Cueste lo que cueste. El fútbol ya no es la polla

Recorrido por la lucha de las mujeres por abrirse camino en el fútbol profesional. France Football ha concedido su primer Balón de Oro a Ada Hegerberg pero la historia se tuerce cuando al dj y productor Martin Solveig,no se le ocurre otra cosa que preguntarle si sabía que perrear. "¿Puedes hacer twerking?".

Ana Rosa Maza.- "La primera vez que me llamaron para la selección fue en el 96, cuando se estaban jugando la clasificación para la Eurocopa. Después jugamos una eliminatoria contra Inglaterra; en aquella época era la favorita”. Hasta el pasado mayo de 2015, Maider Castillo era la única jugadora que seguía en activo del equipo que llevó a España por primera vez a un torneo internacional, la Eurocopa de Noruega y Suecia en 1997.

Se acaba de retirar. Dice que ha pasado mucho tiempo pero su memoria no da tregua a la emoción y confiesa que se le ponen los pelos de punta al recordarlo. “Primero jugamos en Montilla, ganamos 2-1. Luego fuimos a Inglaterra (Tranmere). El estadio estaba lleno, lleno hasta arriba. Tuvimos la suerte de que en la primera jugada marcamos”. Pero en el segundo tiempo las inglesas empataron. “Imagínate, nos pasamos 15 o 20 minutos las once debajo de la portería. Recuerdo que en aquella época estaba Roser de portera”. Una afición inglesa entregada al espectáculo lamentaba cada vez que las españolas impedían que las suyas marcaran. “Lo normal en el fútbol”.

Maider Castillo UD LevanteFotografía: UD. Levante. Jorge Ramírez

Ni Maider ni el resto de sus compañeras había visto algo así en España. Son esa generación que jugaba por hobby, porque les gustaba; en la que no había entrenamientos con los equipos ni concentraciones de la selección. De hecho, la preparación para ese europeo, un mes de entrenamiento en el CAR de Barcelona, se les hizo durísimo. Nunca habían entrenado mañana y tarde durante tanto tiempo seguido. Contra todo pronóstico, las españolas volvieron a casa siendo terceras. Fue el primer hito de la selección femenina de fútbol.

Contra todo pronóstico, las españolas volvieron a casa en 1997 siendo terceras. Fue el primer hito de la selección femenina de fútbol.

Han pasado 21 años desde aquella primera vez. Parece que no es nada “pero en el fútbol eso es muchísimo”, apunta Maider. La percepción es que el ritmo al que se suceden los avances para las futbolistas es lento; como si fuera un relato lleno de puntos y seguidos. En realidad, son ellas las que no se detienen. Estudian. Trabajan. Tienen hijos, o no. Pero el fútbol está siempre. Muestra de una actitud de sacrificio y perseverancia necesaria para que el partido siga. También, señal de que todavía quedan partidos difíciles por jugar, a pesar de que existan países en los que las jugadoras disfruten del reconocimiento como deportistas y de que se las conozca con nombres y apellidos. 

MUNDIAL DE CANADÁ
Estamos en 2015, que también es año de Mundial como lo fue 2014, aunque con menos contratos publicitarios en juego. Canadá da la bienvenida a 24 selecciones, entre ellas, a la española. La otra Roja o simplemente la Roja, por qué no. Es nuestro primer mundial pero ya no es nuestra primera vez. Parte de esta selección fue la que puso a España de nuevo en el escenario europeo 16 años después de que Maider y sus compañeras rompieran los esquemas a las inglesas. Fue entonces, en la clasificación para la Eurocopa 2013, en el último minuto del partido frente a Escocia, cuando España escribió un punto y aparte en su historia.

El relato del fútbol femenino, en cuestión de mundiales, lleva escribiéndose los últimos 27 años. China 1991 fue el primer intento de la FIFA de dar muestras de que sus intenciones por lograr una mayor equidad en el fútbol iban en serio. Quizás 60 años tarde pero por fin las chicas tenían su propio un Mundial. Quien quiera alimentar la curiosidad que eche un vistazo en YouTube.

Hay algunos partidos que corresponden a la cobertura que hizo Sports Channel America. Randy Hahn, comentarista de la cadena desplazado a Guangzhou (una de las cuatro sedes del campeonato), retransmitía los partidos junto a Ricky Davis, jugador estadounidense del New York Cosmos. Las imágenes nos devuelven a una estética ochentera tardía, de peinados cortos y voluptuosos y de equipaciones que resultaban enormes para las mujeres, con mucho brillo y poco climacool.

El grupo Mars era sponsor oficial del evento y quién sabe si el ingenio de unos u otros –ni Mars ni la FIFA dicen tener información sobre cómo se gestó el patrocinio- hizo que se pusiera el nombre de unas chocolatinas al primer trofeo de campeonas del mundo. El equipo estadounidense levantó la Copa M&M’s ante un público local entusiasmado. El primer Mundial femenino había terminado y las mujeres habían comenzado a escribir su propia historia del fútbol.

