Portero Casillas.- No he visto a Zamora, ‘Il Miracoloso’, el mejor jugador de nuestro fútbol según Escartín. He seguido la carrera de Iríbar y Arconada desde sus inicios. Y también gran parte de la de Ramallets, un tigre bajo palos. Pero me quedo con Casillas. En más de ocho o diez ocasiones he visto a Iker hacer estiradas y bloqueos que aún no me explico.
Defensa Derecho: DJALMA SANTOS. Una noche cenando con Alfredo Di Stéfano nos comentó que jamás conoció un defensa diestro mejor que Djalma Santos. “Poder, decisión, velocidad, alegría, técnica, dureza, lo tenía todo”, según Di Stéfano. Ganó dos mundiales con Brasil, 1958 y 1962. Y todo menos llevarle la contraria a la ‘Saeta Rubia’.
Central. BECKENBAUER. Eso de la “colocación” parece que se inventó para él. Jugaba tan relajado que siempre parecía pelotear en partidillos de entrenamiento. Fue el primero en organizar desde atrás, el primero, también, que empezó a crear antes, tres segundos antes. En realidad, Franz jugaba mirando al futuro, asomado al fútbol de otro siglo. Le llamaron ‘Kaiser’ porque ‘Fuhrer’ sonaba mal.
Central. LUIZ PEREIRA. Un “domador de balones”, como Mendoza, aquel delantero del Atlético de Madrid, pero en el área propia. Un prodigio de técnica, de facultades, un espectáculo, e igualmente un tipo duro; parecía lento para un central, pero no lo era, siempre llegaba a tiempo, porque era rapidísimo de mente. Luiz Pereira era el que, echando a pies, escogías en primer lugar para tu equipo.
Defensa Izquierdo. MALDINI. Facchetti y Roberto Carlos eran más rápidos que Paolo y atacaban con más saña. (En la pierna izquierda de Roberto, además, había un cañón como el de Puskas). Pero es que Maldini atesoraba ideas. Preguntadle a Michel por los movimientos de Maldini, por sus estrategias invisibles. Ganó cinco Copas de Europa, y aún no se sabe cómo no le concedieron el Balón de oro.
Medio terreno DI STÉFANO. Era un niño cuando vi debutar a Di Stéfano en un Chamartín semivacío. Creedme, Alfredo ha sido el más completo, el número uno. Un cóctel perfecto entre el jugador alemán y el brasileño –algo que, en parte, atesoró Zidane-, entre el futbolista italiano y el argentino. Creedme: el Shakespeare del fútbol. Alfredo era el director de orquesta y la orquesta. Creó un Madrid que asombró al mundo
Medio Terreno. XAVI. Hasta que llegó Xavi Hernández yo estaba convencido de que el mejor jugador español de los últimos cincuenta años era Luis Suárez y/o Gento. Xavi es lo que antes llamábamos un interior de enlace. Sabe encontrar las zonas vacías como nadie. Es el responsable de la abusiva posesión del Barca en todos sus partidos desde hace media docena de años. Un récord.
Extremo derecha. GARRINCHA. Un puesto, ya en desuso, que ha dado estrellas legendarias: Matthews, George Best, Julinho, Cliff Jones, Corbatta, Ufarte, Amancio… pero como el “patizambo” (dicho sea con el mayor cariño), ninguno. Su amago y recorte en seco, siempre el mismo, que era posible gracias a su talón de goma de mascar, de chicle, vaya, nadie lo ha repetido. Mozart.
Extremo Izquierdo. GENTO. Cuando llegó de Santander, casi un chiquillo, Paco Gento podía haber sido el ‘recordman’ de España de los cien metros lisos. Luego, sin abandonar su velocidad aprendió a gambetear, a desmarcarse, a chutar fuerte y colocado, a centrar templado, a descolocar las defensas, en fin, que se transformó en un jugador ‘first class’. El mejor extremo izquierdo de la historia. Ganó seis Copas de Europa, el que más, y doce ligas con el Madrid. Verle ha sido un premio, un privilegio.
