Davide Moscardelli, un 'máquina'

Costacurta dijo que los goles imaginativos de este delantero barbudo eran dignos de los más grandes. “Y eso que lo dijo antes de que cumpliera 35 años. Después llegaron los mejores”, asegura este grande de 40 años que sigue destilando carisma en Pisa.

Julio Ocampo.- Puede parecer soberbio, osado y manido decir que un delantero del Pisa, a sus 40 años y desde su pequeño púlpito de la Serie B, es capaz de hacer elásticas como Ronaldo, chilenas made in Hugo Sánchez, y que además tiene la zurda de Messi o Dybala. Davide Moscardelli (Béligica, 1980) debutó en Serie A hace diez primaveras... Luego es imprudente y presuntuoso subrayar que se trata de una estrella ya que –quizás- la verdad se vería seriamente lesionada. No es Alessandro Del Piero, pero sus roscas con balones anidados en las redes del segundo palo nunca tuvieron nada que envidiar. Tampoco las rabonas de Quaresma, el juego de espaldas a lo Ibra (mide casi 1,90 y pesa 85 kg) o la barba de Rasputin, Darwin, Marx, Chabal o Harden.

Encarna el aura mediática, legendaria, contradictoria y humana de un futbolista –anti divo- singular y atípico criado en la Roma popular, de periferia. Esa que, con la birra y el bocata de mortadela, latía con los goles de Rudi Völler y Pruzzo, pero sobre todo con los de Batistuta, Montella y Totti. Bienvenidos a Moscardellandia. Un mundo donde la leyenda y la realidad se entremezclan, se mimetizan, se confunden.

Si en España la gente ve tus goles por Youtube, a tu edad, no se lo cree. A la altura de los más grandes, sin embargo nunca los clubes pagaron demasiado por ti. ¿Recuerdas la cantidad máxima?
No me acuerdo. No llego ni siquiera a un millón. Creo que es lo máximo que pagaron por mí, pero no estoy seguro. Quizás menos, algo menos. Ya poco importa.

Costacurta dice que tus goles no envidian los de Messi o Maradona.
Piensa que cuando dijo eso aún no llegaron los mejores. Esos vinieron cuando cumplí 35 años. Mejoro como el vino. Es obvio que los excesivos elogios me asustan, pero intento estar con los pies en el suelo.

De Bélgica a los suburbios romanos. De Mons a Tor di Cenci. ¿A qué edad llegaste a Italia?
Nací en Bélgica porque mi padre estaba en la Aeronáutica Militar. Le destinaron allí. Coincidió mi nacimiento, pero con pocos meses volví a Italia. Me considero italiano y romano al 100%, aunque alguna vez me gustaría volver allí con la caravana.

«Me considero italiano y romano al 100%, aunque alguna vez me gustaría volver allí con la caravana»

¿Intentaron convocarte alguna vez para jugar con Bélgica?
Sí, algo hubo. Tenía 23 años. Era mi primer año en Serie B. Marcaba muchos goles. Me llamaron para una entrevista. Me preguntaron qué habría hecho yo ante una hipotética… Entonces era mucho más fácil jugar en Bélgica. Ahora la selección tiene muchas estrellas.

¿Qué recuerdas de tu infancia?
Tengo pocos recuerdos aunque la mayor parte relacionados con el fútbol: una jugada, un partido, un gol en un campo de tierra. También recuerdo con mucha emoción mis dos años en la cantera de la Roma cuando aún era un niño, cuando fui recogepelotas en el Olímpico, siempre tan cerca de estrellas mundiales.

Totti también lo fue.  Él hablaba de Bruno Conti…
Bruno Conti fue mi entrenador el primer año. Después yo ya volé y comencé a buscarme la vida, pero mis partidos en el Olímpico como recogepelotas supusieron una emoción absoluta.

Comenzaste en 1997 en Maccarese (Lega Pro). Después Guidonia (Eccelenza), Sangio-vannese (C2)… Y ya en Serie B con la Triestina (2003-05), Rimini (05-07), Cesena (2008), Piacenza (2009)… Hasta que llegó la Serie A (Chievo y Bologna) para después volver a divisiones inferiores con Lecce, Arezzo y Pisa ¿Por qué fuiste un ídolo –y en muchos casos capitán- en tantas y variopintas realidades?
No lo sé, quizás porque soy humilde. Comencé en lo más bajo posible, y siempre comprendí lo difícil que es marcar goles en cada categoría. Quizás apreciaron que fui el chico de siempre, normal. Siempre intenté dar lo máximo en el campo. Probablemente me ayudó el ser delantero y haber marcado algunos goles bonitos. Eso inmortalizó más algunos momentos con estas camisetas.