¿QUÉ ES ESO? UN SUJETADOR
“El primer recuerdo no lo sé pero quizás sí es el mundial del que tengo más imágenes, de Mia Hamm, de Chastain quitándose la camiseta, de los estadios llenos”. Cuando se celebraba el tercer mundial de la historia, Verónica Boquete era una chica de 12 años que sólo quería jugar al fútbol. No sabía ni que había una Selección española ni una liga, ni que se podía ser profesional. “Sólo quería jugar, porque era lo que más me gustaba”. Nunca imaginó que ella también asistiría a un Mundial.

Vero Boquete en una entrevista con Líbero. Lino Escurís.

El de 1999 está en la memoria de Boquete y de muchas otras futbolistas. Era la tercera Copa del Mundo que se celebraba. Acudían 16 equipos y para entonces ya se había ganado la jugada del olimpismo, conseguida durante el segundo mundial (Suecia, 1995) y confirmada en Atlanta 96.

El primer mundial celebrado en Norteamérica rompió la norma en lo deportivo, en lo mediático y en lo social. Una puesta en escena al estilo USA, estadios gigantescos y el cartel de “todo vendido” desde el primer partido. Cerca de 2.500 medios cubrieron el campeonato y se realizó la primera cobertura continuada de un campeonato del mundo femenino para Estados Unidos. El documental The 99ers (sobre la selección estadounidense) muestra la cara más cercana de las que se convirtieron en ídolos de toda una generación de niñas. Tampoco ellas imaginaban que un día jugarían un mundial.

La final entre Estados Unidos y China en el Rose Bowl de Pasadena, en California, significó mucho más que ganar un campeonato. Brandi Chastain celebró el quinto penalti quitándose la camiseta dejando al descubierto un sujetador deportivo. No fue más que un acto espontáneo pero se convirtió en el sport bra más famoso de la historia. También supuso un cambio en la forma que las mujeres tenían de celebrar las victorias y de la percepción social que se tenía de la mujer deportista hasta entonces. Lacy Atkins fue de las pocas fotoperiodistas que captó el momento.

La foto quedaría finalista en la categoría de Breaking News Photography en los Pulitzer de 2000, pero ella no supo que había conseguido ‘la foto’ hasta que un editor de AP le preguntó si tenía el momento. “La gente se volvió loca cuando Chastain metió ese penalti y sus fotógrafos se habían quedado bloqueados por la multitud en el momento de la celebración. Tuve suerte”. La imagen dio la vuelta al mundo incluso generando parodias en la edad 'prememe' como esta de la revista LIFE y el actor Will Ferrell.

Life Chastain

La FIFA dijo que este mundial había sido el principio de una nueva era de éxitos para el fútbol femenino. Los resúmenes que la FIFA hace tras cada campeonato están cargados de entusiasmo. Cada mundial es mejor que el anterior, con mejor fútbol, con más equipos y jugadoras más profesionales. Y con cada mundial que pasa hay motivos para albergar ilusionantes expectativas para el futuro del fútbol femenino.

Desde esta perspectiva oficialista casi pareciera que al fútbol femenino le ha ido todo de maravilla desde que comenzó a celebrarse el campeonato. Es verdad que ha habido avances de forma, que invitan a pensar que algo está cambiando. En el caso de España, todos se vinculan a la clasificación de selección para Canadá. La nueva equipación y que algunas jugadoras se hayan convertido en imagen de marcas como adidas o Nike son señales de que se han dado cuenta de que hay un público que hasta ahora había permanecido desatendido.

Hasta puede que se hable de las jugadoras en los patios de colegios durante los recreos, porque hay un álbum del mundial y una colección de cromos para intercambiar.

También la prensa deportiva, la generalista y hasta las revistas femeninas se han apuntado a la moda de las chicas y han hecho un hueco en su agenda fotografía y hablar de las futbolistas aprovechando las cuatro concentraciones que ha tenido la selección desde enero. Por primera vez se vio un mundial femenino en abierto, en Teledeporte, y hasta puede que se hable de las jugadoras en los patios de colegios durante los recreos, porque hay un álbum del mundial y una colección de cromos para intercambiar.

Álbum de Cromos de Panini. FIFA.

Pero hay detalles de fondo que siguen apestando a alcanfor, que ponen en entredicho que el futuro sea tan prometedor como dice la FIFA que será y que no se tapan una camiseta nueva. Canadá 2015 fue el primer mundial que se juegue en césped artificial. La decisión, por excepcional, recuerda a la incluida en el reglamento para el Mundial de 1991 sobre la duración de los partidos, 80 minutos. Pese a la insistencia de la FIFA de que la decisión sólo responde a la necesidad de adaptarse al medio, el tufillo echa para atrás. Boquete cree que aunque no se ha conseguido el primer objetivo, si se ha logrado que en el futuro un Mundial femenino no se juegue sobre césped artificial, “no se van a volver a meter en este jaleo y van a pensárselo un poco más antes de tomar una decisión”.

Mientras la FIFA se engalana y se ocupa de discursos inaugurales y actos de clausura, declaraciones como las de Felice Belloli, exdirectivo de la federación italiana de fútbol, que instó a sus colegas a dejar “de dar dinero a cuatro lesbianas” nos devuelven a una realidad en la que la mujer futbolista todavía es juzgada por cuestiones extradeportivas, tratada con condescendencia y paternalismo, y estigmatizada según la región en la que le haya tocado jugar el partido. Un presente que sigue siendo contado por los hombres pero que en realidad son las mujeres quienes lo están escribiendo.