«El día del ‘¡Puto Amo!’ Pep me llamó y me dijo que al día siguiente la iba a armar»

Su libro ‘Saber Perder’ fue uno de los primeros regalos que Pep Guardiola hacía a sus jugadores en el vestuario. Entrenador y escritor conservan una gran amistad. Trueba recuerda el día que el exentrenador del FC Barcelona le llamó antes de un clásico con una misión para sus jugadores. Unas confesiones realizadas en el verano de 2015 cuando la aventura de Pep en el Bayern registraba dos años.

*Texto Fermín de la Calle | Fotografía Lino Escurís.- David Trueba nos cita en ‘La Buena Vida’ (Calle de Vergara, 5, Madrid), la librería que regenta uno de sus hermanos. Llueve a cántaros. Aparece temprano para perderse “un rato entre los libros”. Muestra la misma naturalidad que los perdedores que protagonizan sus libros y sus tristes comedias. Pasea por los temas mezclando historias, entrelazando recuerdos. Cuando nos vamos a comer, la grabadora esconde una deliciosa conversación de casi una hora por la que transitan Guardiola, Dirceu, Martínez Soria, Zidane, Estudiantes, Menotti, un ejército de patanes zurdos, el DVD de Bielsa, Beckenbauer o el barrio de Belgrano.

El interior del fútbol lo descubres a través de los ojos y la cabeza de Guardiola.
No exactamente. Había conocido antes a Pardeza con mis amigos de Zaragoza, cuando él jugaba allí… Era un intelectual, un tipo que ha leído mucho, con el que vivimos aventuras muy graciosas en el año de la Recopa. Y también conocía a Víctor Muñoz. Luego conocí a Ernesto Valverde y entre medias a Pep. Con Pep y Ernesto he coincidido más. Me hice más amigo de Pep y alcanzamos un grado de intimidad mayor. Hubo un momento que coincidíamos mucho en Barcelona. Él se lesionó y eso hizo que viésemos partidos juntos. Y ahí sí que disfruté con las conversaciones. Te sientas con un tío que sabe. Me abrió mucho la mente futbolísticamente.

Por el perfil del personaje de ‘Saber perder’ y por la forma en que hablas de ellos, ¿los futbolistas te parecen gente solitaria?
Los futbolistas son solitarios. Creo que si la gente se fija un poco, lo puede ver. No están solos, porque están rodeados de una familia, mánagers, fans… Pero sus verdaderos amigos son gente de la infancia, que se remontan años atrás, donde ellos encuentran la autenticidad. Eso tiene que ver con esa soledad de no fiarse de nadie. Luego es un mundo egoísta, cada uno barre para su casa. Una de las cosas que me ha sorprendido mucho del mundo del fútbol es el grado de amistad que se rompe en el momento en que juegan en diferentes equipos. Se dejan de ver, no se mantienen los vínculos. Incluso dentro de cada plantilla, si no estás jugando, el entrenador te parece horrible, o si eres titular te parece maravilloso.

Tiene cierto grado de lógica...
Luego cuando se han hecho entrenadores, he visto sufrir mucho a Ernesto y a Pep por eso. El grado de egoísmo de los jugadores. En cuanto defines el once que va a jugar, los otros pasan a ser tus enemigos. Alguna vez yo mismo les he tenido que decir que tenían que entender esa actitud. Les afecta directamente al ego. Colocarte en el banquillo o no colocarte les destroza. En ocasiones el entrenador tiene que ser un killer porque si no, el muerto es él. Eso lo he visto con Pep y con Ernesto. Es una putada, en las películas también pasa. A veces tienes que ser un killer aunque sabes que uno, o dos o tres se van a ir al cementerio con una foto tuya. Pero tiene que ser así.

¿Intuiste en esas conversaciones con Pep que estaba abocado inevitablemente a acabar en un banquillo?
Te confesaré que me recordaba mucho a mi juventud. Yo leía mucho e iba mucho al cine. Era obvio que me quería dedicar a eso, pero tampoco sabía si servía para ello. Con Pep recuerdo muchas ocasiones en las que él buscaba equipos sólo porque le interesaba el entrenador que tenían. Me acuerdo que cuando empezaba Arsene Wenger en el Arsenal, Pep quería ir allí y estuvo a punto. También recuerdo que en el Brescia, por ejemplo, lo disfrutó mucho. Con Baggio y Carleto Mazzone de entrenador. Fue una sorpresa muy agradable para él. Empezó a elegir, supongo que a la manera que ha hecho Xabi Alonso con él ahora. Al final de tu carrera puedes no preocuparte por el dinero, y centrarte más en el sitio o las personas. Pienso ahora en Mascherano... Ellos mismos no están seguros de saber si valen para entrenar, pero todo hace indicar que es su destino natural.