«Comencé en lo más bajo posible, y siempre comprendí lo difícil que es marcar goles en cada categoría. Quizás apreciaron que fui el chico de siempre, normal»

Y pensar que todo esto se pudo ir al traste con los rublos del Rubin Kazan. ¿Qué hay de cierto en esa presunta oferta cuando aún estabas en Serie B?
Te ofrecían un millón de euros al año y 1,2 millones al Rimini.
No sé si fue una oferta oficial o todo se alimentó creándose una leyenda. Yo estaba en Rimini. Era joven, estaba haciéndolo bien y tenía futuro por delante. No le di muchísima importancia porque mi sueño era debutar en Serie A. Eso sí, pensándolo bien, una expe-riencia en el extranjero habría sido muy interesante. Quizás mis valores me ayudaron a no ilusionarme demasiado para que no me condicionara. Ahora, que soy más maduro, es posible que hubiera aceptado.

Cumpliste tu objetivo y te ganaste el cariño de todos con tu calidad, excentricidades, humildad y genialidad.
Sí, con 30 años debuté. No todo el mundo puede decir que ha jugado en Serie A. Desde el lado humano, teniendo en cuenta el cariño de la gente, es obvio que elegí lo más correc-to. Cumplir mi sueño me generó liberación. Lo soñé durante una vida. Fue la coronación… Me acordé de las aficiones que siempre me apoyaron y animaron. La familia… Además debuté (en el Chievo) con gol. Una gran emoción.

Eres activo en Twitter. Tus frases motivadoras son recogidas por diarios italianos. “Los límites existen sólo en el alma de quien tiene sueños cortos”. Es una de las mejores.
Así lo creo. En el mundo del fútbol al menos. En la vida también. Pioli, actualmente entrenador del Milán, fue tu entrenador en Piacenza, Verona y Bolonia ¿fue quién más te enseñó? Es quien más tiempo me entrenó. Aprendí mucho, especialmente delante de la puerta, a moverme en el área mejor aún. Nunca le perdí el rastro… No paró de crecer y crecer. Está donde merece, y yo estoy contento por él.

Tú eras lateral izquierdo…
Sí, cuando era adolescente. Jugaba allí porque no había nadie, y no había muchos zurdos. Me pusieron allí y lo hice bien. Corría y corría.

A lo largo de tu dilatada carrera coincidiste con dos grandes jugadores: Diamanti y Gilardino. ¿Nos cuentas alguna anécdota con ellos?
En muchos casos fui su suplente, pero ahí no se puede decir nada porque la calidad no se discute. Diamanti, su zurda, era pura clase. Gilardino fue un goleador. Aún recuerdo cuando él estaba en Circo Massimo subido en el podio con la Nazionale, que celebraba la victoria en el Mundial de Alemania. Yo abajo, tomándome una birra, celebrándolo como un tifoso. Había un millón de personas… Fue lo primero que le dije a Alberto cuando, años después, coincidimos en el Bologna. No me lo creía.

Te llaman ‘Bomber’, pero tú no eres un goleador, un maníaco del área como Inzaghi. Poco más de 200 tantos en casi 700 partidos en total. ¿Por qué?
En Italia el significado de esta palabra cambió. Influye también lo que haces fuera del campo. Un bomber en la vida. Tipo Vieri. Yo a pequeña escala soy algo así. Una persona singular, que no pasa desapercibida. ¡Un máquina!

La web Nonciclopedia (una especie de parodia de Wikipedia) dice que eres como Cristo y Supermán. Además, recogen declaraciones de Messi y Maradona reconociendo tu supe-rioridad respecto a ellos. Tus fans te han hecho cómics, creado canciones, fabricado la portada del FIFA… Te dedicaron cánticos como “¡En la Italia de Prandelli, once Moscardelli!”… Casi nada.
La gente está loca. Todo nació como un juego, yo entré en su juego, me divertí igualmen-te… Me gusta en realidad. Sé que no es verdad, la gente sabe que no es verdad pero resul-ta simpático. Mucho más en este periodo.