Delantero. MESSI. En cuatro o cinco temporadas, Leo ha puesto de acuerdo a críticos, cronistas e historiadores de todo el mundo, en que es el más grande de su tiempo y, para algunos, de todos los tiempos. ¿Su posición? La que le buscó Guardiola: un falso nueve. El Barça es el Barça de Messi, como antes lo fueron el Santos de Pelé, el Madrid de Di Stéfano, el Ajax de Cruyff o la Hungría de Puskas. Tanto como eso.
Delantero. PELÉ. El 21 de junio de 1966, miércoles, me escapé en el Vespino de mi amigo Santos del barracón en el que hacía la Mili fingiendo que íbamos a recoger una tv para el coronel. Fuimos a ver un Atleti-Brasil. Pelé metió tres goles. Pelé mereció la fuga. Pelé era elástico, muy veloz y potente. Llevaba el peligro cosido a su cuerpo. Qué noche la de aquel día. Qué partido. De los tres o cuatro más hermosos que he disfrutado nunca. Sus remates, sus goles, tenían la cadencia de la Bossa Nova, de ‘La chica de Ipanema’, de ‘Desafinado’. Sí. Una Nova armonía.
Presidente. Santiago Bernabéu. El fútbol pasó, gracias a él, de la Edad Media a la Edad Moderna.
BAR. “José Luis”. Pegado al Fondo Norte del Bernabéu. Muchas noches, tras el partido, incluso ahora, charlamos alrededor de su justamente famosa tortilla, Luis Herrero, Eduardo Torres-Dulce, Ventura Anciones, José Ángel de la Casa, David Gistau, hasta hace poco Alfredo Landa …
Himno ‘Las mocitas madrileñas’. No es tan impresionante como el del Barça, ni tan emotivo como el del Liverpool –‘You’ll Never Walk Alone’-, ni te paraliza como el deprimente y fatalista del Atleti –“… Qué manera de palmar”-, pero el viejo himno del Madrid es mi infancia, mi padre, aquel ambiente inolvidable “¡Generales a su precio!”, “¡Emblemas para el partido!”, “¡A Diego de León, Bilbao, Atocha!”, “¡Goleada!, ¡Ha salido la Goleada!”, y, además, que siempre me han gustado mucho las chicas de mi ciudad.
Estadio El Metropolitano. Aunque no era un Estadio sino un campo. Un campo no redondeado como los Estadios sino largo, tipo los viejos coliseos ingleses. En el Metropolitano, además de al Atleti, vi carreras de motos, de galgos, béisbol, boxeo, lucha libre… Tenía algo del cine del periodo inglés de Hitchcock. Olía (y olerá ya hasta el final, hasta que se borren mis bancos de memoria), a embrocación Hércules, a puros Farias, a juventud, a futuro. Bajo la Tribuna había una especie de paseo, con palquitos, y sí, parecía Ascot cuando, en el descanso, lo recorrían los aficionados distinguidos. El Stadium Metropolitano daría para un libro.
Camiseta La rojiblanca del Atleti y el Sporting de Gijón. (Las del Inter y Milan son preciosas, lo admito.)
Entrenador. Johan Cruyff. Un visionario, un innovador. El fútbol de hoy sigue amamantándose de sus ideas, de su filosofía. Pero no sería justo olvidarse de Vittorio Pozzo, Hugo Meils, Szebes, Herberger, Rinus Mitchel, Bill Sankly, Mr. Chapman, Helenio Herrera, Menotti, Sacchi, Feola, Ferguson, ni, por eso de ser de casa, arrinconar a Benito Díaz, Escartín, Villalonga, Miguel Muñoz, Molowny, Miera, Luis Aragonés, Pep Guardiola o Vicente del Bosque, ese técnico sereno, pleno de sentido común, cuyo estilo, dicen, es no tener estilo. Ya, ya. Eso mismo decían de William Wyler.