Luis Mengs.- Mi hijo mayor tiene 27 años. Siendo un niño, un día, después de una derrota contra el Madrid, lo encontré frente a la pantalla del televisor, llorando con su bufanda. Sé que parece un anuncio del Atleti pero juro que es verdad. Le dije, “Mauro, yo ya soy muy mayor, pero tú que puedes hazte del Madrid y así sufrirás menos”. Con mirada abismada me dijo: “Mamá, ¿como eres tú capaz de decir una cosa así?”.
"Supe entonces que sería atlético para siempre”. Almudena nos recibe en casa, liadísima, terminando su nueva novela y colaborando con sus amigos libreros en la Feria del Libro (La entrevista transcurre en 2013). “Es el lugar donde hay mejor rollo en Madrid ahora mismo. Las ventas han subido un 20%” dice mientras posa para Lino sonriente y cordial. Almudena advierte que Líbero, donde colabora su marido el poeta Luis García Montero, madridista de carnet, necesita un soplo rojiblanco. Sus pulmones nos parecen inmejorables.
Almudena, reescribiendo un verso del tango 'Volver', ¿14 años no es nada? Catorce son muchos años, era muy aplastante, como dices una maldición, ni siquiera les ganamos el año del doblete. Haber ganado la final en el Bernabéu no compensa 14 años de lágrimas, pero sí siete u ocho. (Apenas puede contener la risa). Hay una cosa que caracteriza a los atléticos, probablemente inventada pero que nos hemos terminado creyendo que es esa naturaleza absolutamente imperturbable por la cual seguiremos siendo del Atleti pase lo que pase, incluso en Segunda y eso nos hace sufrir menos. Además la Copa llega después de una racha estupenda, hemos ganado cinco títulos en tres años, esa es la puñetera verdad. Yo ya conté en una columna que cuando el Atleti hace algo bien parece que molesta, en el telediario ya no pueden dividirse entre Messi y Cristiano que es lo que les gusta.
¿Hay en los seguidores rasgos inequívocamente colchoneros o son iguales a los de la Gimnástica Segoviana?
Probablemente seamos iguales a los del la Gimnástica Segoviana, aunque no los conozco, desde luego somos diferentes a los del Madrid y a los del Barça. Carecemos de arrogancia, tenemos una actitud incombustible. Acabo de prologar un libro sobre cánticos del Atleti que saldrá el año que viene y he puesto una cita de Machado que dice “Todo necio confunde valor y precio”. Los atléticos no confundimos el valor con el precio. El valor es el equipo, ser del Atleti, y el precio, los traspasos, los títulos, ya se sabe, nosotros no podemos pagar 14 millones de euros a Falcao, pero mira cómo ha salido del club y cómo lo han hecho otros en el Madrid. Adorábamos a Falcao tanto como a Courtois, que dijo en ese momento que se quedaba. Los equipos ricos y sus hinchas tienden a confundir valor y precio, en eso somos diferentes.
¿Cómo vivisteis la final?
Yo vi el partido en casa con un montón de gente. Luis fue al Bernabéu, lo vio con dos atléticos, Chus Visor y Joaquín Sabina, y volvió pronto. Yo fui a Neptuno. Al volver estaba dormido, o lo parecía. Bueno, nos queremos y no nos metemos el dedo en el ojo, cuando termina el partido se acabó, no hacemos comentarios hirientes al día siguiente. La putada es que este año, aunque sea mentira, los madridistas han dicho, “que bien que hayáis ganado, así echamos a Mourinho”. Naturalmente no les ha gustado nada perder. Pero Luis y yo somos la prueba palpable de que el fútbol no es tan importante. Estamos felizmente casados desde hace 19 años, aunque sea más mérito mío, porque en estos años pasados ya se sabe...
Dice con castiza ironía mirando un ramo de rosas, como no, rojas y blancas, que alguien le ha regalado.
Siendo como es colchonera por los cuatro costados, nieta, hija, hermana y madre de rojiblancos del barrio de Maravillas, adonde ha vuelto a vivir después de recorrer medio Madrid, a una casa apenas distante unos metros de la calle en que creció, le cuesta disimular su contento balompédico.
Mis dos abuelos no se parecían en nada pero tenían dos cosas en común: eran del Atleti y se llamaban igual, Manolo. Mi abuelo Grandes cuando no había partido en el Metropolitano se iba a la Puerta del Sol, donde en unos marcadores ponían los resultados. Vivían en la calle Fuencarral,y mi abuela se asomaba al balcón por a ver llegar a su marido, allí le esperaba. Si el Atleti habia ganado traía pasteles y si no los traía, mandaba a los niños rápidamente a la cama. Mi abuelo materno no era tan forofo, pero tampoco cenaba en la derrota, ambos seguían una dieta futbolística.
