Texto Marcos López.- Es difícil que Bernardo Schuster (Augsburgo 1959), ‘el alemán’, como se refiere a sí mismo en tercera persona, reconozca un error del pasado. Genio, orgullo, carácter y liderazgo marcaron su carrera de jugador en la que fue durante varios años de la década de 1980 el mejor centrocampista de Europa. Pero la renuncia a la selección alemana de su generación, la campeona en 1990, pesa demasiado como para no arrepentirse. Es casi el único momento que cambiaría de su trayectoria. Ni siquiera cambiaría la huida del Sánchez Pizjuan con la final de la Copa de Europa en juego: “Terry (Venables) antepuso su ego al club. Quería ganar sin el alemán”.
Marcos López (M.L.). Soy muy fanático del Barça y cuando llegaste tenía 10 años. A esa edad lo empapé todo. Pero háblame de antes, de tus inicios en el Colonia.
Bernd Schuster (B.S.) La Bundesliga dominaba en Europa con la selección alemana y el Borussia Mönchengladbach de Uli Stielike, Heynckes… A través de la selección juvenil, me vieron en Colonia y el segundo entrenador de Hennes Weisweiler, que estuvo también un ratito en el Barça con Cruyff y Neeskens [fue entrenador en la temporada 1975-1976], me llamó para ofrecerme un contrato de profesionales. Berti Vogts, Bonhoff, Simonsen… son suyos, los sacó todos él en el Borussia. Cada año sacaba dos o tres. Y me tocó a mí y a [Pierre] Littbarski.
M.L. ¿Cómo era Weisweiler?
B.S. Un tío muy duro. Muy fuerte. Sólo conocía el fútbol, por la familia ni preguntaba, sólo el fútbol. En los primeros tiempos llegué con mucha ilusión, muy calladito… luego cambiaron las cosas…, el Colonia acababa de ganar el doblete en Alemania, en 1978. La mitad del equipo estaba en la selección. En mi segundo año le echaron y me quiso llevar al New York Cosmos.
M.L. Aquel equipo entonces era de lo mejor. Cuando yo era pequeño y un jugador despuntaba se decía: ‘Este está para ir al Cosmos’.
B.S. Tenía un contrato firmado con ellos, pero era muy joven. Acababa de ganar la Eurocopa. Me quitaron del equipo por un problema con el nuevo entrenador y Weisweiler me llamó para ir a partir de Navidad. Todo encajaba porque yo sólo quería jugar y más con él. Pero ahora lo pienso y menos mal que no salió porque allí estaban sólo los veteranoS. No estaba Pelé pero estaba Beckenbauer, Johan [Cruyff] se había ido pero estaba Muller jugando en Florida, era una liga de viejas glorias. Cerraron las fronteras para extranjeros porque decían que plagados de extranjeros los jóvenes no progresarían allí. Falló el fichaje, pasaban semanas y semanas sin entrenar y me llamó después el Barça.
M.L. ¿Qué ocurrió? Llegaste al Barça en octubre, muy tarde.
B.S. Empecé la pretemporada y el equipo no paraba de perder partidos. Yo tenía 20 años en ese equipo pero había veteranos de casi 30 como Schumacher, Müller… con experiencia pero sólo rajaban en el vestuario. Tras Weisweiler, que era un crack, trajeron a un entrenador de la federación alemana que nunca había entrenado a profesionales, sólo a niños [Karl-Heinz Heddergott]. Nos trataba como niños y nos daba vergüenza. En plena pretemporada después de la cena nos ponía en círculo y a cantar. Yo decía: ‘¿Pero este está loco? ¿Qué está pasando aquí?’ Y nosotros con una vergüenza de cojones. Colonia era uno de los primeros equipos con ciudad deportiva a puerta cerrada. Los domingos después de jugar los sábados había unas 4.000 o 5.000 personas que iban a pasar el domingo al campo y éste tenía una manía que se hacía con los niños en Alemania al terminar los entrenamientos. Había que ir al círculo central y despedirse de los entrenamientos con un ‘hip hip hurra’… Yo miraba a los veteranos… y me tocó saltar a mí. Me fui al vestuario diciendo: ‘Esto no puede ser, qué se cree este…’ Y a raíz de esto me enfrenté, él lo notó hasta que un día me echó del entrenamiento. Me calenté y me dijo: ‘Sal, vete a la oficina y recoge los papeles’.
