Editorial Líbero.- Hubo un tiempo en que el premio del Balón de Oro tenía un toque sofisticado. Uno se enteraba en diciembre y casi por sorpresa de que ‘France Football’ había designado a un jugador europeo como el mejor del año. No solía ocupar mucho espacio en la prensa diaria ni en las televisiones, pero venía bien para completar contenido en un mes con parón invernal. Entonces tenía un punto fascinante y se permitía extravagancias como la de designar a Igor Belanov como ganador. Y es que se trataba de un reconocimiento que hasta 1995 sólo se otorgaba a jugadores europeos. Algunos de sus ganadores nunca compitieron, por ejemplo, ni con Maradona ni con Pelé. En los últimos años en España se ha desatado una atención en el periodismo deportivo sobre el galardón que resulta una obsesión desmedida. Por parte de la prensa, además, implica una enorme falta de imaginación para ofrecer contenidos originales a su público.
BALÓN DE ORO» Masopust levanta el trofeo a mejor jugador de Europa en 1962. FOTO: UEFA
El torbellino mediático se acaba concentrando en un par de clubes que acaparan toda la atención desembocando en un menosprecio cada vez más explícito por el resto de equipos. Ese resto sin el que el conjunto del sistema no tendría sentido ni sería posible. A lo largo de los meses previos y posteriores a la entrega del Balón de Oro se suceden una serie de comparaciones y debates inanes que ensalzan los méritos individuales por encima de los del colectivo, unos valores poco representativos de un deporte coral como es el fútbol.
BALÓN DE ORO 1997 y 2002» Ronaldo sonríe durante nuestra entrevista en Líbero 24.
Los grandes futbolistas son recordados por los éxitos que lograron dentro de equipos míticos. Y es que son los triunfos que se logran en conjunto los que trascienden. Así lo entendió Nelson Mandela cuando decidió utilizar el rugby como herramienta para acelerar el cambio que necesitaba Sudáfrica.
Los grandes futbolistas son recordados por los éxitos que lograron dentro de equipos míticos. Y es que son los triunfos que se logran en conjunto los que trascienden.
En el deporte en general y en el fútbol en particular está reflejada la sociedad. Negarlo es no querer ver la realidad. Los clubes y los combinados nacionales deben ser responsables y conscientes de la imagen que proyectan a sus millones de seguidores. En 2013 se produjo un bochorno mundial ver como la selección española acudía avergonzada y sin dar explicaciones a un partido montado por un dictador como Teodoro Obiang. Parte fundamental de la caída del ‘apartheid’ vino por la presión internacional y el boicot, también deportivo, al régimen sudafricano. Si tanto alabamos el legado de Mandela, ¿por qué no aplicamos sus lecciones? •