El aroma del viejo San Mamés

El periodista Santi Segurola reflexiona sobre lo que significó aquel rincón exquisito. Sobre lo que significó San Mamés, la Catedral. Uno de los estadios que mayor recuerdo ha dejado en el fútbol mundial.

*Santiago Segurola.- Sí, San Mamés es muchas cosas, pero sobre todo es el fútbol y el fútbol español en concreto. Ha sido el estadio más antiguo de Primera división. El que en sus inicios fue el pequeño campo de un equipo y una ciudad que estaba conociendo el fútbol. Un estadio con características muy particulares: pese a que hubo siete remodelaciones no modificó lo sustancial de su fisonomía, del escenario del campo como tal. Es verdad que no es el más bello, pero esa irregularidad también era de una belleza impresionante porque la superposición de estratos te informaba sobre la época a la que correspondía cada remodelación y con qué equipo podías identificarla. La general la identificabas con Pichichi, Belauste…, las primeras tribunas con el equipo de los años 30, que fue el mejor en la historia del club, ganando cuatro de las primeras ocho ligas del campeonato español… el arco, que es una maravillosa obra de ingeniería nos remite a los años 50 de Zarra, Gainza y compañía… Cada generación identifica un trozo de campo con sus recuerdos, y todos al final se agolpan en esa memoria que los padres, los abuelos, han ido trasladando a sus hijos. San Mamés es un siglo de servicios, y su fantástica atmósfera y su devoción por las tradiciones lo transforamaron en un estadio muy especial. Por motivos emocionales, para mí el mejor.

Es un campo muy característico para los aficionados. Ha competido con cualquiera de los viejos estadios ingleses como Anfield o Highbury Mis primeros recuerdos de San Mamés fueron anteriores a conocerlo, por tradición oral. Mi padre nació pocos días antes de que comenzara su construcción. En esa época, el Arenas de Getxo era casi tan importante como el Athletic. Comenzaba a generarse el cambio del fútbol de los pueblos a las ciudades. Era una novedad con perspectivas maravillosas para una clase obrera que comenzaba en los años veinte a disfrutar de un día de descanso. Eso, para los jóvenes, suponía disfrutar de un deporte nuevo, de jugar al fútbol en la calle y luego disfrutar del equipo de tu ciudad. Éramos una familia humilde y es cierto, mi padre iba y venía de Barakaldo a San Mamés andando. Además Barakaldo generó figuras importantísimas del fútbol español desde los años 20, como Pachuco Prats, Bata, que era amigo de mi padre, y muchos más. Todo eso se acaba transmitiendo al entorno, y el entorno más cercano es el hijo pequeño. Sobre todo si tienes un padre que fue futbolista (jugó en el Granada y en el Cádiz) y que tenía tiempo para contarme muchas historias. Descubrí San Mamés desde lejos, en un viaje a Bilbao en autobús divisando el arco del estadio, que era como el centro del universo. Y luego, como todo el mundo, tengo el imborrable recuerdo de asistir por primera vez a un partido del equipo de tu vida. Tenía once años. Un Athletic 6 – Las Palmas 0 de Copa, en 1968.

Un campo de fútbol de 40.000 personas representa un poco todo el arco social. Yo he visto a los grises en un partido amistoso de verano frente al Vasas de Budapest en el año 71 subiendo por la general dando leña para acallar a los que entonaban canciones reivindicativas. Creo que el Athletic y la Real cumplieron con su papel, que es importante en la sociedad vasca, con actos tan simbólicos como el que protagonizaron Iribar y Kortabarría apareciendo en el césped de Atocha en 1976 portando la ikurriña cuando todavía no estaba legalizada. El hecho de que los dos capitanes y todos los que estaban allí no acabaran en la cárcel fue un avance enorme. Ha habido silencios muy molestos con cuestiones que tenían que ver con una violencia insoportable en el País Vasco, con una tragedia que a veces deberíamos resolverla nosotros mismos y ser más exigentes moralmente con nosotros mismos. Pero también creo que San Mamés hizo una labor importante en aquellos años. En un momento de máxima división, el estadio fue un lugar de cohesión. Un lugar donde podían encontrarse gentes de las más diversas ideas políticas que apartaban por un momento sus diferencias. Gente que hasta vivía en el enfrentamiento con sus propios familiares, encontraban en el Athletic un vínculo de unión. Y cualquier vínculo de unión yo diría que en esa época era necesario.

Fotografía Fabio Cundines y Lino Escurís

*extracto del periodista Santi Segurola con Luismi Hinojal en nuestro especial sobre el viejo San Mamés recogido en nuestro número cinco.