«Mi abuelo Grandes cuando no había partido en el Metropolitano se iba a la Puerta del Sol, donde en unos marcadores ponían los resultados. Vivían en la calle Fuencarral,y mi abuela se asomaba al balcón por a ver llegar a su marido, allí le esperaba.»
La memoria es un tema central en tu labor como escritora, pero la memoria, has dicho, es una creación que nosotros modelamos a nuestro antojo. ¿Cuáles son entonces tus primeros recuerdos de fútbol?
La primera vez que fui al Calderón, con mi padre y mi madre, con 10 o 12 años, me pareció enorme. Ganamos 1-0 al Valencia, y recuerdo que había muchos valencianistas. Al salir le pregunte a mi madre, ¿pero toda esta gente vive en Madrid? Y un señor mayor con la gorra blanca del murciélago me dijo: “No hija no, hemos venido desde allí”. Me impresionó, Valencia a mí me parecía que estaba lejísimos y habían venido para perder. Yo tenía que volver a la hasta la calle Churruca, pero ellos. Me pareció trágico. Recuerdo al padre de mi padre, un hombre pacífico, maravilloso, un bendito que sale en todas mis novelas y que jamás decía un taco, pero viendo al Atlético por televisión se ponía fuera de sí. Mi tía Charo en el descanso le llevaba unos tranquilizantes que se llamaban Dapaz y un vaso de agua. -Manolo, tómate esto. Y también recuerdo la final de Copa de Europa que perdimos en Bruselas, ya era mayor, pero eso tampoco lo olvidaré.
Paul Auster dice que el fútbol es el subterfugio que los europeos utilizan para odiarse sin hacerse pedazos.
Bueno supongo que como el béisbol o el futbol americano. Yo creo que es algo mucho más profundo que un subterfugio, es un elemento de identidad, y eso es una cosa muy seria. Pese a ser algo tan importante como la identidad, la opción normalmente es trivial, tú eres del equipo de tus padres, o de tus hermanos mayores, naces y te dicen “Tú eres de éste equipo” y así te quedas para los restos.
«El hecho de que llevemos treinta y tantos años de democracia ha ido amortiguando todos esos complejos. Si me gusta el fútbol me gusta y ya está. Y si me gusta Lola flores, lo digo»
El fútbol sirve para odiarse sin hacerse daño pero también para sentir que perteneces a un grupo. Fernando León de Aranoa dice que nunca podrá olvidar su infancia de atlético en un colegio donde todos sus compañeros eran madridistas y que además estaba cerca del Bernabéu. Probablemente eso ha forjado su carácter. Tú te sientes unido a la gente de tu equipo con independencia de que sean ricos, pobres, guapos, feos, tontos o listos, si eres hincha de un equipo formas parte de un colectivo y cuando eres pequeño eso refuerza tu autoestima y te hace sentir acompañado. Eso no excluye que todos tengamos íntimos amigos del equipo rival.
¿Ha habido una cierta salida del armario de los intelectuales con respecto a su afición al fútbol?
Hay una cierta normalización. Aunque éste país es muy raro. Aquí hubo una dictadura que duró 40 años y que moldeó las cabezas de la gente y dejó una impronta absolutamente furiosa en la sociedad española, aunque todos hacemos como que no. Eso ha desnaturalizado la relación de los españoles no solo con el fútbol, también con la copla, por ejemplo, que a mí me gusta mucho. Que Angelillo, Miguel de Molina y Carmen Amaya se exiliaran y que durante 40 años de dictadura la copla fuera de fachas, como el flamenco, es la prueba de que éste país estaba herido que la memoria se había secuestrado y nadie había recompuesto los hilos. Y eso afectó también al fútbol, porque todo los espectáculos de masas eran pan y circo.
¡Venga pan y circo! Cuando yo era adolescente no leía literatura española porque tenía esa estúpida idea, mea culpa, mea culpa, de que la cultura española era connivente con la dictadura, cuando era todo lo contrario, pero teníamos esa mentalidad deformada. El hecho de que llevemos treinta y tantos años de democracia ha ido amortiguando todos esos complejos y animando a la gente a salir del armario, o sea, que si me gusta el fútbol me gusta y ya está. Y si me gusta Lola flores, lo digo.
Y del otro armario, ¿cuando crees que van a salir los futbolistas?