M.L. Vamos que si llegas a ser un niño bueno no vienes al Barça.
B.S. Desde pequeño me gustaba ser responsable de ganar y de mis compañeros. Pese a tener 19 años no me sentía como un chaval. Algo que quizá no es tan normal. Yo con el éxito de la selección me vine muy arriba y pensé que con todo lo que habíamos ganado, este señor nos lo iba a joder porque no íbamos a ganar a nadie. Entonces desde el día que me enfrenté, me apartaron del equipo y no volví a entrenar con ellos. Empezó un conflicto con el club a finales de agosto y a buscar equipo. Con el precio tan alto que pusieron, en Alemania no pudo ser porque al Bayer le pidieron 3,5 millones de marcos. El Barça pagó 150 millones de la época.
M.L. El Barça en el año 80 sólo tenía una Recopa. Estaban Krankl y Simonsen. Era un equipo menor e incluso España como país también estaba por crecer ¿Qué sabías de España, Barcelona…?
B.S. Fue curioso porque después de la Eurocopa me fui de vacaciones a Marbella y me encontré a Charly Rexach y Asensi en el hotel. El dueño del hotel me dijo: ‘No te lo vas a creer pero hay dos jugadores del Barcelona que te quieren conocer’. Tomamos algo y dos meses más tarde me los encontré en el vestuario
M.L. Esa temporada empieza Kubala pero la termina Helenio Herrera. Entonces, llegas al equipo después de ganar la Eurocopa como líbero.
B.S. De jugar de líbero me quitó Weisweiler. De juvenil jugaba de líbero, en la selección juvenil, de líbero, pero en Colonia, Weisweiler me dijo: ‘Todo bien, pero olvídate porque aquí no vas a jugar de líbero. Ahora a correr’. Para jugar de libre ya tenemos a otros mayores que tú’.
M.L. Helenio Herrera decía que te insistía para jugar de organizador.
B.S. Pasé por todas las posiciones. Mi primer partido de profesional, de lateral derecho, fíjate tú. En vez de líbero, jugué de marcador central porque se lesionaban los jugadores. Era el marcador más limpio de la Bundesliga porque no daba una hostia a nadie. Todos los delanteros alemanes cuando jugaban contra Bernardo marcaban.
M.L. Schuster futbolista era el mejor centrocampista de los 80 porque combinaba técnica individual y desplazamiento en largo. ¿Una mezcla de Xabi Alonso por el pase y Xavi por la técnica en corto?
B.S. Sí, puede ser. Los pases largos se han hecho muy famosos. Beckenbauer, mi ídolo, cuando me vio jugando dijo que tenía la mejor de técnica de tiro de Alemania. Y esa es la misma técnica que en el pase. Pero fue a raíz de pegar millones de pelotas.
M.L. No se nace con eso.
B.S. No sabes la cantidad de pelotas día a día que he pegado, con zapatillas, sin ellas… y tenía una gran ventaja. Yo jugaba todo el día en la calle y eso nos ayudaba mucho. Sin eso es complicado ser técnicamente bueno.
M.L. Ahora que se habla tanto del trabajo en España. ¿Tenías una ética del trabajo muy alemana?
B.S. Yo tenía una casa individual con un jardín y tres árboles de manzanas y peras que eran mis rivales. Aunque lloviera, me vestía de futbolista y a jugar contra los árboles. Luego venía el vecino y me decía de todo. Además, de profesional no pasaba ni un día que no me quedara a tirar a puerta. Eso del don, son otras cosas. Pasa lo mismo en el golf, hay que tirar miles. Y en el fútbol también. Pregunta a Koeman, Beckham, Platini, Juninho… ¿cuántas horas se han tirado entrenando las faltas? Pregunta a los porteros Buyo, Urruti… se volvían locos.
