El derbi de Mostar. Un histórico que “perdió” su estadio con la guerra

Para entender la historia del derbi de Mostar que se juega hoy en la liga de Bosnia basta con saber que uno de los dos equipos de la ciudad le robó el estadio al rival. A partir de ahí, historia, rencillas, rivalidad y un derbi que sobrevivió a la guerra.

Ricard González.- El Rodeni (“nuestro” en serbocroata), el estadio actual del Vélez Mostar, está situado en un desangelado descampado en las afueras de la ciudad, sin conexión alguna con el transporte público. Es una instalación modesta para un club como el Vélez Mostar, un histórico de la liga de la extinta Yugoslavia. De hecho, no fue aquí donde sus hinchas vivieron sus noches de gloria. La guerra que desangró Bosnia Herzegovina en los años noventa se cebó especialmente con esta entidad. Además de la vida de ex jugadores, seguidores, y empleados, aquella maldita guerra se llevó consigo también su estadio.

El campo histórico del Vélez, el Bijelim Brijegom (“Monte blanco”). donde derrotó al Borussia Dortmund en una mítica noche de 1987, pertenece ahora a su más acérrimo rival, el Zrinjski. O quizás sería más apropiado tacharlo de enemigo. Allí será donde ambos equipos disputarán hoy, 8 de mayo, el derbi más trascendental de los últimos años, pues ambas escuadras de Mostar se están disputando la liga bosnia. A falta de seis jornadas, el Velez, tercero en la clasificación, le saca 3 puntos a su ansiado rival, y está a cuatro del líder, el Sarajevo.

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ESTADIO BIJELIM BRIJEGOM»
El estadio del Zrinjski. FOTO: Ricard González.

Algunos locales comparan el derbi local con los más eléctricos del mundo, como un River-Boca, o un Milán-Inter. Otros, sostienen que no hay animosidad más encendida que la que sienten los seguidores del Zrinjski y el Vélez. Quizás porque no es solo deportiva. Ahora bien, esta no es una rivalidad no es secular, sino relativamente reciente. Tanto como aquella brutal guerra que todo lo destruyó, incluido el precioso puente medieval de Mostar. Entonces, la ciudad se partió en dos agrias mitades: la bosníaca musulmana, y la croata católica.

Nosotros nacimos en 1905, el Vélez el 1922. Somos el club más antiguo de Bosnia”, presume el croata Jadranko Topic, el primer presidente de la “segunda vida” del Zrinjski. En el caso de este club, la expresión “volver a nacer” no es una metáfora, ni una exageración. Es tan real como los esqueletos de los edificios bombardeados que se erigen como figuras fantasmagóricos en el centro de Mostar. El equipo fue proscrito después de la II Guerra Mundial, en 1945, con el advenimiento del régimen comunista liderado por el mariscal Josip Broz “Tito”. La motivación de aquella decisión es todavía hoy motivo de disputa.

TOPIC» Jadranko Topic, el ex presidente del Zrinjski que refundó el club. Foto. R.G.

El Zrinjski fue castigado por colaborar con los ustacha, comenta Mario, un fanático del Vélez de mediana edad que no se pierde un partido. El régimen ustacha fue el Estado títere que los nazis instalaron en Croacia en 1941 y que fue responsable de la muerte de miles de serbios, judíos, comunistas… Topic se remueve en su silla disgustado al escuchar la versión que circula entre los fans del Vélez. “¡No es verdad! Fue prohibido porque era un club nacional, que llevaba en su nombre oficial la palabra “croata”. No fuimos los únicos castigados así, también hubo clubes nacionales serbios y musulmanes”, espeta.

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USTACHA» grafiti de los ultras Zrinjski debajo de un símbolo Ustacha y una cruz gamada. Foto. R.G.

De lo que nadie discrepa es que el Zrinjski es el principal estandarte deportivo del nacionalismo croata en Bosnia, una ideología con un controvertido pasado. Muchos analistas sostienen que nunca ha denunciado de forma categórica la colaboración con el nazismo. De hecho, a medida que uno se acerca al estadio del Zrinjski, van multiplicándose los grafitis con una “U” coronada por una cruz, el símbolo ustacha, e incluso algunas cruces gamadas. “Aunque está prohibido, los “ultras” del Zrinjski a menudo exhiben cruces gamadas, y homenajean a criminales de guerra croatas”, comenta Emir Delic, presidente de la asociación de periodistas deportivos bosnios.

