'De la Cartuja a la Gabarra desde dentro', por Mikel Vesga

El centrocampista del Athletic Club, Mikel Vesga, escribe la crónica de los emocionantes días que han llevado al club de Bilbao a conquistar un nuevo título 40 años después.

Mikel Vesga.- Hace mucho que no escribo, pero la ocasión lo merece. No es sencillo trasladar al papel las vivencias, emociones y sentimientos de aquellos días y más aún tras tantos años de espera, pero con la emoción todavía a flor de piel espero poder transmitirlo.

Un mes de abril muy intenso. Bilbao más rojiblanca que nunca, el sentimiento Athletic en su máximo. Días en los que sientes que todos los athleticzales están contigo, aportando su granito para ganar esa copa tan deseada, y no nos vamos a engañar, 40 años sin ganar pesan. Es ahí cuando la batalla interna entre motivación y presión entra en juego.

Athletic ClubBILBAO» La ciudad volcada con su equipo. Foto. Athletic Club.

Y llegó el día, uno de los más largos que recuerdo. Si bien es cierto que hicimos lo imposible por abstraernos de lo que estaba ocurriendo, fue misión imposible. Bombardeo continuo de mensajes de ánimo e imágenes del ambientazo vivido en las calles. Había podido disputar finales estos últimos años, pero ninguna con nuestra afición, y esto era otra cosa, una final en condiciones. Se notaba la magnitud de aquello.

Ni siesta ni nada, aquello era imposible. Tumbado en la cama teletransportándome al centro del campo de La Cartuja, como si estuviera ya allí en mitad del partido. Me venían continuamente posibles acciones del partido, celebraciones con mis compañeros y familia, y cómo no, pensamientos fugaces de aquellas finales perdidas.

Me venían continuamente posibles acciones del partido, celebraciones con mis compañeros y familia, y cómo no, pensamientos fugaces de aquellas finales perdidas.

Y llegó la hora. Me tocó empezar en el banquillo. Pelos de punta cuando vi entrar a mis compañeros en el pasamanos inicial. Aquello mejoraba sin duda cualquiera de los escenarios imaginados, era nuestro día y lo teníamos que hacer, por nosotros y por todos los compañeros con los que hemos caído finales anteriores.

Minuto 21 y primer jarro de agua fría. Un gol que hacía volver a esos fantasmas del pasado. Lo notaba yo y a la vez lo sentía en nuestra gente. Silencio en el estadio. Un silencio lleno de dudas, frustración y miedo. Cuando estás en el campo no da tiempo a pensar, y en cambio en el banquillo la cabeza da mil vueltas y los nervios se multiplican. El pitido del descanso llegó e inesperadamente me tocó entrar en el partido. Los nervios pasaban a un segundo lugar y era el turno de la responsabilidad, o al menos eso sentía.

Minuto 49, gol de Oihan. ¡Qué gol y qué momento! Gritos de liberación con nuestra gente en la esquina del córner que nos hacían creer más que nunca. Había salido en el descanso pero la sensación era como si hubiese jugado de inicio. Las piernas pesaban y no me notaba tan fresco como cualquier otro partido, pero quedaba la prórroga. 

Recuerdo mirar el marcador y ver el minuto 117. En ese momento sentí que esto acababa así y que nos lo jugaríamos todo a penaltis. Durante las semanas previas no quise ni imaginarme aquel momento, porque sabía que me tocaría lanzar, y eso, impone. Efectivamente, estaba en lo correcto. Me tocó tirar el tercero y tuve la “suerte” de que cuando me tocó llevábamos dos goles de ventaja. Coloqué el balón con mimo pero con manos temblorosas. Tenía claro dónde lo iba a tirar, pero con lo que no contaba era con el resbalón. Por suerte lo vi entrar antes de caer, y en el suelo suspiré de alivio. No soy mucho de este tipo de cosas pero al levantarme recuerdo gritar con una mezcla de quitarte el peso de encima y sentir que lo teníamos en nuestras manos*.

*El resto de la crónica de la celebración desde dentro en la última edición de Líbero disponible aquí a domicilio.

 

GabarraGABARRA» Imagen de la ría en la cebración. Foto. Athletic Club.