M.L. ¿Notaste el cambio en los entrenos en Barcelona?
B.S. Yo miraba al estadio y decía: ‘Cuando se llene esto tiene que ser la leche’. Porque a mí me encantaba eso, no me daba miedo. En mi época jugué en esos años con Alemania ante 70.000 espectadores en Roma en la final de la Eurocopa. Y en semifinales de Champions contra Notthingam Forest… pero no volví a jugar contra esos estadios tan grandes. Cuando llegué a Barcelona pregunté: ‘¿Esto se llena? Siempre’, me dijeron.
M.L. ¿El equipo de tu vida en España es el Barça?
B.S. Ocho temporadas te marcan mucho. Muchos recuerdos y momentos. Siempre voy a fijarme en el Barcelona aunque ha cambiado mucho. De 20 a los 28, momentos de crecer, aprender un idioma, conocer un país y un campo aunque había jugado unos años antes un Gamper con el Colonia. A la una y media de la noche jugando ahí… En ningún momento creí que podía estar ocho años. Ni hablar, porque a mi mujer le costó adaptarse. Llegué con mi mujer y un niño de 10 meses… De joven tienes tiempo para todo. Al final fue todo bien. A mí no me gusta vivir en la ciudad y nos fuimos a una urbanización fuera que sólo iba la gente los fines de semana. Estábamos solos. Vivía Antón Parera. En Font Pineda, por Molins de Rei.
M.L. Y fuiste de los primeros en poner de moda Ibiza.
B.S. En esa época había dos famosos que iban allí: Niki Lauda y Ángel Nieto. Vino por un amigo de mi mujer que tenía una casa de payés muy bonita que quería vender. No había estado nunca pero lo pisé y me encantó. La tranquilidad, el campo y me la compré. En el Mundial 82, que no jugué, hice mi primer verano en Ibiza y pasé 15 años seguidos.
M.L. ¿Cómo un equipo con Schuster y Maradona no ganó la Liga?
B.S. Si fuera aficionado me preguntaría lo mismo pero yo sé por qué. Pasó lo mismo con Cristiano en el Madrid. Cuando llegó Diego, tenía una sombra tan grande, que nos apagábamos todos. Yo también. Hacíamos lo mínimo. No sólo podríamos haber ganado una Liga sino haber marcado una época porque había siete internacionales españoles. No supimos sobreponernos. Y la prueba. Se marcha Diego, y somos campeones con un equipo peor. Con Archibald que no lo conocía nadie, no quiero desmerecer a ‘Archi’, que era un tipo fantástico, pero no tenía ni el 10% de la calidad de Diego.
M.L. Maradona era un líder con 20 años.
B.S. Yo no tuve nunca envidia. Con Diego me llevé fenomenal, compartía habitación. Se peleó con el club por las primas. No era envidia, pero él y todo lo que le rodeaba era tan grande.
M.L. ¿Es cierta la famosa anécdota de que tirasteis los trofeos en una bronca con Núñez?
B.S. Breitner nos invitó a su partido de retirada. Queríamos ir y una vez más el club dijo que no porque faltaban 10 días para la final de Copa con el Madrid. Nos arriesgábamos a una lesión y tenían razón, pero nosotros dos cabezones queríamos ir porque era Paul Breitner, un tío famoso, campeón del mundo y una vez más, no los entendíamos. Diego y yo, los dos juntos… imagina lo que éramos. Estábamos en la oficina, y en un momento Diego dijo, si no me dejáis, tiro los trofeos… Nos podríamos haber ido sin permiso, pero en esta época los clubes tenían los pasaportes y no nos podíamos escapar. Pero al final no se llegaron a tirar los trofeos. Diego amenazó pero no pasó.
"César, Ponzini, Diego … era gente de la noche. Otra mentalidad. Aunque Terry [Venables] también salía, no era argentino, pero también le gustaba."
