Fotografía Archivo
Paula Figols.- Vuelve el fútbol y vuelven los conciertos. De momento sin público en los estadios y con limitaciones en los espectáculos musicales. Lo mismo pero diferente. En una entrevista atípica [publicada en 2020 con la vuelta del fútbol con público], realizada en los últimos días del confinamiento, entre Madrid y Zaragoza, charlamos con Amaral sobre su relación con el fútbol. En gustos futbolísticos se definen como “mainstream”. No son de recordar con exactitud un partido, que se sepan resultados y alineaciones (recurrimos varias veces a Google). Les gusta la emoción del fútbol en directo y recuerdan un partido en Anfield en 2008 que les marcó. Como todos, de niños han dado patadas a un balón, aunque reconocen que no eran de los buenos. A veces sacan una pelota y juegan mientras los técnicos montan el escenario. En su discografía hay una joya para amantes del fútbol: el himno que compusieron hace tres años para el Zaragoza Club de Fútbol Femenino.
¿Cómo surgió la idea de componer 'Hijas del cierzo'?
Eva Amaral (EA.): Fue en 2017, estábamos en medio de una gira (del disco 'Nocturnal'), pero nos hizo mucha ilusión la propuesta. Nos pareció una forma bonita de ayudar a un equipo de nuestra ciudad y más siendo femenino. Entre el fútbol masculino y el femenino hay unas diferencias abismales, en los medios con los que cuentan, los sueldos, la repercusión mediática... La canción fue nuestro regalo para ellas.
Juan Aguirre ( JA.): Me acuerdo que estábamos liadísimos, viajando sin parar, pero Eva me dijo que le gustaba mucho la idea. Un día me enseñó algo que había compuesto. ¿Qué te parece esto? Me encantó, tenía imágenes que molaban mucho, hacía referencia al cierzo, a los remolinos del Ebro, a cosas que si has nacido o vivido en Zaragoza las sientes muy tuyas. Le dimos forma y lo grabamos.
EA.: Recordamos una vez que tuvimos la ocasión de asistir a un partido en Anfield y la sensación tan fuerte que nos produjo escuchar en directo 'You'll never walk alone'. Quisimos revivirlo. Estábamos en Liverpool por la entrega de los premios MTV y Rafa Benítez nos invitó a ver un partido contra el Atlético de Madrid. Todo el estadio cantando juntos, se me saltaron las lágrimas, me noqueó totalmente. Es una canción preciosa y es un momento superemocionante y solemne.
JA.: Me acuerdo de aquel partido y el ambiente que vivimos, era noviembre de 2008. Rafa Benítez y su equipo de españoles nos invitaron a ver el partido. Nos sentamos en la grada, en medio de la hinchada inglesa. No en un palco, estábamos mezclados con la gente. Queríamos sentir el verdadero ambiente. Anfield no es un estadio moderno, es un campo pequeño, con las gradas muy encima del terreno de juego. Las dos aficiones tenían muy buena onda. La historia del 'You'll never walk alone' es muy chula. Gerry and the Peacemakers la tocaban en los 60, se hizo muy popular y la gente la tomó como himno. Después del partido saludamos a Rafa y estuvimos un rato hablando. Le dije que creía que merecían haber ganado. Él me contestó que no habían jugado bien, que habían dejado descubierto no sé qué lado del campo y se la habían colado. Descubrí que era un hombre muy obsesionado con los métodos de entrenamiento, con la estrategia, con los detalles. Me di cuenta de que no éramos muy diferentes. Vengo de otro campo pero también nos obsesionamos con los sonidos de los instrumentos, queremos que todo esté perfecto.
'Hijas del cierzo' suena en el vestuario y en muchos partidos del Zaragoza Club de Fútbol Femenino, desde el primer equipo hasta las niñas pequeñas del club. ¿La tocáis en vuestros conciertos?
EA.: No está pensada para un disco ni para conciertos, aunque sí la hemos tocado alguna vez en directo. Es un regalo para las chicas. Me invitaron a hacer un saque de honor de un partido suyo. Cuando empezó a sonar el himno, mientras yo avanzaba por la hierba para dar la patada al balón y todas las jugadoras me miraban sonrientes, me emocioné mucho. Su ilusión nos llena mucho. Presentamos el himno en el conservatorio superior de música de Zaragoza a finales de agosto de 2017 y luego la tocamos por primera vez en un concierto en octubre, en el FIZ en Zaragoza. Nos gustaría volver a tocarla, tal vez en nuestro próximo concierto en Zaragoza. Tenemos muchas ganas de volver a tocar en directo y reencontrarnos con la gente después de los meses de confinamiento.
