Texto: Fermín de la Calle Fotografía: Humberto Speranza (El Gráfico) .- Solía decir don Alfredo Di Stéfano que “para cualquier jugador del fútbol argentino sólo existen tres sueños: jugar en la primera de su equipo, salir en la tapa de El Gráfico y jugar en la selección nacional”. En la casi centenaria historia de la revista nadie ha protagonizado tantas portadas como Diego Armando Maradona: 134. Ninguna tan insospechada como aquella del 20 de octubre de 2001. Atiende al otro lado del hilo telefónico Diego Borinsky, referente de la prensa argentina que en estos años difíciles para el periodismo deportivo “farandulizado” -en palabras de Eduardo Saccheri- custodia el legado de los Borocotó, Frascara, Juvenal, Panzeri o Ardizzione. El periodista es uno de los protagonistas involuntarios de esta peculiar historia que dormía aletargada en los archivos de El Gráfico. Nacido en Buenos Aires en 1967, este licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires se formó como periodista deportivo en Deportea, de donde salió para ingresar en la redacción de la revista en 1993..
La tarde que Diego Armando Maradona debutó en Primera División, Borinsky era un niño de 9 años que había pisado por primera vez el Monumental meses antes. “Evidentemente yo no trabajaba en El Gráfico aquel 20 de octubre de 1976, pero cuando estaban por cumplirse 25 años del debut de Diego, propusimos un reportaje mi compañero Pablo Llonto y yo. Muchos miembros de la redacción de El Gráfico se acercaron aquella tarde a la cancha de La Paternal porque se rumoreaba que Juan Carlos Montes podía hacer debutar en la primera de Argentinos Juniors a Diego, que era un pibe de 15 años. Además enfrente estaba un equipo que arrastraba mucho público, Talleres de Córdoba”, recuerda Borinsky. “La idea era hablar con los once jugadores de Argentinos Juniors, aunque hubo uno que no se trataba con Diego que prefirió no pronunciarse. Hablamos con Montes, el técnico que lo hizo debutar, y no logramos hablar con el árbitro porque había fallecido.
Muchos miembros de la redacción de El Gráfico se acercaron aquella tarde a la cancha de La Paternal porque se rumoreaba que Juan Carlos Montes podía hacer debutar en la primera de Argentinos Juniors a Diego, que era un pibe de 15 años.
Yo me ocupé de localizar a Cabrera, el hombre al que Maradona tiró un caño en su primera intervención, según rezaba la leyenda”, explica Borinsky. “Tenía preparadas diez preguntas para Cabrera de esas que salen solas, pero siempre me gusta bajar al archivo y repasar el sobre del protagonista al que voy a entrevistar por si aparece algo que merezca la pena. En esos sobres suele haber recortes, entrevistas y diapositivas en paquetes pequeños porque no estaban positivados. Cabrera no tenía un sobre propio, así que me tomé el tiempo de separar lo que era del Negro y lo que no. Y en esas me topé con una foto en la que Maradona lanzaba un caño a Cabrera en medio de la cancha”, explica el periodista.
La crónica que firmó a medias con Llonto en el especial de El Gráfico del 25 aniversario del debut del Pelusa se puede leer lo siguiente sobre este episodio: “-Miren esto, la puta que lo parió. Sin poder creer lo que veían, aunque educados en el mal hábito de no sorprenderse por nada de lo que sale de tantos sobres amarillentos, fríos y a veces húmedos, los tres trabajadores del archivo asienten a semejante exabrupto de Borinsky. Pero la sana experiencia de Juan, Víctor y María recomienda encomendarse al santo de los archivos antes de cantar victoria: San Chequeo”. Borinsky apunta, al otro lado del teléfono, “me llamó
la atención que no era una foto normal.
