Guille Galván*.- Que nadie te mire como Tony Adams mira a David Seaman en medio de esa colección despistada de calcetines de Wally. Que nadie te mire así mientras se agarra el cinturón antes de desenfundar su pistola de chispa, cual pirata Drake exigiendo el honor por el botín perdido en el fondo del mar. Apagarán las luces del Parque de los Príncipes, las aficiones dejarán poco a poco el distrito XVI parisino, buscando el primer café con quién llorar o celebrar antes de subir a ese autobús que les embuche en la interminable vuelta a casa. Pasarán los años, y Mr. Arsenal y su metro noventa seguirá sin quitarse la ropa, con el brazalete de capitán apretando el bíceps, clavando su mirada sobre el último gran portero británico, su compañero de baile durante toda una década. Y desde la asquerosa confianza de las parejas que repiten una y otra vez el paternalista “ya te lo dije”. Arrancando así un monólogo de Pimpinela.
Pasarán los años, y Mr. Arsenal y su metro noventa seguirá sin quitarse la ropa, con el brazalete de capitán apretando el bíceps, clavando su mirada sobre el último gran portero británico, su compañero de baile durante toda una década.
Puedes llevar jerseys infames, te dejamos mascar chicle los noventa minutos, David. El mister te consiente ir de flamenquín tribunero: controlar balones con el pecho, atajar los tiros fáciles a una mano, vacilar al prójimo. Está bien, tío. Eres así. Pregunta cuál es tu cámara si te apetece. Atúsate el bigote en el descanso y busca en el espejo el actor porno de los 70 que llevas dentro mientras los demás nos echamos Réflex en los tobillos. Ya sabes que a mí no me va, pero siempre he respetado tu rollo. Ahora, tienes que hacer tu trabajo, cabrón. Vamos David, no me jodas, ¿dónde estabas esta noche? Me puedes explicar a dónde coño ibas en el 29 de la prórroga. ¿Qué se te había perdido fuera del área pequeña? Ese pelotazo de Nayim, ¡Dios Bendito! si parecía el despeje de un defensa nuestro. No me jodas, Spunky. 50 metros, ¡te la ha clavado desde 50 putos metros!
Que a este le conocíamos del Tottenham, estabas avisado. Te lo ha dicho Wrigth en la charla antes de la prórroga. Cuidado, David, que te están buscando de lejos. Posición, ¡posición! Que el otro, el tal Aragón ha intentado hacer lo mismo en el primer tiempo. ¿No lo has visto? ¡Ay, David! 120 minutos partiéndonos el lomo, estábamos ya en la tanda, querido. ¿Tú te crees que Cedrún iba a parar algún jodido penalti? Ya lo teníamos. Como el año pasado en Dinamarca cuando zurramos a los italianos. ¿Te acuerdas? Tú, yo, después de ganarle al Parma, levantando el trofeo: fratelli di sangue. Acuérdate de la cara que se le quedó al bobo de Zola y al colombiano. La segunda Recopa en dos años. El United a nuestros pies, imagínate. Y tú mirando por encima del hombro al blandito de Schmeichel, ¿que no? Este fin de semana nos hacía el Chelsea el pasillo en Stamford Bridge.
Está bien, tío. Eres así. Pregunta cuál es tu cámara si te apetece. Atúsate el bigote en el descanso y busca en el espejo el actor porno de los 70 que llevas dentro mientras los demás nos echamos Réflex en los tobillos.
Y el año que viene la Euro en casa. Leyendas. ¿me oyes? ¡Íbamos a ser leyendas! Tenemos una liga nueva, hemos vuelto al continente después de la que liaron los malditos reds en Heysel. Llevamos las camisetas más molonas que existen en el fútbol mundial. David, que los chavales españoles babean en la sección de deportes cuando ven una equipación inglesa. Que allí Umbro no tiene ni fábricas. ¡Muertos de hambre! ¿Tú sabes la cantidad de sudaderas que ibas a vender, anormal, con tu apellido debajo del cuello? Buenas libras te hubieses sacado de los derechos de imagen. Ahora nos viste Nike, como a Jordan.
MINUTO 29» "¿Me puedes explicar dónde ibas David?" Foto. Eric Renard
¿Te vas a quedar así toda la noche. Sin tener, ni siquiera el valor de mirarme? El Zaragoza, David. Maldita sea, es el puto Zaragoza. No estamos hablando del Madrid o del Barcelona. Que estos han venido a la final con los nombres mal pegados encima del número. Pero ¿qué hostias hay en Zaragoza? Somos de Londres, amigo. A Highbury viene Ray Daves, los Who; Paul Weller se pone la bufanda de los gunners en los conciertos. Zaragoza, Are you kidding me? A los Héroes del Silencio no les queda ni un telediario y a Labordeta no se le ha visto por París. David, la madre que te parió, has levantado a una ciudad dormida que le reza a una virgen enana. A una pandilla de coleguitas rebotados de los grandes. Pardeza, Esnáider, Solana, Poyet, Belsué, Aguado… ¿En serio? Y ese entrenador imberbe, Víctor Fernández, pero ¿cuántos años tiene? Venían con la L de loser en la frente, esta pandilla no va a saber ni dónde celebrarlo esta noche. Y lo peor es que vamos a repetir esta conversación 35 veces. 35 veces vamos a hablar de la misma mierda.
*Fe de erratas. Este artículo aparece en la versión impresa de la edición 36 de Líbero firmado por error a Pedro Zuazua. Un error de edición imperdonable del equipo de redacción de Líbero con el decano de las firmas invitadas. Guille Galván sucedió a Jorge Valdano en las páginas de Líbero en la primavera de 2013 y desde entonces ha sido decisivo como los grandes delanteros en disputar cada partido, en cada edición. Lo sentimos Guille.