Últimamente tenemos pocos motivos para sentirnos orgullosos de este país, pero el matrimonio entre homosexuales en uno de ellos. Aquí se implantaron las bodas gays y no hubo el menor problema, nadie se sintió amenazado, ha sido de una placidez extrema. ¡Si han salido hasta ministros! No digamos actores, presentadores, etc. No sé cuándo sucederá pero me atrevo a pronosticar que no pasaría nada si algún futbolista saliera del armario.
Hay quien piensa que el fútbol es un arma de destrucción neuronal masiva.
No estoy de acuerdo. Yo soy de un equipo, sigo a mi equipo y ya está, a mi la final de la Champions me da igual, no vi el partido entre el Bayern y el Borussia, el que gane pues pa’ el. Pero me parece que hay un abuso en los medios de comunicación sobre el fútbol, con una gente sobradísima que habla de ello como si fuera una religión, como si no pasara nada más. Es lamentable, que Messi que al parecer ha defraudado cuatro millones abra los telediarios y que Blesa, que se ha llevado 100, que sepamos, vaya en el bloque siguiente.
«Pero me parece que hay un abuso en los medios de comunicación sobre el fútbol, con una gente sobradísima que habla ello como si fuera una religión, como si no pasara nada más.»
Es un sinsentido. Pero el fútbol es inocente de eso, lo mejor del fútbol son las aficiones y no debe ser elevado a una categoría trascendente que no tiene. A mí hay otras cosas que me sacan de quicio, los latiguillos, las muletillas, algunos comentaristas de fútbol que hablan como si fueran catedráticos metiendo patadas al diccionario, diciendo palabras que no saben lo que significan o las usan mal. Ahora dicen mucho musculatura, la musculatura del equipo. En fin...
¿Y los ultras?
El problema de estas bandas es que los clubes, las directivas siempre les defienden, les protegen cuando deberían expulsar a esa gente de los campos. Pero son los niños mimados. Tiene mal arreglo, es muy repugnante. Hay muertes de las que nos enteramos pero también mucha paliza, mucho cráneo abierto, miedo, sustos. Esta gente contamina a todos los demás. Pero ahora tenemos tanta mierda que no la oculta el ni fútbol ni nada.
¿Estamos sometidos a una excesiva y contumaz presión mediática, también con la Selección?
Yo voy con la roja, y me hace mucha gracia el nombre, me gustó que ganara el Mundial y las Eurocopas, me alegro, pero ha habido un intento sistemático de complacer a éste país con una maniobra de distracción y esto sucede mientras aquí se cierran laboratorios y se venden hospitales y se desmonta todo, decir “soy español a qué quieres que te gane” es una gilipollez. Es que las cosas no van bien, hay como una autocomplacencia... De los años 80 para acá ha sucedido algo que no había pasado antes, nos hemos convertido en nuevos ricos, estúpidos e incapaces de reaccionar.
«Yo voy con la roja, y me hace mucha gracia el nombre, me gustó que ganara el Mundial y las Eurocopas, me alegro, pero ha habido un intento sistemático de complacer a éste país con una maniobra de distracción y esto sucede mientras aquí se cierran laboratorios y se venden hospitales»
De repente nos hemos aficionado a querernos y a creer que somos la leche, luego más dura será la caída. Un buen ejemplo es el Barça, que para mí es admirable y que juega muy bien al fútbol, todos los días en los medios están diciendo que son el mejor equipo del mundo pero han sido eliminados por un contundente 7- 0, si el Bayern te ha metido siete goles en dos partidos y tu no has marcado ninguno ya no eres el mejor equipo del mundo, si acaso el segundo, siendo generosos. En los últimos 20 años hemos sido ricos fatal y hemos perdido completamente la memoria de nuestra pobreza y roto los vínculos con aquella cultura del esfuerzo, de la supervivencia, con aquella tenacidad de decir, vamos a salir adelante pase lo que pase.
Las palabras de Almudena parecen evocar ‘Demostración de la existencia de Dios’ relato breve incluido en su libro ‘Estaciones de paso’ en el que un joven pide cuentas a Dios por la muerte de su hermano mientras el Atleti pierde un partido contra el Madrid por 0-5. Un cuento sin respiro, hermoso y muy triste.
Sí, es un 5-0, pero tiene un final un poco esperanzador, Rafa el protagonista es capaz de plantarse, de decir, a partir de ahora vamos a seguir adelante a pesar del tanto sufrimiento.
Tal vez ese sea uno de los secretos de ser del Atleti, aunque para algunos pueda parecer un anuncio. •
*Entrevista realizada en verano de 2013. En nuestro número 5.