 “Aunque está prohibido, los “ultras” del Zrinjski a menudo exhiben cruces gamadas, y homenajean a criminales de guerra croatas”, comenta Emir Delic, presidente de la asociación de periodistas deportivos bosnios.

Obviamente, tampoco existe una versión compartida sobre qué sucedió con el estadio Bijelim Brijegom, un asunto que todavía ha envenenado más las relaciones entre los aficionados de ambos clubes. Los Balcanes son tierra de mitos, leyendas y narrativas incompatibles, y el fútbol no es excepción. “Nos robaron el estadio. Es así de fácil”, arremete Mario, mientas sorbe una cerveza. “¡El Estadio era mío!”, proclama en un arrebato Topic, que era el alcalde de Mostar cuando decidió refundar el Zrinjski. “El Estadio era de la ciudad, no era propiedad del Vélez. Y una vez retornó la democracia, el Ayuntamiento decidió firmar una contrato de alquiler de 110 años con el club más antiguo de la ciudad”, añade este histórico extremo de la selección yugoslava. Curiosamente, Topic desarrolló buena parte de su carrera el Vélez, antes de recalar en el Cosmos de Nueva York, donde compartió vestuario nada menos que Pelé y Franz Beckenbauer.

El Vélez no solo perdió su estadio con la guerra, sino también buena parte de su masa social. “De pequeño era del Vélez, porque era el únido equipo de la ciudad. Pero después de la guerra, como casi todos los croatas, me pasé al Zrinjski”, confiesa Petar, un empleado de la entidad croata mientras observa un entrenamiento del primer equipo. El club pasó de ganar dos Copas de Yugoslavia de tres finales disputadas en los años ochenta -Meho Kodro era una de sus estrellas-, a descender a la Segunda División de Bosnia Herzegovina en 2003, abrumado por unas deudas, en parte, provocadas por la construcción del Rodeni.

KODRO» Junto a Kiko en la Real Sociedad. Foto. Diario AS

Desde entonces, este es el primer año que aspira al título. El equipo cuenta con 500 abonados y, antes del cierre de los estadios por la pandemia de Covid-19, una media de unos 4.000 espectadores asistían al estadio. Pero en los años 80, lo llenaban con 20.000 almas. Tal es el amor por los colores de sus hinchas, que a pesar de estar clausurado el Rodeni, centenares de aficionados compran entradas cada domingo para apoyar a su equipo. Para del derbi, ya han vendido 7.200 entradas.

La nueva directiva puso en marcha un plan de consolidación financiera, y hemos pasado de una deuda de dos millones de marcos [poco más de un millón de euros], a solo 100.000”, explica orgulloso Dzemil Sose, el director general del Vélez, y que forma parte de un equipo joven liderado por Semsudin Hasic, un empresario de la ciudad. Tan solo meses después de asumir las riendas de la entidad en 2005, el Vélez retornó a la Primera División. “Este giro no habría sido posible sin el apoyo de nuestros aficionados, pero también de los sponsors y del apoyo de las autoridades del cantón”, apostilla el dirigente.

mostarSOSE»  EL director general del Velez, Dzemil Sose. Foto: R.G.

El presupuesto anual se sitúa alrededor de 750.000 euros, una cifra bastante modesta si tenemos en cuenta que un buen jugador en la Liga bosnia puede llegar a cobrar 100.000 marcos (unos 50.000 euros) Avko Kaladzic, un legendario defensa, ejerce de vínculo entre el glorioso pasado del Vélez y su renacido presente. Actualmente, es el entrenador asistente de la escuadra. “El Vélez es como una Ave Fénix. Nada podrá destruirlo. Yo se lo debo todo, y por eso, es un orgullo poder ayudar a su renacimiento”, comenta.

A pesar de la visita del colista, en uno de los últimos partidos con público, la tribuna del Rodeni estaba, literalmente, llena hasta la bandera. Bajo las enseñas del país y la ciudad, una hilera de espectadores tuvo que ver el partido de pie. El campo puede albergar casi a unos 6.000 espectadores, una capacidad que se ampliará a 8.000 cuando se hayan terminado las obras en curso. “El retorno al estadio antiguo es siempre una aspiración. Pero la situación política lo hace muy difícil. Esta es ahora nuestra casa, y las nuevas generaciones ya lo sienten como propio”, aseveraba el técnico. Un veterano seguidor que acudió al partido en silla de ruedas opinaba que la directiva debe abandonar cualquier reivindicación respecto al Bijelim Brijegom. “Aquel campo está ahora manchado, ya no es el nuestro. Ya se lo pueden comer con patatas”, dejó caer el anciano en la media parte, mientras barría el estadio un viento frío venido de las montañas colindantes. El pico más elevado, todavía nevado, es el Vélez, que dio nombre al club.