Claro que no lo es. Lo que sí es cierto es que perfiles como el de Zigoni, Vendrame, Má-gico González, Onésimo, Guti, Cassano, Carlovich, tú… Hablamos de jugadores geniales, atípicos, genios inacabados probablemente. En muchos casos estrambóticos… En tu caso ¿qué hiciste mal para no haber tenido más éxito?
No lo sé, pero algún error cometí en momentos importantes de mi carrera. Quizás la irregularidad… Eso me hizo volver atrás y comenzar de cero. No lo sé… Lógicamente la suerte también influyó. De todas formas pienso que todo el mundo tiene la vida que se merece, pero sí, no eres el primero que me habla de esto. Me gusta, pero estoy contento de lo que hice y estoy haciendo.

¿Cómo empezó la historia de la barba?
Llevo siete años con la barba. Los primeros tres estaba más corta. Todo comenzó por casualidad, luego se convirtió en tema de retos, apuestas, promesas y demás. Recuerdo que en Chievo jugaba poco… Pioli me quería en Boloña, así que me dije que hasta no ir allí no me la cortaba… Fue creciendo y creciendo hasta que en los últimos días de mercado me ficharon. Me afeité y algunos fans me lo recriminaron. Lo expliqué todo y les dije que me la dejaría crecer nuevamente. Allí nació todo.

Tienes una línea de camisetas, tu brazalete está personalizado… En Pisa está la torre y tu barba. Te casaste en el balcón de Julieta, en Verona. En las redes sociales cuentas con cientos de miles de fans, y circula una versión antigua british de Wikipedia donde se deshacen en elogios hacia ti ¿Eres un fenómeno mediático?
No, ni mucho menos. Pero es divertido todo.

Pero lo que tocas o haces lo conviertes en icónico. Eres romanista declarado. Te gustaba jugar en el barro por la mañana porque te permitía ir al Olímpico a ver La Magica. Te tatuaste el Colosseo y Daniele De Rossi, con el que además tienes una curiosa historia relacionado con el fair play.
Soy ante todo persona e hincha; después futbolista. Mi primer año de profesional fue con 22 años, tras mucha experiencia a cuesta en categorías inferiores. Eso me curtió. Además, el aficionado de la Roma es pasional, no puede evitarlo. Contra ellos me salió la figura del profesional muy exagerada, pasional precisamente. De Rossi me hizo una entrada fuerte y el árbitro le expulsó. Traté de convencerle para que no lo hiciera. Nada más. De Rossi es un grande.

Sus lesiones han determinado su retirada. Tú, deportivamente hablando, naciste viejo, pero rejuveneces con el tiempo. ¿Qué puedes mejorar aún? El físico. Ya no aguanto noventa minutos. Mucho menos si hay dos por semana como sucedió durante el desconfinamiento. Me entreno en ese sentido, porque todo es mejora-ble y posible. Mi objetivo es conseguirlo, claro está. Bien es cierto que tras este difícil pe-riodo pensé en la retirada. Estaba lejos del campo, lo echaba de menos, después volví, me lesioné en el hombro… Podría ser mi último año. Así lo pensaba hace meses, pero ahora veremos. Si no hubiera existido la pandemia me habría retirado en junio. Ahora me lo estoy replanteando. No descarto seguir un año más.

¿Cómo ves el calcio post Covid? Sin público, con un uso aún exagerado del VAR, con mucho menos movimiento de dinero, sueldos más bajos, poca calidad tras el parón…
Lo de los sueldos me parece bien, honesto. Lo del público es raro. Esto no es fútbol. Du-rante este periodo de lockdown volví a ver el Liverpool 4 Barcelona 0 de Champions. Sin aficionados no habría sucedido el milagro. Tampoco la Roma habría remontado contra los azulgranas. El campo lleno hace que vueles.

¿Quién te gusta de España? Naciste en el 80, como Xavi y Ronaldinho. Cuando ellos eran estrellas tú no eras profesional…
Me gustaba mucho el Barcelona de Rivaldo y Dinho, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. También vi muchos partidos del Madrid de Ronaldo. España me atrae, claro. Tengo una amiga de Córdoba que vive en Italia. Me encantó la ciudad. Ibiza… Málaga, Barcelona, Madrid… Allí llevé a mi mujer a visitar los estadios.

Car Wrapping. ¿Seguirás cultivando tu hobby cuando te retires?
Sí, claro. Pero sobre todo me gustaría seguir ligado de una u otra manera en el fútbol. Hemos hablado con la directiva de eso también. Veremos…*

*Davide Moscardelli ha anunciado su retirada este mes de agosto de 2020.