'Argentina, paciencia, dicen que el amor es ciego', por Eduardo Sacheri

¿Queremos, los hinchas argentinos, que nuestros clubes sigan siendo propiedad del conjunto de sus socios? Sí, sin duda. Y me incluyo apasionadamente en esa decisión. ¿Son, nuestros clubes de fútbol profesional, instituciones ordenadas, transparentes y sólidas? La mayoría distan de serlo. ¿Pueden convivir positivamente ambos objetivos? Yo creo que sí.

Eduardo Sacheri.- Muy a menudo me encuentro ante la dificultad de intentar “explicar” la Argentina a personas nacidas y criadas en otros países. Como si algunas características específicas de mi país fuera eso: especificidades tan raras, tan complejas, tan alejadas de los horizontes compartidos por otras sociedades que volvieran a la Argentina -seamos más concretos, a los argentinos- unos seres difíciles de clasificar, de interpretar y de comprender. 

¿Un buen ejemplo de estas “explicaciones difíciles”? El peronismo. En la mayoría de los países occidentales los partidos políticos se extienden en un espectro que va de la derecha a la izquierda (o viceversa, no quiero herir susceptibilidad alguna). En la Argentina el peronismo escapa alegremente de esa caracterización. El peronismo fue de derechas cuando nació sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, coqueteó con la izquierda en los años sesenta del siglo XX, fue de derecha neoliberal con Menem, fue de izquierda con los Kirchner. En la década de 1970 fue, al mismo tiempo, de izquierdas y de derechas, y el conflicto entre unos y otros peronistas alcanzó unos niveles de violencia asombrosos. 


AGUANTE» Ilustración de Gervasio Ciaravino en Líbero 47 para este artículo.
¿Otra característica muy argentina? Cualquiera puede decir cualquier cosa, sin que eso tenga, a largo plazo, consecuencia alguna. Nadie, en ningún ámbito, queda preso de sus palabras por demasiado tiempo. Como los argentinos tenemos la autoestima muy alta solemos atribuir esa incontinencia a nuestro espíritu apasionado. Tanta pasión tenemos que no podemos establecer el mínimo control sobre lo que decimos. Y si mañana nos nace decir lo contrario, o mejor aún, hacer lo opuesto a lo que hemos dicho que íbamos a hacer, no se nos van a caer los anillos. Al fin y al cabo, la realidad es dinámica, las cosas cambian y Dios es argentino*.