David Expósito.- Cuando el árbitro se coloca el silbato para pitar el inicio del partido, los veintidós futbolistas a su alrededor le miran fijamente dispuestos a partirse el alma por su equipo, bajo un sol de justicia y en un terreno de juego tan irregular como las paredes de un rocódromo. Ni siquiera soy capaz de ver con nitidez el horizonte y los noventa minutos que les esperan a los jugadores a mí me parecen la eternidad entera. Entonces me pregunto por qué otro domingo más he decidido volver como un adicto al descampao, a tragar polvo y ver un partido a pelotazo limpio de campo a campo.
TIERRA» La línea de cal preparada para una liga de barrio. Foto. David Expósito.
La respuesta más poética me dice que vengo porque como quien aguarda un milagro sigo esperando del fútbol una última oportunidad. Tal vez mi talento haya sido incomprendido todo este tiempo y solo hace falta que me vea el ojeador adecuado. Fantaseo con la posibilidad de volver a debutar a mis 27 años en estos lugares dejados de la mano de dios y escalar año a año por las categorías del fútbol español.
Tal vez mi talento haya sido incomprendido todo este tiempo y solo hace falta que me vea el ojeador adecuado. Fantaseo con la posibilidad de volver a debutar a mis veintisiete años en estos lugares dejados de la mano de dios y escalar año a año por las categorías del fútbol español.
Según mis cálculos a los treinta y nueve si me cuido lo suficiente podría estar ya en Primera, en un equipo de mitad de tabla que combine jóvenes con veteranos. De repente la pelota sale por la banda y corro con mi cámara a por ella para devolverla. Intento un golpeo con el exterior a lo Módric que termina mandándola más lejos todavía y despierto de mi sueño.
BARRIO» El reportaje transcurre entre Carabanchel y Alcorcón. Foto. David Expósito.
Vuelvo cada domingo porque me gusta la gente que tiene más voluntad que virtud. Me gustan los que corren sin sentido, los que cabecean al aire, los que arriesgan la rodilla por un balón dividido con 3-0 en contra, los que no siguen la ley de la botella y los que buscan su balón pinchado entre los matorrales. “La belleza de jugar porque sí” decía Galeano. Eso me gusta mucho.
El fútbol fue la primera esperanza que recuerdo en mi vida. Me gusta pensar que en medio de todo el devenir que me espere, domingo tras domingo lograré mantener vivo el anhelo y llegar al final de mis días con ganas de marcar un gol en el último minuto. La cámara y las fotos es solo la última excusa que se me ha ocurrido. •
*El reportaje fotográfico completo en la nueva edición de Líbero. Pídela aquí a domicilio a cualquier parte del mundo.