M.L. ¿Es verdad que con Menotti se entrenaba por la tarde porque dicen que el flaco salía mucho por las noches?
B.S. Se entrenaba de un día a otro por la tarde. A mí me costó porque con Menotti nació mi tercer hijo. Estaba con los niños todo el día y a las 7 de la tarde, cansado, me tocaba ir a entrenar al Camp Nou. No hace falta mojarse, pero César, Ponzini, Diego … era gente de la noche. Otra mentalidad. Aunque Terry [Venables] también salía, no era argentino, pero también le gustaba.
M.L. ¿Los jugadores sabíais lo que luego pasó con Maradona y Julio Alberto por las drogas?
B.S. No, para nada. Se salía antes más que ahora por las noches. Ahora casi no puedes salir, si te pilla todo el mundo. Nunca vi a un jugador borracho en un entrenamiento. Lo de Diego y Julio Alberto vino después. Julio no cae como jugador y Diego cambia en Nápoles.
M.L. Gol de Marcos en la final 83 y se ve a Schuster hacer un corte de mangas. ¿Iba al Madrid o a Stielike?
B.S. Por supuesto que a Uli. Jugamos juntos en la selección y nos llevábamos bien, pero la rivalidad Barça Madrid se notaba. Nos insultábamos. Con los Camacho, Del Bosque… era tremendo. Y a mí que era una persona que se me picabas un poco y ya empezaba… Vete a tomar por ahí, por otro… Lo de Uli viene de antes, de mi primer adiós a la selección alemana después de un partido contra Brasil y la fiesta de cumpleaños de Hansi Müller. Fue un partido al que me fui sin permiso del Barcelona. No me dejaban ir porque había un partido contra el Rayo, de Segunda B, en miércoles. Era mi primer partido contra Brasil de Zico, Junior, Socrates… ¡vamos! ¿Me lo vas a quitar por un partido contra el Rayo? ¿Estáis locos? Me cogí un avión y me presenté en Alemania. Al final acordamos con el seleccionador jugar 45 minutos. Todo bien, pero al día siguiente me iba de Stutgart a Frankfurt para volver a Madrid y jugar el partido con el Barça. Y aquí llegó el problema. Esa noche celebraba Müller su cumpleaños e invitó a todo el equipo. No fui porque tenía un vuelo a las 7.30 en Francfurt y a las 4.30, cuando Paul Breitner volvía de la fiesta yo me iba de viaje. Al no estar yo en la fiesta, empezaron a rajar al entrenador y no me convocaron para jugar contra Noruega el siguiente partido. Y uno de los que rajaba era Uli (ríe). Por eso cuando llegó el gol de Marcos, dije: ‘Toma, esto para ti’. Monté un follón por jugar contra Brasil, me cayeron por todas partes, pero en Vallecas ganamos 0-6.
M.L. Y no volviste nunca con Alemania.
B.S. En la Eurocopa de París (1984) me lesioné en la última jornada en San Sebastián en un dedo y no pude ir y luego vino otro tema y no volví. Echaron al entrenador por perder con España. Yo estaba viendo el partido con la escayola con Franz [Beckenbauer] en la grada. Y fíjate qué curioso. Al final del partido, sabía que si perdían le iban a echar al entrenador. Y le dije a Franz, ¿Por qué no la coges tú? Me dijo: ‘Este grupo de niños… ni hablar’. Y un mes más tarde era seleccionador alemán.
M.L. La etapa de Beckenbauer coincidió con los mejores años de Schuster, pero del 84 al 87 eras el jefe y los medios te llamaban para volver a la selección. ¿Por qué no ibas?
B.S. A raíz de la Eurocopa se hizo un nuevo equipo. Los Rummenige y demás, todos fuera. Y se formó otro equipo que era mi generación. Völler, Matthaus, Brehme, Klinsmann… Era mi generación aunque yo había empezado antes. Se van a México, al Mundial que perdieron con Argentina y después Beckenbauer intentó que volviera y pensé… (hace un silencio reflexivo) A veces, si de algo me arrepiento en mi vida es de no haber vuelto a la selección. Y más después de la Eurocopa, con Franz era el momento de volver. Lo perdí y se quedó ahí. Y me perdí ganar un Mundial mínimo y quizá dos.
