Marcos López/Fito Gutiérrez.- Ahora que la Ligue 1 se ha reivindicado de la mano del PSG y sus fichajes, recordamos a un grande de esa “liga de granjeros”, a un apátrida del fútbol, que nunca tuvo el reconocimiento que merecía, siendo el máximo goleador de la historia del campeonato francés, y 15º de todas las ligas del mundo. No era un artista, pero sí un depredador del área, quirúrgico y voraz: una máquina de hacer goles. Sus números hablan más alto y más fuerte que él: Delio Onnis. Seamos honestos: ¿cuántos de los que están empezando a leer este articulo han oído hablar alguna vez de Delio Onnis? Pocos, seguro que muuuuuy pocos. Y si esto es así entre los lectores de esta revista, qué no será entre la masa futbolera.
Y es una pena, sobre todo por él, por Delio, un personaje que inspira ternura y hasta cierta lástima al asumir, con resignación, que sus 299 goles en primera división han caído en el olvido, salvo en Montecarlo y pequeñas ciudades donde triunfó: Reims, Toulon y Tours (sí, la Francia rural). En la década de los 70, varios clubes de la liga francesa comenzaron a poner sus ojos en el mercado argentino. El precio era más asequible que lo que entonces estaba de moda en Europa (jugadores holandeses, alemanes....) y Argentina era una máquina de fabricar y exportar jugadores.
En la década de los 70, varios clubes de la liga francesa comenzaron a poner sus ojos en el mercado argentino. El precio era más asequible que lo que entonces estaba de moda en Europa (jugadores holandeses, alemanes....) y Argentina era una máquina de fabricar y exportar jugadores.
Echando un vistazo a la nómina de argentinos que jugaron en los 70 y los 80 en Francia, sale un equipo de escándalo: Bianchi, Piazza, Pastoriza, Tarantini, Calderón, Burruchaga, Olarticoechea, Márcico, Ramón Díaz, etcetcetc....pero también hubo muchos otros no tan conocidos para el gran público, como nuestro hombre. Nacido en Roma en 1948, Delio hizo con tres años de edad el mismo viaje que miles de italianos que huían de la pobreza, emigrando a la que entonces era, después de Nueva York, la ciudad del mundo que más inmigrantes recibía: Buenos Aires. A los 18 años, ya goleaba en las inferiores de Almagro, y después, en Gimnasia y Esgrima de la Plata. En las filas del Lobo empieza a destacar, ya se habla del “tano” Onnis (en Argentina, todos los descendientes de italianos son “tanos”, terminación de napolitano, sean de donde sean).
DELIO» Goleando en Montecarlo en los años 70.
FICHAJE
Delio nos atiende desde Caseros, pueblito de la provincia de Buenos Aires donde vive la mitad del año. Al minuto, cuando hablamos de su fichaje por el Reims, ya vemos que no le gusta agrandarse. En aquel lejano 1971, el objetivo de los franceses no era él, sino el entonces ídolo de la Lepra Alfredo Obberti. “Cuando el Reims vino a la Argentina no iban a por mí, querían fichar al mono Obberti, de Newells, pero su señora no quería ir a Europa. Entonces se pusieron rápido a buscar otro delantero y ahí me ficharon”. El choque cultural no fue sencillo. Delio tardó en comunicarse en francés con sus compañeros, pero sus goles hablaban por él. En su primer partido ganan al líder, el Nantes, con dos tantos suyos.
15 temporadas en Francia a una media superior a ¡20 goles por temporada! Gracias a sus 39 goles en dos años, el Reims, un antiguo grande que acababa de volver a Primera, no pasa apuros para mantenerse.
