El 11+6 de Álex Grijelmo

Le gusta presumir de haber dedicado más tiempo de su vida a la portería que al periodismo. Dan fe de ello sus estupendas estiradas semanales en La Chopera, en El Retiro. Grijelmo es el referente lingüístico de varias generaciones de periodistas que leen ahora sus columnas sobre el uso del lenguaje con una sonrisa y algo de sonrojo cuando este guardameta de las palabras descubre algún gol inmerecido para los lectores.

PORTERO Iker Casillas Me cuesta tachar a Iribar, mi ídolo de la infancia, y a Gordon Banks, autor de la mejor parada de la historia (aquel cabezazo que detuvo a Pelé en el Mundial de 1970). Pero alguien que, como yo, ha jugado siempre de portero (y que todavía lo hace en las famosas pachangas de los jueves tempranito en La Chopera de El Retiro) sabe valorar lo que José Mourinho y Florentino Pérez despreciaban: Iker es el mejor guardameta español de la historia, el mejor del mundo durante gran parte de su carrera (hasta que su propio club lo destrozó) y el autor de la segunda mejor parada después de la de Banks: aquella atajada inverosímil ante Perotti en el Sánchez Pizjuán. Iker hacía un gran milagro cada dos o tres semanas, y fue decisivo en todos los títulos de la Selección. Aún puede regresar a la gloria. 

AFICIÓN Álex Grijelmo posa con sus guantes para nuestro número siete.

LATERAL DERECHO Manuel Sanchis (padre) Desgalichado, culebrilla, atrevido. Nunca olvidaré el gol que marcó a Suiza en el Mundial de 1966, tras recorrer el campo salvando contrarios desde su posición de defensa hasta el remate, ya dentro del área, que nos dio la única victoria en aquel campeonato. Mis ojos de niño quedaron fascinados para siempre.

CENTRAL Barry Hulshoff Jugaba en el Ajax de Cruyff, y era un tanque con patillas. Fuerza, empuje… y toque.

CENTRAL Domingo Benegas Un árbol de pelo negro en el medio de El Plantío. Jugó en el Burgos, cedido, antes de ser titular más tarde en el Atlético de Madrid. Aquella línea media que el paraguayo formó con Ederra y Jacquet nos mantuvo en Primera en la temporada del primer ascenso. Ya vestido de rojiblanco, jugó más como central, pero en el Burgos robaba balones en la medular, pasaba con eficacia al compañero mejor situado, cabeceaba los saques del portero y hasta marcaba goles de vez en cuando.

LATERAL IZQUIERDO Roberto Carlos Un velocista con dos cañones que terminaban en diez dedos. Cada vez que le veía correr por la banda, pensaba: “¿Y cómo será el Real Madrid sin él?”. Llegaría Marcelo y lo reemplazaría con mucho mérito, pero la potencia del “6” de Brasil en el disparo y en la carrera no se ha podido igualar. Y siempre sonreía.

MEDIO DEFENSIVO Pirri En el barro, con el brazo en cabestrillo, con la clavícula rota, herido por todas partes, la furia española que nos enorgullecía entonces, antes de descubrir que el tiquitaca nos iba a dar mejor resultado.

MEDIO OFENSIVO Helmut Haller Le llamaban Munster Haller porque era muy feo. Me fascinó durante el Mundial de Inglaterra (1966). Llevó a Alemania a la final contra Inglaterra (bueno, algo hicieron también Beckenbauer y los demás), y marcó el gol de la esperanza, el que daba paso a la prórroga. Yo iba con Alemania (llamada entonces “Occidental” o “RFA”).

EXTREMO DERECHO Juanito En esa posición jugaba en el Burgos, pero en la última etapa de su carrera se retrasó al medio campo. Su espíritu indómito ocultaba una personalidad muy emotiva. Le entrevisté una vez mientras él lloraba desconsolado, el 9 de septiembre de 1973 (yo era becario en La voz de Castilla). Sánchez Arminio le había anulado un golazo como una casa porque el balón golpeó en uno de los hierros que sostenían entonces la red, y el árbitro creyó que había dado en el larguero. Tan fuerte salió. El Burgos empató aquel partido con el Baracaldo (entonces se escribía con ce). Años después coincidí con Juanito, ya retirado, y todavía se acordaba de aquello. Y hasta me dijo el autor del gol del Baracaldo: Otaolea.

