Fotografía Agencias
Àlex de Llano.- Hablar de los años 90 en el fútbol inglés es hacerlo de un balompié cambiante, de una estructura con tradiciones muy arraigadas que, en concordancia con los tiempos que se vivían, decidió dar un paso hacia la globalización y modernización del juego. La creación de la Premier League, la reformulación de los derechos televisivos, la importación de talento… La década fue de un tremendo impacto para el país. De la mano con este relevante cambio fue el Arsenal. Un equipo tradicional, con raíces en la historia nacional, que iba a cambiar completamente su paradigma en el transcurso de ese periodo. George Graham era su entrenador. Delantero devenido a elegante centrocampista, de esos que juegan con la cabeza levantada, marcó 60 goles luciendo la camiseta roja y sus mangas blancas. En 1986 fue contratado como entrenador de un equipo que se alejaba de los grandes del país, ya que acumulaba cuatro temporadas sin terminar entre los cinco primeros y 7 años sin tocar metal. Aunque la sequía en liga era todavía mayor: el último título había llegado con Graham como futbolista, el recordado doblete de 1971 donde el escocés tuvo un papel destacado.
Aunque la sequía en liga era todavía mayor: el último título había llegado con Graham como futbolista, el recordado doblete de 1971 donde el escocés tuvo un papel destacado.
Ese trofeo hizo a los Gunners convertirse en el equipo con más ligas del fútbol inglés, ocho, un registro que el Liverpool vapuleó en los siguientes años con nueve entorchados en los siguientes 15 años. La misión del técnico era levantar a un equipo histórico que no pasaba por su mejor momento. Y lo hizo. En su primera temporada el Arsenal terminó cuarto y logró ganar un título, el primero desde 1979: la Copa de la Liga, la primera de su historia, en un Wembley abarrotado frente al Liverpool (2-1). George Graham, un constante en los rumores para ocupar el banquillo de la selección escocesa, supo levantar al equipo. “George Graham encontró el éxito de forma temprana y con un grupo más tradicional de jugadores británicos. Un núcleo sólido de David Seaman, Lee Dixon, Steve Bould, Tony Adams y Nigel Winterburn en la zaga se combinó con el talento ofensivo de David Rocastle, Ian Wright, Kevin Campbell, Anders Limpar... que devolvió la alegría a los aficionados de Highbury”, expone Art de Roché, corresponsal del Arsenal para The Athletic. Volvió a ser campeón de liga en 1989, venciendo en Anfield al Liverpool en la jornada final, con un gol del centrocampista Michael Thomas en los últimos instantes de partido. El éxito de George Graham fue el éxito del Arsenal. Una historia inmaculada: un jugador querido por sus aficionados que como entrenador devolvió al club donde merecía.
En 1991 volvió a ganar la liga y en 1994, la Recopa de Europa. Pero pese a su éxito sobre el verde, las cosas no eran de color de rosa. Graham fue despedido en febrero de 1995 tras nueve años como entrenador del Arsenal después de que se descubriera que había aceptado una comisión ilegal de 425.000 libras por un agente noruego en 1992. “George Graham había sido un entrenador que había tenido éxito con el club. Su fútbol no era atractivo, pero era capaz de hacer al equipo competir, de ganar trofeos europeos… Su etapa fue fantástica. De repente todo cambió, los resultados empezaron a empeorar y el Arsenal necesitaba un nuevo rumbo. George era una figura muy grande dentro del Arsenal, el club no sabía qué hacer tras su paso. Fue un reto muy difícil. Fue una transición muy complicada. El Arsenal jugaba un fútbol aburrido. Los aficionados habían disfrutado del éxito, pero querían más. Por lo que fue un periodo muy complicado, un gran reto para el club”, cuenta John Cross, editor jefe del Daily Mirror. La encrucijada era enorme. ¿A quién traer para reemplazar a uno de los mayores estandartes de la historia del club? David Dein, accionista y miembro de la junta directiva del Arsenal, lo tenía claro: Arsène Wenger.
La encrucijada era enorme. ¿A quién traer para reemplazar a uno de los mayores estandartes de la historia del club? David Dein, accionista y miembro de la junta directiva del Arsenal, lo tenía claro: Arsène Wenger.
Un entrenador desconocido para el fútbol inglés, sin experiencia en el país y con muy pocas referencias, pero al que Dein conocía a la perfección. “Conocí a Arsène el día 1 de enero de 1989. Vino sólo por un día a Londres para ver un partido a Highbury. En el estadio teníamos una sala, un espacio en el que se encontraban los directivos y amigos que habían venido a ver el encuentro, gente de los otros clubes y sus acompañantes. Mi mujer me comentó que el entrenador del Mónaco estaba dentro. Así que fui a presentarme en el descanso. Siempre estuve interesado en la parte global del fútbol, por lo que un entrenador de otro club, de otro país, con otra cultura… me apetecía conocerlo. Nos presentamos, tras una buena conversación me dijo que sólo iba a pasar esta noche en Londres y que, además de que no tenía compañía, no tenía ningún plan. Había volado desde Estambul hasta Londres para hacer escala antes de marcharse a Mónaco. La siguiente pregunta que le hice cambió nuestras vidas por completo sin saberlo: ¿Quieres venir a cenar a casa de un amigo? Dijo que sí y ese fue el inicio de nuestra relación. Iba vestido con un abrigo gris largo, llevaba sus gafas… No parecía un entrenador de fútbol. Parecía todo lo contrario, tenía pinta de profesor. Sus principales idiomas eran el francés y el alemán, hablaba inglés, pero no demasiado bien. Fuimos a cenar a casa de mi amigo, que trabajaba en el mundo del espectáculo, y decidieron jugar a las imitaciones al final de la velada. Le dije a Arsène: ¿quieres jugar? Aceptó y unos dos minutos después estaba representando ‘El sueño de una noche de verano’. La escena fue curiosa. De repente estaba viendo a una persona que hablaba cinco idiomas, que había estudiado Economía, que tenía estudios también en Medicina y estaba en el salón de mi amigo haciendo esa representación. Me hizo pensar que ese hombre era especial....*
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