¿Os imagináis tocando algún día en La Romareda?
EA: Sí, nos haría mucha ilusión. Es un lugar muy especial para la gente de Zaragoza. De La Romareda recuerdo no solo el ambiente de los partidos, también el de los grandes conciertos. Durante algunos años se celebraron bastantes de estrellas españolas e internacionales. Recuerdo entrar al final de un concierto de Sting, cuando quedaban tres o cuatro canciones. Y también fui a uno de Mecano. JA.: Se ha planteado alguna vez la posibilidad. Tal vez en el futuro. Tendría que ser una propuesta muy buena y muy especial. Ahora vamos a ir retomando poco a poco las actuaciones. Como decía Eva, nos gusta tocar en sitios grandes y también de vez en cuando en sitios pequeños. Quizá en un concierto grande ante miles de personas sientes una mayor responsabilidad porque todos los aspectos técnicos estén bien. Ahora que hemos pasado el confinamiento, con todo lo que ha pasado con el coronavirus, es bueno reflexionar. En un concierto la gente nos ve solo a nosotros dos, a Eva y a mí. Pero somos un equipo. Hay mucha más gente detrás: técnicos de sonido y de iluminación, montadores, escenógrafos... Estamos superorgullosos de todos ellos.
Además de aquel partido en Anfield, ¿habéis visto muchos partidos desde la grada? ¿En qué estadios?
JA.: Sí, al Zaragoza lo he visto bastantes veces en La Romareda. He visto jugar al Barça de Guardiola en el Camp Nou, era un espectáculo brutal. También he ido a Atocha, al Bernabéu... Pero siempre me ha gustado más jugar al fútbol que verlo.
EA.: Yo vivía muy cerca de la Romareda. Recuerdo perfectamente el ambiente de los días de partido. Aquello era una locura. Se llenaba todo de gente. Después del partido se podía ver en las caras de la gente si el Zaragoza había ganado o perdido. Recuerdo cuando cambiaron los focos del estadio y pusieron unos muy potentes; se iluminó todo el barrio. Desde nuestra casa se oían los goles. Recuerdo ver partidos en la tele en casa con mi padre. Él no era mucho de ir al campo. Le gustaba mucho ver retransmisiones deportivas por televisión: fútbol, ciclismo, carreras de motos, que a mí me parecían un rollo. Lo que más le gustaba era el ciclismo, a mí me ha gustado más practicarlo.
¿Qué deportes os gustan?
EA.: Hago bastantes cosas, a mi marcha, no con un sentido profesional ni competitivo. Casi todos los días salgo a correr o voy en bicicleta. Muchas veces Juan y yo vamos en bici a la Casa de Campo. También organizamos excursiones. Sobre todo me gusta todo lo que tenga que ver con la naturaleza. Uno de mis planes favoritos es salir a caminar por la montaña. Alguna temporada he nadado, también hago danza contemporánea.
JA.: Siempre he hecho mucho deporte. Antes corría y ahora con Eva salimos mucho en bici. No jugamos a ningún deporte de equipo porque es más complicado con nuestros horarios y nuestro ritmo de vida. Pero a veces en las giras, alguien del equipo lleva una pelota y nos ponemos a jugar a fútbol mientras los técnicos montan los equipos de sonido. No hay una persona en el mundo que no haya dado unos toques al balón.
¿Habéis jugado a fútbol en algún equipo? ¿De niños en el colegio?
EA.: Recuerdo de niña jugar en la calle. Enfrente de mi casa teníamos un terreno de tierra lleno de pedruscos. El año que mi padre fue presidente de la comunidad pusieron unas porterías y unos columpios. Jugábamos allí y nos dejábamos las rodillas. En el colegio también a veces en el patio, pero siempre fui malísima. Me ponían de portera.
JA.: Yo también jugaba en el patio del cole, pero nunca en serio no era de los buenos. Pronto me decanté por el atletismo. Me encantaba correr y participaba en alguna competición. Pero enseguida me pudo la música. No tenía suficiente espíritu competitivo, no lo he tenido nunca. Me sigue gustando correr. He corrido en casi todas las ciudades españolas y muchas europeas cuando vamos de gira. Puedes correr en cualquier sitio, solo necesitas pantalón corto, camiseta y zapatillas. Me encanta meterme en mi mundo, ponerme música y salir a correr.
¿Recordáis dónde visteis algunos de los grandes partidos de nuestra historia? Por ejemplo, el gol de Iniesta, del que ahora se cumplen diez años. O, tirando para casa, el golazo de Nayim desde 50 metros, que hace 25 años le dio la Recopa al Real Zaragoza.