"Me engañé a mí mismo pensando que ya estaba en un gran equipo por jugar en el Barça y en el Madrid. Pero claro, la fama te la da la selección sin ninguna duda."
M.L. Con 26 años en 1986 y 30 en el 90.
B.S. Me engañé a mí mismo pensando que ya estaba en un gran equipo por jugar en el Barça y en el Madrid. Pero claro, la fama te la da la selección sin ninguna duda. En ese momento a mí me faltaba una persona que me pudiera ayudar. Yo tenía mis cosas pero me faltaba un tío al lado veterano. Yo no tenía representante. Alguien que me dijera: ‘Bernardo vuelve que te vas a arrepentir…’ y lo hubiera hecho. Mi mujer se quedó fuera me dijo que era una cosa mía.
M.L. ¿Gaby no era tu consejera? De hecho, negociaba con los clubes.
B.S. Pero ya está. Sólo eso. Pero luego no me decía nada del resto. Ella negoció con el Barça en Colonia porque no existían los representantes. Me faltaba un guía que me dijera: ‘Bernardo macho que tienes que jugar ahí’. Pero como estaba a mi aire con la cabeza cuadrada lo dejé. Me arrepiento. Me engañé.
M.L. 1986, una Champions con una final muy curiosa: ¿Qué se te pasó por la cabeza para irte del estadio antes de acabar el partido?
B.S. Tiene una explicación muy fácil, Ocurrieron muchas cosas. Después de Diego ganamos la Liga 11 años después en una temporada espectacular, campeones con cinco jornadas de antelación. La celebración fue inolvidable. Del aeropuerto al Nou Camp fueron las horas más felices de mi vida. Y yo era hasta capitán del equipo. Después de esa Liga, Terry [Venables] fue en verano a Núñez y le dijo que necesita otro extranjero porque yo llevaba cinco años y era mucho tiempo. Quería a otro. Y Núñez dijo: ‘Como quite al alemán me matan’. Y Terry se jodió. Yo no sabía que no me quería y empezaron los roces.
M.L. ¡Pero si aquel año fuiste balón de plata! ¿Tenía Venables celos de ti?
B.S. No lo sé pero cuando me enteré de que me quería vender se me abrió la mente. Lo cuento para que se sepa lo que pasó después, en la final. Terry tuvo roces con Zubizarreta, Migueli… Lo he dicho siempre, además no llegamos en buenas condiciones a esa final porque dos semanas antes perdimos la final de Copa al Zaragoza, lesiones… Me tiré toda la semana pensando que el entrenador no me quería. Y jugamos la final, no estaba bien físicamente porque salí de lesiones pero aquel día daba igual si bonito o feo, al final, a levantar la copa. El rival era poco conocido, el Steaua de Bucarest, 60.000 catalanes en Sevilla porque ellos no podían salir del país. 0-0, 0-0 y en el 81 mi cambio. Imagina lo primero que me pasa por la cabeza. Yo era el principal lanzador de penaltis e íbamos a la prórroga. Salí y lo vi claro desde el primer momento, voy al vestuario solo, me abren y me dejan ahí.
Un vestuario medio oscuro y empiezo a pensar en la película que tenía en la cabeza. Dándole vueltas pensé: ‘Ya sé lo que pasa. Este cabrón quiera ganar sin mí, para decir luego que el alemán no hace falta. Se la ha jugado el cabrón. Por el ego suyo de querer echarme se la ha jugado’. Y perdió y yo fui el gilipollas que se llevó la culpa cuando en realidad fue él, el que se jugó la Copa de Europa por encima del Barcelona. Cuando vi que se la estaba jugando me vestí y dije: ‘Me voy. A tomar por culo’. Me duché, me fui, cogí un taxi y el taxista: ‘Pero Bernardo, ¿Qué haces aquí? Si estabas jugando’. Yo le dije: ‘Tú méteme en el hotel’. Escuché el partido en la radio y vi los penaltis en el hotel. Hombre, yo quería que ganara el Barça. Dos años jugando para eso. Con una semifinal remontando… Por Terry me alegré porque me pareció fatal esa actitud. Que te juegues tu ego a la cabeza de un club. Porque para este club esa copa era todo.
