Texto Eduardo Bravo.- A lo largo de su vida, Carlos Toro ha compuesto más de mil canciones. Ochocientas están registradas en los archivos de la Sociedad General de Autores. Alrededor de quinientas son originales y trescientas, adaptaciones al castellano de éxitos internacionales. Entre las primeras se encuentran hitos como Resistiré del Dúo Dinámico, Mamá quiero ser artista de Concha Velasco y Desesperada de Marta Sánchez; entre las adaptaciones, temas que habían popularizado artistas como Demis Russos o Umberto Tozzi. Suya es la versión castellana de Te amo y de Centro de gravedad permanente de Franco Battiato, pero nada de todo este asombroso repertorio ha obtenido el éxito de la que seguro es la más conocida de sus aportaciones al mundo de la música: la letra de Oliver y Benji. ”La canción de mi vida es Resistiré. Es un himno, es la hostia. Por calidad artística, por repercusión artística, por ingresos, por satisfacciones morales y sentimentales… –explica Toro con una paciencia que seguro le habrá sido muy útil para lidiar con más de una estrella de la música–.
Pero seguramente Oliver y Benji es la segunda, no por ingresos, pero sí por repercusión. En realidad, ni siquiera se llama Oliver y Benji. El título de la serie era Campeones. En la ficha de la SGAE ha habido que poner “Oliver y Benji, véase Campeones” porque para la gente ha pasado a ser “Oliver y Benji”. Campeones era la adaptación en dibujos animados del manga Capitán Tsubasa de Yōichi Takahashi. Publicado por primera vez en Japón en 1981 para fomentar la práctica del fútbol entre los niños nipones, tuvo tan buena acogida que propició varias secuelas, capítulos especiales, largometrajes, videojuegos y todo tipo de material promocional. En España su emisión coincidió con la llegada de las televisiones privadas. Todas las tardes, los espectadores más jóvenes asistían a los partidos que disputaban el delantero Oliver Atton y el guardameta Benji Price, algunos de los cuales podían durar semanas. ”Era una serie para Tele5, que por entonces estaba dirigida por Valerio Lazarov. Me entrevisté con él un par de veces en su despacho de Torre Picasso y, además de esta, me encargó otras canciones”.
. ”Era una serie para Tele5, que por entonces estaba dirigida por Valerio Lazarov. Me entrevisté con él un par de veces en su despacho de Torre Picasso y, además de esta, me encargó otras canciones”.
Carlos Toro y Tele5 colaboraron en un total de 12 series, entre las que estaban La panda de Julia, sobre voleibol; Lupin, Soñar con los ojos abiertos, o Supercampeones, una de las secuelas de Oliver y Benji. ”Todas han quedado eclipsadas por Oliver y Benji. Esta Navidad hará dos años que me vino una liquidación fuerte de Portugal porque es un exitazo brutal en la televisión portuguesa. Con la letra española, claro, que es la que yo cobro porque la canción original es de Tele Cinque”.
La sintonía original de Capitán Tsubasa, titulada Moete Hero, había sido compuesta por Hiroki Okita. Sin embargo, cuando Tele Cinque adquiría los derechos de las series de anime japonesas, acostumbraba a encargar una nueva canción a dos de sus compositores de cabecera: A. Valeri Manera y C. Carucci. ”El tema venía de Italia. Solo me dijeron: ‘Esta es la canción’, me dieron la letra italiana, le eché un vistazo medio distraído para ver cómo encajaban algunas palabras y ya está. Cuando eres músico profesional, hacer Oliver y Benji no tiene mucho secreto. Casi me resultó más difícil escribir un texto tan sencillo. Mi temor era que saliera algo demasiado simple porque, aunque estuviera dirigido a los niños, no quería que fuera trivial. Mi intención era que pudiera escucharlo también un adulto. Me lo pensé un poco, salió y… un exitazo”. Fernando Torres ha declarado en alguna ocasión que de pequeño quería ser como Oliver Attom.
Si bien puede resultar arriesgado pensar que Carlos Toro ha tenido algo de
responsabilidad a la hora de despertar la vocación deportiva del Niño Torres –“Creo que habría empezado a jugar al fútbol de todas maneras”, afirma con humor–, de lo que no hay duda es de que, nada más escuchar las palabras “O-li-ver,-Benji”, toda una generación sabría cómo continuar el estribillo. ”Incluso ahora, gente ya mayor menciona esas interminables carreras camino del balón, mientras Oliver o Benji, no sé cuál, corría con la misma cara, con esos ojos… O cuando avanzaba de esa forma compulsiva ¡y nadie le entraba! Es algo que los padres se lo cuentan o se lo ponen en la televisión a sus hijos y que continúa de unos a otros. Por ejemplo, en la comunidad en la que vivo me ha tocado cantarla varias veces. En septiembre, cuando se cerraba la piscina, los críos hacían una fiesta. Los padres, que es gente que se ha criado con Oliver y Benji, saben que su vecino Carlos es el autor de la canción y me ha tocado más de un vez estar con la guitarra allá van con el balón en los pies….”.
