bajado nunca y perder otro partido… Ahí te vas mucho más jodido.
«La Gabarra es mi máxima aspiración en el fútbol»
¿Te falta algo por hacer en el fútbol?
Siempre he tenido la espina de no haber jugado en el extranjero, concretamente la liga inglesa es una liga que me ha apasionado siempre por la forma que tienen de vivirlo, por la velocidad, por cómo juegan, por las disputas, por cómo es esa liga… Siempre me ha llamado la atención. Evidentemente ya no voy a ir, pero ha habido momentos en los que hubiese querido tener dos carreras para jugar en el Athletic, que es lo que me llena, y al mismo tiempo tener otra para probar esa experiencia. Y luego, por supuesto, siempre he dicho que celebrar un título como dios manda y sacar La Gabarra es mi máxima aspiración en el fútbol. •
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