«Con Pep recuerdo muchas ocasiones en las que él buscaba equipos sólo porque le interesaba el entrenador que tenían. Me acuerdo que cuando empezaba Arsene Wenger en el Arsenal, Pep quería ir allí y estuvo a punto.»

¿No se planteó empezar con niños, el fútbol más puro?
Sí, claro. Me acuerdo que en la época en que Pep se presentó contra Laporta con Bassat estaba deseando entrenar equipos de 14 o 15 años, pero no podía ser. Y luego la vida dio una vuelta tan radical que se convirtió en el salvador de la junta de Laporta. Teníamos una broma recurrente. Él me decía ‘¿Por qué no compramos el Europa?’ Él había vivido cerca y siempre pensaba en ello. Yo le decía ‘Yo busco unos socios capitalistas’ y él decía ‘Sí sí. Y que juegue de tal manera’. En Tercera, ganó la Liga en el campo del Europa. Fue su primer título como entrenador. Fui a verle, estábamos en el césped y recuerdo que me dijo: ‘¿Te acuerdas cuando te decía que este sería nuestro club?’. Nos reímos mucho.

Conviviste con un Pep lesionado, más ocupado de rellenar su tiempo libre que de obsesionarse con el fútbol.
Durante la lesión, él agradecía tener cerca a alguien que no tuviese que ver con la actualidad futbolística. Pep tenía mucho interés en salir del sufrimiento de la lesión. Prefería hablar de libros, cine o teatro, que también le gustaba mucho. Su pareja, Cristina, y sus padres siempre han sido grandes aficionados. Viene de un entorno que, dentro de la modestia, tenía esas inquietudes culturales. Cristina fue una gran influencia. A los futbolistas sólo pueden modificarlos las mujeres o la propia carrera que llevan. Una mujer ambiciosa mentalmente siempre hace al hombre más inquieto.

¿Cómo surge aquel viaje por Sudamérica con Guardiola? ¿Quién lo propone?
Yo tenía un amigo muy mayor aquí en Madrid que decía que si alguien quiere aprender flamenco tiene que irse a vivir a Jerez. Un día me salió una presentación en Río y en Buenos Aires. Entonces llamé a Pep y le dije: ‘¿Por qué no te vienes y hacemos la gira juntos? Así tú conoces Argentina y Brasil, que son las cunas del fútbol’. Pep me dijo: ‘A mi mujer la puedo convencer de Buenos Aires, pero lo de Río…’. Así que cuando viajé de Río a Buenos Aires, Pep hizo coincidir su avión a Argentina.

¿Llevaba muchas entrevistas programadas?
Recuerdo que traía una agendita con algunos números de teléfono y que yo estaba preparando ‘Saber perder’. Lo único que yo tenía que hacer era tomar notas de cuatro o cinco sitios. Uno de ellos era San Lorenzo, donde me llevé a Pep. Estaba Ruggeri de entrenador y se asombraron al verle llegar conmigo. ¿A qué habéis venido? preguntaban. Y él decía: ‘Mi amigo que está escribiendo una novela’. Pero nadie creía que Guardiola estuviera allí por eso. Ya por entonces era un ex jugador. Consiguió ver a varios, no a todos. Vimos a Menotti, con quien fuimos a cenar a un restaurante de Belgrano estupendo. Luego Marcelo Bielsa nos mandó un chico con un coche que nos llevó a su casa, a dos o tres horas de Buenos Aires. Fue el día memorable en el que siempre digo que no puedo contar lo que se habló allí, porque son dos personas muy particulares. Hablamos de cine, porque Marcelo es un apasionado y veía dos películas al día. Tenía mucha curiosidad. La primera hora la pasamos entera hablando de cine y les dije: ‘Aquí no habéis venido a hablar de cine…’. Luego sacaron la artillería. Fue una charla divertida. Había mucha curiosidad. Marcelo preguntó a Pep por su experiencia con Van Gaal y Cruyff, quería saber de lo que tenía Pep en la cabeza.