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KALADZIC»
Avdo Kaladzic posa en el Rodeni antes del inicio de un partido. Foto. R.C.

A la espera de la construcción de una nueva grada en el gol sur, unos 300 miembros del Red Army, los ultras del Vélez, ocupaban una esquina de la tribuna en aquel partido, que para muchos aficionados fue el último en directo. Ataviados de negro y con la cabeza rapada, muchos de ellos son imberbes adolescentes. “Oh Vélez, da igual en que liga juegues, nosotros te vendremos a animar”, rugía la grada más fanática. Selim, a sus 29 años uno de los veteranos del grupo que luce ya una incipiente panza, niega cualquier implicación política en el nombre del grupo, el mismo que el Ejército de la extinta Unión Soviética: “Nos llamamos Red porque es el color de la camiseta, no tenemos ideología”. Ahora bien, en algunos momentos cantan el antiguo himno de Bosnia, solo reconocido por la comunidad musulmana.

mostarRED ARMY» Bengalas de los hinchas ultras del Velez. Foto. R.C.

El escudo del Vélez es una estrella roja de cinco puntas, muy parecida al símbolo adoptado por la URSS, o la propia Yugoslavia de Tito. Aunque el emblema fue adoptado al fundarse el club, dos décadas antes de la victoria de los partisanos comunistas en la II Guerra Mundial, su elección podría haber estado motivada por consideraciones políticas. No en vano, el equipo fue creado por un grupo de obreros de la ciudad. Quizá por eso, los fans del Zrinjski les llaman despectivamente “comunistas”. “El Vélez no está vinculado a una ideología. Representa la Bosnia multiétnica, la capacidad de resistencia de nuestro país. Por eso, es un club amado no solo en Bosnia, sino en todos los países de la ex Yugoslavia”, sostiene Kaladzic, que ve con disgusto que se mezcle política y fútbol.

“El Vélez no está vinculado a una ideología. Representa la Bosnia multiétnica, la capacidad de resistencia de nuestro país. Por eso, es un club amado no solo en Bosnia, sino en todos los países de la ex Yugoslavia”, sostiene Kaladzic

La política está en todas partes, también en el fútbol. Es algo muy normal”, discrepa Topic. Este septuagenario de rosadas mejillas y tocado con una gorra niega que su equipo sea sectario: “Tenemos jugadores de todas las nacionalidades, boníacos, serbios, etc. Lo importante es que metan goles”. Ambas ex estrellas del Vélez, Kaladzic y Topic, hoy en bandos opuestos, llegaron a coincidir un año en los terrenos de juego. Aunque se respetan, no se frecuentan. “Aunque algunos antiguos compañeros se pasaron al Zrinjski, hemos mantenido nuestra amistad. Creo que ellos respetan al club que tanto les dio”, comenta Kaladzic.

No todos los aficionados se toman la rivalidad con tanta filosofía, como aprendió el argentino Fernando Ferreyra tan pronto fichó por la entidad. “Me adviertieron que era peligroso ir a la parte croata de la ciudad con el chándal del Vélez, ya que es probable que me agredieran”, comenta el lateral, de 24 años. La misma precaución deben observar los aficionados del Zrinjski en los barrios musulmanes. Sin embargo, a diferencia de los que sucedía los años posteriores a la guerra, los habitantes de Mostar al menos pueden cruzar ahora sin ningún riesgo la invisible línea divisoria que trazó el conflicto, siempre y cuando no se enfunden la camiseta de su equipo.

FERREYRA» El argentino en su etapa en Velez.

La mayoría de partidos son tranquilos. Tan solo en los derbis puede haber violencia, pero una fuerte presencia policial lo suele impedir”, comentan dos guardias de seguridad que controlan el acceso al sector del Red Army, que suelen encender bengalas durante el transcurso de cada partido. “Los días de partido Vélez-Zrinjski hay mucha tensión en la ciudad. Si cae en día lectivo, hasta cierran las escuelas”, afirma Katarina, la sobrina de Topic, que traduce sus palabras en un esmerado inglés. La descarnada rivalidad entre los dos clubs de Mostar tiene combustible para rato.