M.L. Venables usó el conflicto de Sevilla para echarte del equipo fichando a Lineker y Mark Hughes. Fichó a dos extranjeros y te dejó a ti y a Archibald sin jugar, sin ficha.
B.S. Te digo la verdad. Fue jodido, lo quería comentar. El día después, cuando regresamos a Barcelona iba en mi coche con mi familia y salió Núñez en la radio para decir que Schuster no volverá a vestir la camiseta del Barça. Yo era feliz, no quería irme. Ahora que por fin ganábamos un título que no fuera la Copa del Rey. Por fin ganamos una Liga, una final de Champions y un tío se la juega por él porque tú sabes que estaba acostumbrado a fichar cobrando también. ¡Si era sabido!
M.L. ¿Con Líneker y Hughes cobró algo?
B.S. Hombre. Si no cómo puedes entender esto.
M.L. Sobre todo Hughes.
B.S. A mí Lineker me venía muy bien. Gary era muy de contraataque para darle pases. Hughes era un nueve de toda la vida rematando como nadie porque era una roca. Lo de Gary lo entendía porque encajaba con nuestro juego con bandas, un pasador como yo... Pero el tema era traer gente para llevarse el dinero. Lo consiguió y lo pasé muy mal. El club me buscó equipo y yo no quería irme. Rechacé ofertas.
M.L. El Olimpique de Marsella.
B.S. Dije que ahí no me interesaba. Y lo hice para que este (Terry) me tragara todos los días entrenando. Me encantaba entrenar, eso no me lo podían quitar. En lugar de estar media hora, estaba una hora más. En lugar de tirar 10 minutos de faltas, tiraba media hora. ¡Para que te jodas! Con los jugadores muy bien, pero fue desagradable. Disfruté un poco más de mi casa en Ibiza de viernes a domingo. Y me dejaba ir. Yo le decía: ‘Terry, ¿te molesta si me voy el fin de semana?’. Y él, que cuanto menos me viera mejor.
M.L. En esa época no se descartaban los extranjeros. No tenías ficha siquiera. B.S. Pero un día cometió un error porque me permitió ir con el segundo equipo a Tarragona y no sabía lo que iba a pasar. Ganamos 0-6 y 20.000 gritando Schuster, Schuster... Porque yo me salí. Y claro, quitaron los amistosos.
M.L. Pero Terry tuvo que tragarse tu vuelta.
B.S. Sí, porque permitieron el tercer extranjero.
M.L. ¿Es verdad que traías un peluquero de Alemania?
B.S. Yo tenía un amigo peluquero en Alemania que era muy amigo. Y me cortaba el pelo antes de venir a España. Cada vez que iba con la selección me iba a Colonia a cortar el pelo o se acercaba a la concentración de la selección. Pero era un poco pesado porque igual tardaba dos o tres meses en ir a Alemania y tenía una peluca de cojones. Me fui a Llongueras y viene él mismo a la tienda. Quería cortarme y se puso tan nervioso que pensé: ‘Este me va a cortar las orejas’. Cuando entré en la tienda, las niñas a un lado, el dueño… ¡Yo solo quiero que me corten el pelo! Pero es que en aquella época me trataban como un rey… Me dejó horrible, fui a casa, llamé a mi amigo y le dije: ‘Tío ven para acá’. Se vino un fin de semana a cortarme el pelo en el sótano. Pero fue más por reír. No llegaba a esos límites de excentricidad. Me vino a visitar como amigo un fin de semana a conocer el Nou Camp y me cortó el pelo. Era una emergencia y le pagué el billete.
"Me fui a Llongueras y viene él mismo a la tienda. Quería cortarme y se puso tan nervioso que pensé: ‘Este me va a cortar las orejas’."
