El 11+6 de Manuel Jabois

Después de leer los equipos de la historia del fútbol particular de periodistas como Enric González o Alfredo Relaño o cineastas como José Luis Garci, llega el momento del periodista y escritor Manuel Jabois. El cronista gallego deleita con una colección de filias y fobias a la altura de su ingenio.

Portero Rinat Dassaev Portero soviético de fuste. Su uniforme amarillo con el CCCP en el pecho era parte de la simbología del politburó hasta que llegó a Sevilla y le llamaron Rafaé, acelerando el derrumbe del bloque comunista. Se retiró allí, entre tilos y líquenes, a la sombra de Nervión, en medio de una parpadeante perestroika.

Central Ronald Koeman Luis Aragonés decía que tenía la cintura como la rueda de un tractor. Era el candidato ideal para la cola de vaca de Romario, pero erró el león, que diría Gistau. Gran tirador de faltas, también morreaba búlgaros.

Lateral izquierdo Paolo Maldini Era tan guapo que consiguió todos los títulos posibles y puso la guinda con un récord de extraterrestre: terminar su carrera sin que ningún extremo, en lugar de regatearlo, intentase follárselo.

Lateral derecho Vítor Lateral derecho fantasma del Madrid. Vino como sustituto de Cafú (Cafú, sin llegar a ponerse nunca la camiseta blanca, tuvo más recambios que Hierro). Vítor se puso a fingir lesiones a lo Moliere para pasmo de Mendoza, que no entendía nada: había fichado a un piscinero de la camilla. “Es una castaña y se irá en diciembre”, dijo el presidente.

Extremo Kanchelskis Dio brillantes tardes en el PC Fútbol. Fenomenal extremo puro, al otro lado de la orilla tenía a Ryan Giggs. Las bandas de Old Trafford estaban hechas en los noventa de asfalto. A Andrei lo retiró de Manchester There’s only one David Beckham. Nadie lo superó nunca: corría más con el balón que sin él; ni siquiera el aliento de whisky escocés de Ferguson le hacía dar más zancadas.

Nadie lo superó nunca: corría más con el balón que sin él; ni siquiera el aliento de whisky escocés de Ferguson le hacía dar más zancadas.

Delantero Mágico González Genio del fútbol mundial. Sus andanzas fuera del campo han disfrazado las que organizaba dentro, donde salía mucho más que de noche. Jugador irrepetible, verlo acercarse con el balón a una defensa era como contemplar divertido a Jason viniendo hacia ti con el machete

Mediocentro Mahamadou Diarra Exiliado del piperío, su doblete centrocampista con Emerson en el Bernabéu fue la exaltación del capellismo, la particular Capilla Sixtina de don Fabio. Jugador de particular brío, abrió paso a una generación de incomprendidos que encarna hoy Khedira. Potente y de fuerza extraordinaria, marcó un gol que dio la Liga. Es la encarnación de lo que dijo mi amigo Pedro Panti: al fútbol gana el que con más negros juegue.

Extremo Garrincha Tenía los pies metidos para dentro, la columna vertebral torcida, era adicto al tabaco desde los diez años y al alcohol desde poco después, un “débil mental” según el psicólogo de la seleçao y gastaba una pierna ostentosamente más larga que la otra. Tales deformidades regateaban a los defensas con sólo caminar. Suyo fue el mejor apodo de la historia del fútbol: le llamaban, en su país, La alegría del pueblo.

Mediocentro Zinedine Zidane De todas las grandes lecciones que dio en el campo, ninguna como el acto final lleno de gloria: no hay Copa del Mundo que se anteponga al honor de una hermana. Su hermoso cabezazo al costillar de Materazzi, fenomenal gesto estético, se ha quedado en la retina de millones de aficionados como inesperada virtud.

Delantero Faustino Asprilla Colombiano elástico, potente y desestructurado mental. Dio sus mejores años en el Parma. De calidad extravagante y acerada, le gustaban las putas, los coches y las pistolas. Conocido en su país como El pijudo por el descomunal tamaño de su verga. Si llega a salírsele como a Butragueño hubiera matado a alguien.

Delantero Hugo Sánchez Macho y sentimental, intuitivo como un ave rapaz, me recuerda a esos zorros polares que se abalanzan sobre el hielo y sacan un pescado entre los colmillos. Fue un delantero extrasensorial y maravilloso, pura rabia y sangre caliente. Su imagen con musleras negras en los partidos rusos es parte de mi historiografía oficial del Madrid. Famoso por sus chilenas, también era amigo de llevarse la mano a los cojones y levantarlos con grácil esmero.

Entrenador Florentino Pérez Salvo la interrupción de tres años con Mourinho, FP ha dirigido al Madrid desde el banquillo con la ilusión y el ímpetu de un madridista verdadero, de los que ponen siempre a los mejores en el campo aunque sean los once mejores extremos del mundo.

Camiseta Nápoles El celeste de Careca, Maradona y ahora Pipita Higuaín. Color cielo para una ciudad lo suficientemente alejada de Dios como para adorarlo con servidumbre, pasión y largas coladas en los ventanales que más parecen pañuelos diciendo adiós, tristeza.

Himno Francia De él dijo Napoleón nada más escucharlo: “Esta música nos ahorrará muchos cañones”.

Estadio: Baltar de Arriba. Sí: el campo del Sanxenxo. Se veían los partidos apoyados en una barra de hierro (barra de hierro de Preferencia; la había al otro lado de Tribuna, desde donde se podía escupir a la cara al entrenador rival). Campo de tierra compacta, luego se haría una grada para proteger a las viejas de la lluvia y el frío. Naturalmente, con las comodidades, animaron menos.

Bar La Cueva de Javi Situado en la Rúa Cega de Pontevedra, llamada así porque se tapió esa calle durante una peste y se dejó morir allí a todos los vecinos. En las últimas tres semifinales de Champions se echaron de menos las tapias al principio y final del callejón. Dos pantallas, buenas copas balón y afición culé reconducible. Lo peor del bar quizá sea Javi, madridista pipero nivel esperar en la radio para escuchar a Manolete.

Presidente Lendoiro España, país rico en empresarios extravagantes, conoció en Lendoiro a su primer presidente puro; lo fue de un club desde los quince años. Ficharía después, como presidente, por el Liceo de Martinazzo y después por el Deportivo de Sabín Bilbao, que convirtió en el Deportivo de Mauro y Bebeto, dos campeones del mundo. Dejó gran lección: quien piense que es difícil marcharse del campo nunca ha probado a marcharse de un palco.