Aunque es el estribillo lo que ha calado en el imaginario popular, el tema posee la estructura clásica con su introducción –a la que pertenece ese verso al que hace referencia Carlos Toro– y su puente, en los que se aprovecha para ensalzar los valores del deporte. ”Se quería que fuera una canción atractiva para los críos y, aunque no me dijeron que se exaltasen los valores deportivos, eso es algo que se sobreentiende. Más aún siendo yo periodista deportivo”. La vida de Carlos Toro podría dar para una serie de la HBO. Cantautor promesa en la España de finales de los 60 y principios de los 70, apoyado por la Cadena Ser, por entonces Radio Madrid, llegó a actuar en varios Gran Musical y compartir escenario con estrellas de la talla de Joan Manuel Serrat. ”Firmé un par de contratos, hice algunas maquetas pero la cosa no acabó de funcionar porque a unas discográficas les gustaban mis letras pero no mi voz y a otras les gustaba la voz pero no les convencían las letras. Me propusieron entrar en Aguaviva cuando el grupo se disolvía y al final se disolvió porque no había forma de salvarlo. Eso me permitió ir conociendo a gente del ambiente hasta que, un día, me encargaron una adaptación.
”Firmé un par de contratos, hice algunas maquetas pero la cosa no acabó de funcionar porque a unas discográficas les gustaban mis letras pero no mi voz y a otras les gustaba la voz pero no les convencían las letras."
Me podían haber pedido un original, pero fue una adaptación”. Las adaptaciones eran un acierto seguro para las discográficas. Respaldadas por el éxito de un artista internacional, en ocasiones podían ser interpretadas por él mismo en castellano o por cantantes locales como Marisol, una de las primeras que interpretaron una adaptación de Carlos Toro. “Se titulaba ‘Ven, ven’. Era una versión de Marie Laforêt y fue un éxito. Luego fueron llegando adaptaciones para Demis Russos, temas originales para Marta Sánchez, para Paulina Rubio, Concha Velasco, el Dúo Dinámico y, cuando te das cuenta, te plantas con casi 70 años con más de 1.000 canciones compuestas”.
Un trabajo que Carlos Toro compaginaba con el de periodista deportivo, profesión a la que llegó, como a las adaptaciones musicales, un poco por casualidad. ”A través de un amigo, Eduardo Chamorro, recientemente fallecido, que sabía que yo escribía bien, no cosas deportivas sino relatos, me llamaron para Cambio 16. La dirigía por entonces Fernando González Urbaneja y pensé que me llamaba para la sección de música. Me dijeron que habían pensado que el deporte, en esa nueva sociedad española que surgía, necesitaba un enfoque diferente al que se le daba normalmente. Me encargaron una cosa de atletismo, la hice, nadie me dijo si estaba bien o mal y continué colaborando con ellos. Tenía 39 años”. En 1986, tras publicar un reportaje con motivo de los mundiales de atletismo de ese año, Pedro J. Ramírez, Director de Publicaciones del Grupo 16, le propuso incorporarse al periódico.
”Mientras que en la música tuve que entrar poco a poco, en el periodismo entré a lo grande. No quería ni despacho, ni teléfono, ni nada. Lo que quería era libertad y Pedro J. me la dio, cosa que me granjeó no pocas antipatías en la redacción. Me envió a Seul para cubrir los Juegos Olímpicos del 88, y hasta ahora”. Entre la música y el deporte, Carlos Toro podía pasar más de 200 días al año fuera de casa. “Llegaba de cubrir una competición internacional, dejaba la bolsa y me iba a grabar a Londres o a Los Ángeles”. Algo que hoy es impensable: la música y el periodismo son tal vez las profesiones que peor han digerido la aparición de internet y otras tecnologías digitales. ”Sinceramente, elebro que me haya pillado esto por encima del bien y del mal o, por lo menos, a salvo. Ni la música ni el periodismo las necesito para vivir, pero me dan la vida. Si por alguna razón el periódico cierra o me echa, tengo la casa pagada, tengo ahorros, pero hay mucha gente que no está en mi situación. Los que pierdan el tren ahora con 40 años, que es la edad con la que yo empecé en el periodismo, difícilmente lo van a poder coger de nuevo”. Carlos Toro ya no viaja a cubrir eventos deportivos. No cree que un señor de casi 70 años y pelo cano tenga que estar en ruedas de prensa cargando con un ordenador a sus espaldas. Tampoco le gustan los aeropuertos.
Sencillamente, ya no le apetece ese estilo de vida y además puede permitirse el lujo de decirles no a sus jefes. Eso ha provocado que tenga que ajustar a la baja sus emolumentos en El Mundo donde, además de deporte, escribe sobre temas de internacional y defensa. En todo caso esa merma económica le sigue mereciendo la pena. Desde su columna habla sin tapujos sobre los estratosféricos sueldos de los jugadores de fútbol o del lío de los derechos de emisión de la Champions y, cuando le apetece, compone canciones que cede a editoras amigas para que las gestionen ellos y quitarse de problemas. En definitiva, todo orbita alrededor de eso que ha buscado a lo largo de su vida: más libertad. ”En la música ya no hago casi nada. Iba a hacer la que sería mi obra cumbre, el himno del Madrid 2020, pero caímos frente a Tokio. No pudo ser”. •
Fotografía: Lino Escurís