Es el inicio de una carrera caracterizada por una regularidad apabullante, y una constancia en el gol propia de leyendas: 15 temporadas en Francia a una media superior a ¡20 goles por temporada! Gracias a sus 39 goles en dos años, el Reims, un antiguo grande que acababa de volver a Primera, no pasa apuros para mantenerse. Pero en el 73, la directiva vuelve a pescar en el Río de la Plata. El elegido es otro delantero, y al contrario que Delio, este sí es de perfil alto, y llega de estrella: el Virrey, Carlos Bianchi. Conviven en la misma plantilla seis meses, “nunca hubo mala onda con Carlos”, pero la realidad es que juega menos. Sin embargo, el destino sería indulgente con él: “Después de un partido en Montecarlo le envié a mi mamá una postal. Le decía que ojalá algún día pudiera vivir en un lugar tan lindo”. Pocos meses después, el Mónaco, que también volvía de la Segunda, lo ficha. “A mí nunca me llamaba el PSG, el Barcelona, o el Real Madrid.... a mí todos los equipos que me fichan en Francia, todos, acababan de subir a Primera, y no era fácil, ¿eh?”
» BIANCHI Onnis abrió el camino que continuaron a lo grande otros argentinos en Francia como Carlos Bianchi en el PSG.
"¡DELIOOO!"
Mónaco es la mejor etapa de su carrera. Allí gana una Liga, una Copa, y se hincha a meter goles: 187 goles en 7 temporadas. Es en el Principado, con todo su glamour y realeza, donde Delio se siente una estrella: “Yo cuando voy por Buenos Aires no me conoce nadie, nadie. Pero en Mónaco la gente me grita por la calle: Deliooo, Delioooo”. Son años en los que el gol en Francia lleva acento porteño. Durante diez temporadas consecutivas, diez, Onnis y Bianchi se reparten el título de máximo goleador, cinco veces cada uno. No dan opción ni siquiera a tipos como Platini, Rocheteau o Bernard Lacombe, que no eran unos troncos precisamente.
FRÍO
Las crónicas de entonces (y los goles en Youtube, que los hay, para quien quiera verlos) muestran a un delantero inclemente, duro, de remate preciso, intuitivo, un asesino del área. Le pegaba con la izquierda, derecha, de cabeza, casi siempre de primeras...y encima, no se lesionaba nunca (y sin espinilleras). Cuando le preguntamos por sus virtudes como jugador su insistencia en la modestia empieza a ser llamativa. Él mismo se baja del pedestal “yo nunca la rompí. Habré jugado alguna vez bien, pero nada más. Me ocupaba de los goles y punto. A mí me hicieron grande mis compañeros”. ¿Pero algo bueno tendrías, no? le decimos, sin dar crédito a tanto recato. “Yo lo que era es muy frío en las zonas calientes, era muy bravo”.
No soy feliz. Nunca fui feliz. Cuando me fui a Europa me faltaban mis padres, ahora me faltan mis hijos.
Nuestra charla con este mito obstinado en empequeñecerse está cerca de concluir. Pero el final nos sumerge todavía más en la melancolía:
-Supongo que allí en Monaco vives bien, eres feliz.
-No soy feliz. Nunca fui feliz. Cuando me fui a Europa me faltaban mis padres, ahora me faltan mis hijos.
Esa falta de pertenencia quizá la explica algo tan sencillo como el hecho de que Delio no es argentino. A diferencia de millones de italianos emigrados a la Argentina nunca se nacionalizó. Era una manera de evitar el servicio militar. Siempre mantuvo el pasaporte italiano, sin vivir nunca en Italia. Y de esta forma el patriotismo fue siempre algo extraño para él. Nacido en Italia, criado en Argentina, gloria del fútbol francés, se considera “un vagabundo internacional”. En Argentina los psicoanalistas (lacanianos, freudianos, todos...) tendrían para un buen rato con Delio, teorizando sobre sus tribulaciones.
Al final (y esa es nuestra opinión) todo es más sencillo. Debe ser duro ver cómo cualquier jugador de medio pelo mete cuatro goles, ocupa tres portadas, da cinco entrevistas y se convierte en el nuevo delantero de moda, y que tus 299 goles no los recuerden más que unos pocos: nosotros. Delio Onnis jugó desde 1971 a 1986 en Francia: 71-73 Reims; 73-80 Mónaco; 80-83 Tours; 83-86 Toulón. Anteriormente dos años en Almagro, y dos en Gimansia y Esgrima de la plata. Se retiró con 363 goles marcados en el fútbol profesional. •
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