Catar 2022. ¿Cuántas vida cuesta un Mundial?

La designación de Catar como sede del mundial de fútbol 2022 sigue rodeada de polémica. A las críticas por el clima extremo, se suman las malas condiciones laborales de los trabajadores emigrantes y el uso que las autoridades hacen de este deporte para blanquear sus políticas contrarias a los derechos humanos.

Eduardo Bravo.- En diciembre de 2010, la FIFA designó a Catar como sede del Campeonato Mundial de Fútbol de 2022. A partir de ese momento, el país árabe comenzó a construir las infraestructuras necesarias para acoger el evento, tarea para la que fue necesaria la contratación de trabajadores procedentes de países de la zona. La llegada masiva de esa mano de obra extranjera tuvo una notable incidencia en la vida del país, tal y como reflejan las estadísticas de consumo, transporte, alojamiento o defunciones. En este último capítulo, los datos oficiales proporcionados por las autoridades cataríes certifican 15.021 fallecimientos de ciudadanos extranjeros en el periodo comprendido entre 2010 a 2019. En principio, esta cifra -que ronda los 1.400 fallecidos al año- no resultaría llamativa si se compara con la de otros países incluido España, donde, según el Instituto Nacional de Estadística, fallecieron 1.220 personas no nacionales en 2019.

No obstante, la cuestión se torna peliaguda a la luz de las revelaciones realizadas el pasado mes de febrero por The Guardian. Según el diario británico, de esos 15.000 fallecidos extranjeros, 6.500 habrían sido trabajadores empleados directa o indirectamente en las obras del mundial. Aunque en declaraciones a la prensa internacional el CEO de Qatar2022, Nasser Al Khater, ha negado esas cifras y ha afirmado que tan solo tres trabajadores han fallecido en las obras del Mundial, las estimaciones de The Guardian han sido lo suficientemente rigurosas como para que Amnistía Internacional las utilizara como base para un informe en el que arroja luz sobre las malas condiciones laborales de esos trabajadores.

MANO DE OBRA» Un trabajador de la construcción de un estadio en Doha en 2019. Foto. Niklas Larsson

Mientras que la FIFA decidió que el campeonato se disputase en noviembre para evitar que los jugadores estuvieran expuestos a las altas temperaturas de los meses de verano, los extranjeros empleados en las obras del Mundial están obligados a cumplir jornadas extenuantes que, en muchos casos, se desarrollan con equipamientos precarios, lo que aumenta el riesgo de accidentes. Así sucedió en el caso de Manjur Kha Pathan, conductor de 40 años obligado a realizar turnos de 12 y 13 horas al día, a pesar de que el aire acondicionado de su camión no funcionaba correctamente. Fallecido el 9 de febrero de 2021 mientras realizaba su trabajo, la causa de la defunción fue, según las autoridades, un mero fallo cardiovascular provocado por una enfermedad previa. La explicación, sin embargo, no encajaba del todo bien con el requisito ineludible de presentar un certificado médico de buena salud para obtener el permiso que habilita para trabajar en Catar.

Según The Guardian de esos 15.000 fallecidos extranjeros en 10 años en Catar, 6.500 habrían sido trabajadores empleados directa o indirectamente en las obras del mundial.

“Cuando hombres sanos y relativamente jóvenes fallecen de manera repentina después de trabajar durante muchas horas en condiciones de calor extremo, se suscitan serias dudas sobre la seguridad de las condiciones de trabajo en Catar. Al no investigar las causas fundamentales de las muertes de trabajadores migrantes, las autoridades cataríes están haciendo caso omiso de unas señales de alarma que, si se abordaran, podrían salvar vidas”, explicaba Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional.

Para averiguar las causas reales de los fallecimientos de esos trabajadores, la ONG se propuso estudiar los certificados de defunción de los trabajadores migrantes muertos entre 2017 y 2021, labor que no resultó sencilla debido al oscurantismo que, sobre este tema, imponen las autoridades cataríes. A consecuencia de estas limitaciones, la muestra de casos manejada por Amnistía Internacional resultó muy pequeña. Apenas 18 certificados, 15 de los cuales no señalaban las causas reales de la muerte, sino que recurrían a términos ambiguos como “insuficiencia cardiorrespiratoria aguda debida a causas naturales”, “insuficiencia cardíaca sin especificar”.

TRABAJADORES» Uno de los empleados del Estado cataría para la construcción de los estadios.

