Cuando el fútbol puede ser una poderosa herramienta de reivindicación social

El fútbol femenino puede ser una poderosa herramienta para ayudar, y hasta para guiar, un cambio social en un momento en el que determinados derechos de las mujeres parecen en entredicho, derechos que ya se daban por conseguidos hace años.

Líbero.- La selección española de fútbol femenino anda estos días por Inglaterra en una cruzada mucho mayor que un título; buscan confirmar y aumentar el crecimiento del fútbol, y del deporte, femenino en un país poco receptivo con las novedades, aunque cada vez lo sea menos. Los resultados de la Eurocopa Femenina determinarán el éxito de tal empresa; el título, o quedarse cerca, sería un espaldarazo quizá definitivo. Un fracaso, como tantos que ha tenido la selección masculina, podría ser un duro golpe para la credibilidad de algo que es más que un proyecto futbolístico.

El fútbol masculino, en España, hace ya muchos años que dejó atrás cualquier necesidad de éxito para establecerse como el fenómeno de masas que es hoy día. Posiblemente, nunca fuera como tantos otros deportes que en nuestro país esperan los Juegos Olímpicos cada cuatro años como una oportunidad de que algún deportista, de talento descomunal e inagotable capacidad de trabajo, brille y rasque medalla, y ello permita dar a ese deporte una visibilidad inalcanzable por ningún otro medio. Eso sí, en este aspecto, algo tan increíble como llegar a los JJOO no sirve para nada si no hay medalla, y el deportista apenas será mencionado, caerá en olvido mediático y en el desagüe de la historia del deporte español, repleta de héroes anónimos. Pocas cosas tan españolas como desprecias al que lo ha sacrificado todo por un sueño que está cumpliendo, pero que no aparece en podio final.

Pero el fútbol femenino sí se ha encontrado en una situación parecida, pese a que no es la novedad que parece ser, ya que, por poner un ejemplo, las pioneras antecedentes de este Barça campeón de todo comenzaron a pegar patadas al balón en los años 70.

Antes de que la Federación reconociera oficialmente el fútbol femenino, algo que llegó en 1980 y que ayudó, pero poco, ya los medios de comunicación, que a menudo han sido más una lacra que una ayuda en España, aún lo despreciaban.

Antes de que la Federación reconociera oficialmente el fútbol femenino, algo que llegó en 1980 y que ayudó, pero poco, ya los medios de comunicación, que a menudo han sido más una lacra que una ayuda en España, aún lo despreciaban.

Pero España es un país con una fuerte, muy fuerte, tradición y le ha costado ver al fútbol femenino con buenos ojos. Ha costado años, y también creerse que aquí también se podía ganar, especialmente ante naciones de una teórica superioridad física, pero parece que por fin se ha llegado a una posición óptima para dar ese empujón que podría poner al fútbol femenino en el foco mediático de un país en el que el fútbol masculino no suele dejar más que migajas a otras disciplinas.

Esta Eurocopa, así como el Mundial de 2023, es una gran ocasión para demostrar que el fútbol femenino es importante y merece atención. No es que si se pierde merezca menos atención, pero el resultadismo es algo arraigado en nuestra forma de pensar, y, por lo tanto, si el resultado no es el deseado todo lo válido del mensaje y todo por lo que se ha luchado hasta este punto puede valer de bien poco.

Fue icónico el momento en el que Irene Paredes firmó con Luis Rubiales un acuerdo para equiparar porcentualmente lo que reciben los chicos y las chicas, y supuso, obviamente, otro paso adelante para el fútbol femenino, pero aún queda un largo camino. Un camino que no es diferente al de la lucha de las mujeres por obtener derechos y equipararse a los hombres en todos los aspectos de nuestras sociedades.

Fue icónico el momento en el que Irene Paredes firmó con Luis Rubiales un acuerdo para equiparar porcentualmente lo que reciben los chicos y las chicas

El fútbol femenino puede ser una poderosa herramienta para ayudar, y hasta para guiar, un cambio social en un momento en el que determinados derechos de las mujeres parecen en entredicho, derechos que ya se daban por conseguidos hace años. Un cambio social mucho mayor que estas jugadoras y sus goles, y mucho mayor que la propia Eurocopa que se encuentran disputando. •