Cuando un amigo se va

Si hay alguien que amaba la pelota ese era Juan Román Riquelme. En nuestro número doce, con motivo de su retirada, rendimos tributo a una figura distinta, alejada del convencionalismo y con un único amor: la pelota. El profe Signorini nos relata lo importante del diez y su influencia.

*Fernando Signorini.- Estoy seguro que cuando a ese delicioso artista que es Alberto Cortéz se le despertaron los duendes en alguna de esas incomparables noches estrelladas de su Rancul natal (en la muy argentina provincia de La Pampa) lejos estaría de imaginar que yo algún día iba a recurrir al contenido de su maravillosa canción “Cuando un amigo se va” , para referirme a la reciente despedida de ese otro duende que nos llenó el corazón de infinito placer, la cara de sonrisas, los ojos de asombro, las manos de aplausos y nuestras gargantas de “gooooool”…. Que digo ¡golazo! De Juan Román Riquelme…. Y tiene razón Alberto, porque “Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo”… Si, porque qué otra cosa es sino uno de nuestros mejores amigos, aquél que es capaz de regalarnos retazos de felicidad elevando a la categoría de arte “al deporte más lindo del mundo”, gracias a la magia de su descomunal talento… Por eso no tengo dudas que “Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido, que no se puede apagar, ni con las aguas de un río”… Ni siquiera la de todos los mares serían suficientes para sofocar ese voraz incendio que sus antológicas gambetas encendieron en nuestras entrañas y que continuará ardiendo en todos quienes tuvieron la exagerada fortuna de serle contemporáneo…

“Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido, que no se puede apagar, ni con las aguas de un río”

O acaso no coinciden ustedes también con Alberto en que “Cuando un amigo se va, una estrella se ha perdido, la que ilumina el lugar, donde hay un niño dormido”… A mí se me entibia el corazón de solo pensar en esa muchedumbre de niños de la calle, para quienes otro ser de miel como lo fue el inolvidable “huarpe” mendocino Armando Tejada Gómez, escribiera el inmortal poema “Hay un niño en la calle” que cantara como nadie la inolvidable Mercedes Sosa. Porque bien sabemos –a quienes nos interesa saber- que muchos de los más extraordinarios futbolistas de la élite mundial (Maradona- Tévez- Agüero- Riquelme)…. Dieron sus primeros berridos en esos humildes barrios que le hicieron decir con resignación a don Atahualpa Yupanqui “Dios por aquí, no paso”…Si señor; es indudable que “Cuando un amigo se va, se detienen los caminos y se empieza a rebelar, el duende manso del vino”… Porque ya hoy mismo, apenas unos días después de su adiós definitivo de las canchas, serán más de muchos quienes, al ser incapaces de digerir tan angustiante noticia, vayan como sonámbulos a buscar el auxilio del milagroso brebaje que pare el generoso vientre de las viñas, para que sus milagrosos efectos los ayuden a disipar la pegajosa angustia que les trepa por el pecho…O acaso no es cierto que “Cuando un amigo se va, queda un terreno baldío, que quiere el tiempo llenar, con las piedras del hastío”… Y vaya si quedarán terrenos baldíos, sobre todo aquéllos de forma rectangular delimitados por líneas de cal y rodeados de gigantescas tribunas en donde apasionadas multitudes se relamían de placer con sus indescifrables pases de consumado torero…

Qué lástima que “Cuando un amigo se va, se queda un árbol caído, que ya no vuelve a brotar, porque el viento lo ha vencido”… y es así nomás –aunque nos duela- el indiferente e incesante viento del tiempo termina por ganar todas las batallas, por mansillar todas las cosas, por apagar todas las estrellas y un día, todos los soles…

Salud Román, vos también te escapaste del altar de la historia, y ya, para siempre, serás leyenda.-

Tuve la increíble fortuna de trabajar junto a Román durante su estada en Barcelona, fueron dos inolvidables meses en los que pude disfrutar de su desmedido amor por la pelota, emocionarme por su admirable casta de jugador de raza y sorprenderme al descubrir que, dentro del fantástico jugador, se escondía un magnífico ser humano. Salud Román, vos también te escapaste del altar de la historia, y ya, para siempre, serás leyenda.-

*Fernando Signorini (Buenos Aires, 1950) es preparador físico. Trabajó con Diego Armando Maradona desde su llegada a Barcelona en 1982 hasta 1991. Fue el preparador del 10 en los Mundiales de México 86, Italia 90 y EEUU 94. Fue parte del cuerpo técnico de Argentina en Sudáfrica 2010. Autor de ‘Fútbol llamado a la rebelión. La deshumanización del deporte’