M.L. Todo niño de los 80 con pelo largo era apodado Schuster.
B.S. Estuve con Jorge Lorenzo en Jerez. Le hice una pregunta y me dijo en directo en Onda Cero: ‘¿Tú eres Schuster? No jodas’. Porque contó que a un amigo suyo de pequeño le llamaban Schuster. A todos los niños rubios les cortaban el pelo igual que yo, con el tazón.
M.L. Eran años felices pero la etapa del Barça parecía agotada. En una eliminatoria con el Leverkusen, fallaste un penalti y el público pitó y se te escapó una peineta.
B.S. Porque ya estaba viciado. Muchos años, uno sin jugar… Varios entrenadores. Me molestaba mucho que en ocho años sólo gané una Liga. ¿Pero esto qué es? Te vas al Madrid y ganas dos en dos años. Pero mira, Kubala, Helenio Herrera, Lattek, Menotti, Terry, Luis Aragonés, dos interinos…
M.L. Sólo sí o no. ¿Llamaste borracho a Udo Lattek?
B.S. La historia es diferente. Udo perdió a su hijo con 11 años en Alemania, cuando estaba en el Borussia Dortmund. Y se fue del país por eso. Entonces hizo amistad con Gaspart y fichó por el Barça, pero todavía con el trance de su hijo en mente. Y su mujer que era profesora de un colegio se quedó allí. Entonces Udo vino solo. Lo que le pasa, que yo le entiendo, es que ahogó las penas de su hijo con el alcohol. Y vivimos unas experiencias tremendas.
B.S. Al final sin querer, porque no me fui al Madrid para joder al Barça ni al Atleti para joder al Madrid. Son las cosas. El día que fiché por el Madrid fue por suerte porque tenía una oferta espectacular de la Juve. Me querían de sucesor de Platini y yo cumplía contrato. Era libre y negociaba. Negocié, y a raíz de un tema escolar para mis hijos no lo acepté. Y tenía un cheque en blanco pero no tenía un colegio alemán para mis hijos y no acepté. Y por eso me llamó Leo [Beenhakker].
M.L. Llegaste al Madrid con la Quinta en pleno apogeo más la vieja guardia… ¿Cómo era aquel equipo?
B.S. Perfecto. Me acogieron de una manera espectacular. Sin un pero. Empezando por Leo, que era el que me quería, hasta los jugadores. Me fui allí con sensación rara porque yo con Gallego me había llamado de todo en los partidos. Con Gallego, Camacho… Y de repente me encuentro con ellos compartiendo vestuario. Pensé: ‘Me van a poner…’ Y nada, muy bien, desde el primer día Emilio, Michel, Sanchís, Martín Vázquez y la vieja guarda. Noté una sensación diferente al Barcelona. Por eso son muy distintos. En todo. Más ambiente en el vestuario, más unión equipo club, mucha cercanía. Mendoza y FernándezTrigo, que era el que mandaba. Mendoza era más de las comiditas, las barbacoas, pero la disciplina la llevaba Trigo.
M.L. Un equipo que necesitaba un centrocampista como Schuster aunque había estado Jankovic y estaba Gallego. Hubo críticas a que acaparabas el juego.
B.S. Uno que me criticó mucho fue Valdano porque decía que el fútbol iba a ser más lento por mi culpa. Pero te puedes imaginar lo que me importaba. Pasaba olímpicamente. Fuimos a Holanda la pretemporada y me tocó en la habitación con Ricardo Gallego. Cuando lo supe fui todo el pasillo pensando en lo que me iba a esperar. Y fue increíble, lo pasé pipa con él. No lo esperaba. Entré con muy bien pie al Madrid. Era la época de los tres extranjeros, fichamos después a Óscar Ruggeri.
M.L. La espinita fue la Champions con el 5-0 del Milan.