Calificar la causa de la muerte como natural en lugar de accidente laboral no es un detalle menor. Además de enmascarar las malas condiciones laborales sufridas por los fallecidos, impide que las familias de los trabajadores migrantes cobren los seguros que les corresponderían. Este hecho es aún más relevante si se tiene en cuenta que las cuantías de estas indemnizaciones no supondrían un gran desembolso para el próspero gobierno catarí. Tan solo 3.000 o 4.000 dólares (unos 2.600 o 3.500 euros), que ni siquiera alcanzan para pagar los gastos administrativos destinados a obtener los permisos de inmigración o el viaje a Catar desde el lugar de origen de los trabajadores.

SILENCIO INTERNACIONAL
A pesar de que un 70% de los trabajadores migrantes que prestan sus servicios en Catar procede de Bangladesh, las autoridades de este país no se han pronunciado oficialmente ante el problema. Este posicionamiento resulta sorprendente por ignorar las consecuencias que esas muertes provocan en las familias de sus trabajadores nacionales, las cuales quedan privadas de una importante fuente de ingresos y, en muchos casos, endeudadas de por vida para hacer frente a los préstamos solicitados para enviar a sus familiares al país vecino.

Tampoco se han pronunciado sobre este grave problema esos otros trabajadores migrantes que también desempeñan su labor en Catar: los futbolistas. Lejos de utilizar su popularidad para concienciar de esas malas condiciones laborales y presionar a los responsables para solucionarlas, ese colectivo ha preferido mantenerse al margen de la polémica.

ESTADIOS» Obras en uno de los recintos del Mundial de Catar 2022.

Xavi Hernández, flamante entrenador del F. C. Barcelona y hasta fechas recientes jugador del equipo catarí Al-Sadd, por ejemplo, no ha realizado declaraciones sobre las condiciones de los trabajadores migrantes. Sin embargo, no ha desperdiciado la oportunidad de mostrar su fascinación por el país árabe y, muy especialmente, por el Mundial de 2022. “Catar lo tiene todo. […] No tengo ninguna duda de que la gente se sorprenderá gratamente cuando llegue a Catar y experimente lo que el país tiene que ofrecer”, declaró a Marca en 2020 el actual entrenador blaugrana, que aprovechaba también para quejarse de que sobre el país “existen muchos prejuicios y hay mucha crítica infundada. Aunque no es una democracia —reconocía—, el país funciona mejor que España”.

“Catar lo tiene todo. […] No tengo ninguna duda de que la gente se sorprenderá gratamente cuando llegue a Catar y experimente lo que el país tiene que ofrecer”, declaró Xavi a Marca en 2020.

Apoyos como el de Xavi Hernández son un balón de oxígeno para las autoridades del país árabe que, como las de Arabia Saudí, utilizan el deporte para blanquear su imagen de cara al exterior y acallar las críticas sobre vulneración de derechos humanos, discriminación de mujeres y persecución del colectivo LGTBI+. Para lograr su objetivo, estos países árabes cuentan con la complicidad de las federaciones de fútbol europeas. La Premiere League, por ejemplo, autorizó que Mohammed bin Salman adquiriera el Newcastle United Football Club, sin importar que el príncipe saudí estuviera relacionado con el secuestro, asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi. Por su parte, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) no tuvo problema en que la final de la Supercopa se celebrase en el estadio Rey Abdullah de Yeda, en Arabia Saudí.

Amnistía Internacional ha puesto en marcha diferentes acciones para concienciar a la población y forzar cambios en las condiciones laborales de los trabajadores de Catar. Entre ellas, proponer a las selecciones nacionales que luzcan en sus partidos un brazalete con la leyenda “Qatar 2022. Derechos humanos”. Con ese objetivo, miembros de Amnistía Internacional se desplazaron el pasado 5 de noviembre a la sede de la RFEF en Las Rozas para hacer entrega de dicho complemento. Si bien Pablo García Cuervo, responsable de comunicación de la RFEF, reconoce no tener aún noticia de dicha visita, sí hace hincapié en el compromiso de la entidad con los derechos humanos: “El presidente siempre ha declarado que la salud es lo primero. Además, la entidad está alineada con las acciones que la FIFA y la UEFA han puesto en marcha en relación a la seguridad y los derechos humanos”.

Entre esas iniciativas, García Cuervo destaca el parche Respect de la UEFA, que los jugadores lucen en sus equipaciones y que, entre otras cosas, defiende la igualdad y el rechazo a la violencia o a cualquier mensaje de contenido racista. La Federación defiende que su “compromiso va más allá de lo que propone Amnistía Internacional porque no se circunscribe únicamente a los derechos de los trabajadores empleados en Catar”. Preguntado si dicho parche se incluirá en el uniforme que la Selección española utilizará en el Mundial de 2022, Pablo García Cuervo responde que no tendría por qué no ser así aunque, reconoce, “la última decisión la tienen la UEFA y la FIFA”. •