JA.: Para la final del Mundial de Sudáfrica nos juntamos muchos amigos y vecinos en mi casa de Madrid. Creo que también estaba Eva. Vivía por la zona de Alonso Martínez. En el descanso bajamos a comprar provisiones a la tienda de la esquina. Recuerdo el gol, que llegó justo en el límite, y después todos chillando y subiéndonos por las mesas. Fue superemocionante.
EA.: El gol de Nayim lo hemos visto mil veces la gente de Zaragoza. Pero no recuerdo dónde estaba exactamente ese día de mayo de 1995. Sí recuerdo el 12 a 1 a Malta. Yo era pequeña y lo vi en casa por la tele con mis padres. Fue increíble. A veces recuerdo más detalles y anécdotas del ambiente de los partidos, que del juego o del resultado. Recuerdo el Mundial de 1998, acabábamos de sacar nuestro primer disco. Era una de las primeras veces que tocábamos en Galicia. España jugaba contra Nigeria. Recuerdo aquel partido por el sitio y la compañía. Una tasca de Santiago. La gente del bar era muy graciosa. Mira, los del Betis, decían de los nigerianos. Y luego llegó el gol que se metió nuestro portero en propia puerta, qué pena.
«Descubrí que Rafa Benitez era un hombre muy obsesionado con los métodos de entrenamiento, con la estrategia, con los detalles. Y me di cuenta de que no éramos muy diferentes», confiesa Juan Aguirre.
JA.: Yo tengo un recuerdo difuminado del 12 a 1 a Malta. También lo vi en casa con mis padres. En mi casa eran futboleros, como la inmensa mayoría de la gente de los barrios. Yo vivía en las Delicias. Todo el mundo seguía al Zaragoza. No íbamos habitualmente al campo, pero veíamos los partidos por la tele. Nos alegrábamos con los triunfos del Zaragoza. No somos de Madrid o Barcelona. Somos de una ciudad de provincias. Por algún lado te tiene que salir el orgullo de barrio y de ciudad. El fútbol es un elemento de identidad. Es popular y universal. Todo el mundo le ha dado alguna vez una patada a un balón. Te conecta con gente distinta, que a lo mejor ni habla tu idioma. Hemos visto partidos en Inglaterra, cuando estábamos allí grabando. De pronto todo se paraba porque jugaba el equipo al que seguían o la selección inglesa. El fútbol tiene una especie de magia extraña.
¿En un clásico Madrid-Barça con quién vais?
EA.: A veces nos juntamos para ver los clásicos o nos mandamos mensajes durante el partido. Pero no vamos ni con uno ni con otro. Esa rivalidad Madrid-Barcelona no acabo de comprenderla. Es algo que mi cerebro quiere apartar porque no es deporte, es otra cosa. Fanatismo. La rivalidad en el deporte me interesa menos que las gestas deportivas. Me gusta la emoción, el ambiente de un partido, un gol bonito. Si un gol es bonito, me da igual quién lo haya marcado. No soy de ir con uno o con otro, salvo si es el Zaragoza, claro. JA.: Ojalá este sea el año que el Zaragoza vuelva a Primera. Lo natural es que el Zaragoza juegue en Primera, es su sitio. Estos años en Segunda son una anomalía. Me acuerdo de la campaña “un añito en el infierno”. Pues al Zaragoza ya le toca subir. La liga está rarísima. A ver cómo termina esta temporada tan extraña.
¿Admiráis a algún jugador actual o de hace un tiempo?
EA.: Destacaría a Zidane. Me parecía maravilloso cómo jugaba al fútbol: esa suavidad de movimientos, cómo controlaba el balón... Parecía que hacía taichi. Y en la selección española hay grandísimos jugadores.
JA.: Casillas e Iniesta representan los grandes valores del fútbol. Muy buenos jugadores y personas muy humildes. Me gusta mucho cuando les oigo en las entrevistas. Son símbolos. A Iker lo conocimos en persona en un programa especial de El Larguero de homenaje a la selección, antes de los años de los grandes triunfos. Subió a cantar con nosotros. Estaba nervioso pero lo hizo muy bien. Yo le dije “tranquilo, que si yo tuviera que parar un penalti…”. Desde entonces tenemos muy buena relación. Un tío súper majo, súper humilde.
Antes hablabais de lo que sentisteis entre el público en aquel partido en Anfield. ¿Se viven emociones similares en un partido de fútbol y en un concierto?
EA.: Creo que hay un punto de comunión, de entusiasmo compartido en un evento multidudinario. En ese sentido hay algo que aúna a los dos, al fútbol y a la música. Es muy emocionante escuchar a una multitud con una misma voz, ya sea para cantar una canción o celebrar un gol. El canto a una de una multitud es muy impresionante.