B.S. Noté un poco el shock del año anterior de caer en semifinales sin perder en toda la competición. Eso fue un golpazo tremendo. En cuartos cayó otra vez el PSV. Hicimos la revancha, les echamos. Y luego el Milan con Rijkaard y Ancelotti en el centro. Nos ganaron por un tema mental. Yo antes del partido tenía sensación de que nos iban a meter. Llegamos con 1-1, con la mala suerte del gol de Van Basten en la ida, pero desde la preparación fue clave el tema mental. No estábamos a la altura. Técnica y físicamente sí. Hicimos el doblete… pero el tema mental no.
M.L. Sacchi le pegó un repaso a Leo.
B.S. Bueno, a todos nosotros. Los entrenadores compiten, pero a raíz del 1-0 de lejos de Ancelotti… No nos metieron siete u ocho porque se echaron para atrás.
M.L. ¿Le faltaba a la Quinta el carácter?
B.S. Parecía eso, que no aparecieron. Puede ser.
M.L. ¿Mendoza era tan vividor?
B.S. Quizá es el presidente con menos trato que he tenido. Sólo los buenos días. Su trato era para los niños de la quinta que los trató de maravilla. No fue ningún problema. No pasa nada, pero era un hombre que vivía más ser el presidente. Detrás había otra persona que ponía las reglas.
M.L. Fernández Trigo era el gran desconocido.
B.S. Como José Ángel Sánchez ahora. La gente no sabe quién es pero maneja el club. Fernández Trigo me llamó al despacho y me dijo: ‘Tienes que venir que tenemos un problema contigo. Me han comentado que has dejado de firmar autógrafos a unos niños’. Yo, en esa época, también en Barcelona, era una persona que si me tocaba el buen día firmaba 30.000, pero como me tocara el día feo, yo mandaba a tomar por culo… era muy borde en eso. Y jamás en Barcelona nadie me dijo algo de esto. Trigo me dijo: ‘Si quieres estar el Madrid, estás obligado a firmar los autógrafos que sea. Y desde ese momento firmo a todo el mundo. Hoy, puedo decir que no he dejado a una persona que me ha pedido algo... Aunque sea en el culo. Eso era Fernández Trigo. Y a mí me encantaba eso porque a veces nosotros, las grandes estrellas parecemos dioses, pero hacemos muchas tonterías. Muchas cosas que no son correctas y necesitas una persona al lado. Por eso decía que necesitaba una persona que me guiara un poquito. Y aquí en el Madrid, en el propio club había uno. Era el complemento idóneo.
"‘Si quieres estar el Madrid, estás obligado a firmar los autógrafos que sea. Y desde ese momento firmo a todo el mundo."
M.L. ¿Cómo era Jesús Gil?
B.S. Una persona imprevisible. Un tío con un corazón enorme. Como necesitaras algo no tardaba nada. Por otro lado tenía una exigencia por cómo veía el fútbol y el club. Luchar, correr y sudar. Luego puedes hacer lo que quieras. Puedes perder un partido, no pasa nada. ¿El Atleti tiene esa fama no? De club trabajador de gente que quiere ver que tú, con lo que ganas, tienes que sudar. Y como viera que no era así, ponía una reunión de un minuto a otro. Esas reuniones, para que veas como es Jesús Gil, eran en una mesa larga de reuniones, para 30 o 40 personas. Y los 20 estábamos atrás, las primeras 10 sillas vacías. Como empezara tal y tal y tal… se quitaba la chaqueta que cabían 3 jugadores… Pero no nos reíamos. Le teníamos un respeto total, por eso nos sentábamos atrás. En 15 minutos nos dejaba bien claro qué es el Atleti y ya está. Por su presencia y atrevimiento en meterse con todo el mundo, te asusta. Este nos mata, pensábamos. Pero he conocido a su familia, hasta llegar a montar a su Imperioso que sabía español…su finca de fines de semana con mis hijas montando a caballo, una amistad…hasta hoy.
M.L. La imagen tuya del Atleti es ese gol de falta.
B.S. Ahora te para cualquier atlético por la calle, y te dicen…ese gol…
Bernd Schuster: Final de la Copa de Europa de 1986 from Líbero on Vimeo.