MEDIA PUNTA Raúl Fue el Di Stéfano de mi época. Aparecía por todo el campo, se ponía los tiros del carruaje al cuello y arrastraba carros y carretas hasta la puerta contraria. Puskas le dijo un día que no corriera tanto, y nunca le hizo caso. Ganó todo, y muchas veces, con el Madrid, pero le tocó en la Selección la larga etapa de Clemente, un entrenador tocho que tardó en convocarle y luego le puso alrededor un equipo completo de defensas centrales. Nunca creí a los que contaban maldades sobre él en la época de Luis Aragonés. Y aquella Eurocopa sin Raúl apenas me hizo ilusión.

DELANTERO CENTRO Hugo Sánchez Era como el banderillero que se desplaza en carrera oblicua para dejar los rehiletes sobre el bicho y salir indemne del encuentro. Su puntería no dejaba castigo a ningún toro, claro, pero en el mismo punto de intersección golpeaba el cuero y escapaba de la embestida del defensa saludando al tendido con una pirueta. Un año llegó a ser máximo goleador con todos los tantos marcados a un solo toque.

EXTREMO IZQUIERDO Roberto Rivelino El Brasil de 1970 fue seguramente el mejor de la historia. Tenía al más decisivo jugador de todos los Mundiales: Pelé. Pero Rivelino me parecía especial, con ese tiro tan potente. Una vez disparó al larguero y el balón repelido botó más allá de la línea divisoria del centro del campo.

PRESIDENTE José Luis Preciado Subió al Burgos a Segunda, y luego a Primera, y eso tuvo mucho mérito. Le conocí cuando yo empezaba a trabajar en ‘La voz de Castilla’ como becario. Le tenía mucho respeto, y no sólo porque fuese militar.

ENTRENADOR Guardiola Para mí, el mejor del mundo. Antes de que llegara él, habría dicho Arrigo Sacchi. Es impresionante cómo logra tejer una malla de futbolistas que se van moviendo por todo el campo como si estuvieran atados entre sí, y de ese modo asfixia al contrario en la salida del balón y lo pone contra la pared de la raya lateral. Yo creo que eso tiene un antídoto: balones cruzados desde el lateral izquierdo hacia el extremo derecho, y del lateral derecho hacia el extremo izquierdo, superando a la malla entera y encontrando el espacio libre. Pero nadie me hace caso.

ESTADIO Andrés Martínez Zatorre El Bernabéu podría ser perfecto, pero hace unos años juntaron demasiado los asientos a fin de que cupiera más gente (al menos en la zona de mi abono), y eso obliga a dar y recibir muchos codazos para defender la posición. También me horroriza la megafonía, que anula (y a veces censura) la espontaneidad del público. Así que me quedo con el Andrés Martínez Zatorre, que nunca se llamó “estadio”. Es el primer campo de fútbol al que asistí, con cuatro años. Allí jugó el Burgos hasta 1964, y, como ahora el Bernabéu, estaba al lado de mi casa. Iba andando con mi padre.

CAMISETA Peñarol La del equipo de Montevideo, negrigualda. También la del Barakaldo. De niño me fascinaba, y algo queda de eso.

BAR El Cafetín, de Burgos Ahí he visto buenos partidos con los amigos de la cuadrilla. A sus dueños les gusta el fútbol y tienen varios televisores con los canales necesarios.

HIMNO You’ll never walk alone Impresionante. Prefiero los himnos que canta la gente sin ayuda de nadie, como el del Liverpool o el del Sevilla (aunque éste tenga el horroroso error sintáctico “es por eso que yo vengo a verte”). Odio el karaoke que monta la directiva del Madrid en el Bernabéu. En cuanto al himno del Barça, me gusta cuando lo canta Serrat. (Es increíble lo que consigue este hombre). •