Era del tamaño de un folio y estaba positivada, lo cual no era habitual. Ese día se eligieron cinco o seis imágenes del debut de Maradona, pero ninguna era esa del caño. Había mucha mitología sobre aquella jugada, pero no podía creer que estuviese delante de la prueba irrefutable que demostraba que en realidad ocurrió. Inmediatamente le di la vuelta y vi que no estaba publicada, porque las que lo estaban tenían un sello con la fecha de publicación. Y aquella fotografía de Humberto Speranza no tenía ninguna referencia al dorso”
La reacción inmediata de Borinsky fue informar del hallazgo a Llonto, quien aún mantenía relación con Maradona, que en 2001 se encontraba retirado en Cuba. “Pablo se puso en contacto con Coppola, el agente de Diego, y convinieron que lo mejor sería que le enviase por fax la imagen para que la autentificase el propio Maradona. Segundos después de enviar el fax, Diego confirmó que era la imagen del caño a Cabrera “en la primera intervención en el partido”. “Esto último nunca sabremos si es cierto o es parte de la mitología. Pero aquella imagen confirmaba que el caño en el debut de Maradona era una realidad”, advierte. Una realidad que llevaba 25 años dormida en aquel sobre anónimo del archivo. El otro protagonista inesperado fue Humberto Speranza.
Segundos después de enviar el fax, Diego confirmó que era la imagen del caño a Cabrera “en la primera intervención en el partido”
Uno de los buenos reporteros gráficos que militaba en la plantilla de El Gráfico, más habitual en reportajes de polideportivo, especialmente en boxeo, deporte por el que siempre mostró admiración. Pero Speranza, como todo el staff de El Gráfico y muchos compañeros de redacción, se acercó hasta La Paternal aquella tarde, con más curiosidad que expectativas, por si debutaba aquel pibe del que se hablaba tanto. Y cuando saltó al césped, Speranza fijó su foco en el menudo centrocampista del Bicho, que cuando iba a recibir su primera pelota, intuyó la llegada de Cabrera, al que lanzó un caño con descaro, convirtiendo aquel gesto en la tarjeta de presentación del jugador que ha llevado a la Argentina futbolística a los cielos.
Speranza fue protagonista de otra historia curiosa, porque una fotografía suya salvó la vida a un internacional español de baloncesto. El fotógrafo había realizado una producción periodística en Barcelona con dos argentinos que militaban en el F.C. Barcelona. El jugador de baloncesto Juan De la Cruz y el futbolista Rafael Toro Zuviría. El primero volvió a Buenos Aires dos semanas después y fue entonces cuando ocurrió lo que él mismo narra, hoy, al abrigo de la distancia. De la Cruz llegó a suelo porteño y se marchó a jugar un partidillo con unos amigos antes de cenar. Al acabar enfilaron con el coche por Libertador camino de General Paz, pero se equivocaron y terminaron frente a una garita de milicos. Salieron cuatro policías apuntándoles con metralletas, mientras le gritaban: “‘¡Bajá, bajá o te mato!’”. Se bajaron mientas escuchaban cómo se acercaban las sirenas que iban apareciendo por todos lados.
“En mis pensamientos me veía muerto y tirado en el río”, confiesa De la Cruz. Entonces se acercó un policía con galones y le dijo: “¡Qué alto sos!”. Casualmente llevaba una camiseta del Barça y un traje de la Selección Argentina. Eso le llamó la atención y entonces le preguntó: “¿Vos no saliste en El Gráfico esta semana? ¿Sos el que está jugando en España? A mi pibe le gusta mucho el básquet”. Aquella fotografía de Speranza en El Gráfico le había acabó salvando la vida al Largato De la Cruz.
Aquella litúrgica costumbre de Borinsky de zambullirse en los archivos de El Gráfico encontró otro tesoro no mucho tiempo después. “Buscando una foto de Hugo Pena para una nota con su hijo, Sebastián, encontramos una imagen que juntaba a Pena, Menotti y Bilardo. Es la única imagen conocida de los dos futuros enemigos”, revela el periodista. El hombre cuya curiosidad demostró que el caño de Maradona a Cabrera fue algo más que parte de la mitología que rodeó al debut hace cuatro décadas de Diego, del pibe de Los Cebollitas. •