¿Fue una charla táctica entre dos obsesos de los detalles?
Para nada. Pep no buscaba soluciones concretas, era más un estado general de la cuestión. Muchas anécdotas, algo que a Pep le encantan. De hecho, no paró hasta que me llevó a cenar con Rexach, que es un gran contador de anécdotas. O la cena con Menotti, que fue espectacular. Creo que la forma de actuar de Pep se parece mucho a mi forma de escribir: hacemos una especie de desahogo en papel, porque Pep escribe mucho, y luego tratamos de reescribir una síntesis para sacar la idea en tres líneas. Más como rasgo de concentración. Concentrarse mucho en algo para tratar de encontrar ese destello. A día de hoy Pep sigue buscando soluciones prácticas para resolver problemas con los jugadores de la forma más sencilla. Pero es verdad que para convencer a los jugadores hay que ser imaginativo.

«Creo que la forma de actuar de Pep se parece mucho a mi forma de escribir: hacemos una especie de desahogo en papel, porque Pep escribe mucho»

¿Qué te sorprende de lo que has visto dentro de un vestuario?
Se habla mucho del fútbol, pero la gente no conoce el fútbol. Está todo lleno de una opinión exacerbada en el fútbol, opinión que los futbolistas no tienen. Ellos son más equilibrados, más profesionales. La figura del profesional siempre me ha gustado mucho. El profesional es una persona muy equilibrada que no se fía de las apariencias. Me llamaba la atención la diferencia entre el discurso público que tienen algunos entrenadores y el discurso real en el vestuario. Hay una disonancia y la gente tiende a quedarse con el ruido. Como las películas de Howard Hawks. El sheriff hace de sheriff y el que transporta el ganado transporta el ganado. En un momento dado desconfían unos de otros porque piensan que a mí lo que me importa es mi cometido, no salvar la humanidad. Y a veces oigo a entrenadores que van a salvar a la humanidad cuando se tienen que limitar a hacer su cometido.

¿Llegaste a plantear a Guardiola grabar dentro del vestuario?
Una vez nos propusieron hacer juntos un documental. Dijimos los dos que sí y a los dos días Pep me llamó y me dijo: ‘¿Te molestaría mucho que tirase para abajo el proyecto? Es que me da la sensación que vamos a entrar en la intimidad y vamos a romper algo ahí’. El proyecto era un encargo que alguien lo propuso muy bien, con unas condiciones muy buenas. Pero no lo sacamos adelante.

Hablas del vestuario como de un ecosistema cerrado.
A veces detalles como la nueva mujer de un jugador ha trastocado todo el ecosistema. No tiene que ver con ella, tiene que ver en cómo alguien rompe un equilibrio, un pacto entre ellos. Es una comunidad particular y cerrada.

«Te contaré una historia que no se conoce y tiene que ver con el cine y el fútbol. El famoso día del ‘¡Puto Amo!’ Pep me llamó y me dijo que al día siguiente la iba a armar en la rueda de prensa y le recomendé que no entrase al trapo»

El fútbol tiene mucho cine.
Se podría hacer cine sobre fútbol, pero habría que dejar fuera el campo. El cine no soporta lo que pasa en el campo porque es un espectáculo de muchos contra muchos y eso el cine no lo aguanta. Te contaré una historia que no se conoce y tiene que ver con el cine y el fútbol. El famoso día del ‘¡Puto Amo!’ Pep me llamó y me dijo que al día siguiente la iba a armar en la rueda de prensa y le recomendé que no entrase al trapo. Me dijo así que iba a hacerlo: “Los jugadores lo necesitan”. Ahí se ve el grado de influencia que tengo sobre él (ríe abiertamente). Pero para compensarlo había pensado otra cosa y me dijo: ‘Ven a cenar con los jugadores en el hotel’. Yo había estado en el hotel, había tomado algo alguna vez, pero nunca mezclado con ellos. Al margen siempre. Me dijo: ‘Ven, que te necesito’.

Tenía dos piezas, una se la jugó él, la de la rueda de prensa de Mourinho, y la otra se la pidió a Víctor Valdés. Víctor era un tipo muy gracioso que hacía vídeos tipo YouTube, parodias del mundo del deporte. Y Pep le pidió que hiciera varias y las ensamblase. Con Pepe Costa montaron sketches hechos por él de forma muy precaria. Y a mí Pep me llevó en calidad de cineasta para darle más suspense al tema. Cuando llegué, la tensión tras la rueda de prensa se cortaba. Pep salió allí y le vino a decir a Mourinho “dejemos de joder, los entrenadores no tenemos tanta importancia en esta historia”. Pero el efecto de los vídeos de la noche, tras la cena, relajó el ambiente y la gente se tronchó. Dentro de que Pep es de mucha disciplina e información, trata de llegar con cosas de su época: habla con ellos, los manda a casa... Psicología de grupo. Y aquel día acertó.

*entrevista completa en nuestro número 13.