Pablo Cheb para revistaUNCAÑO.- “Su atención por favor, damas y caballeros. ¿Hay un carpintero en el estadio?”. La voz que salía de los parlantes el 31 de marzo de 1974 en un estadio de Irlanda era el toque de comedia que faltaba a una situación insólita. El juego llevaba parado media hora porque un arquero había roto el travesaño. Por segunda vez en el mismo partido. Y ésta vez nadie lo podía arreglar.
Sucedió en una semifinal de Copa de Irlanda en la que Athlone Town visitaba a Finn Harps en el Oriel Park. No se puede ser más irlandés. Bah, sí se puede, el arquero de Athlone era un tal Mick O’Brien, que tenía como costumbre colgarse del travesaño metálico del arco propio cuando era local. Lo hacia para divertir a los fanáticos y -al menos eso aclaro mas tarde- como una medida para asegurarse de que la pelota realmente se fuera alta. Pero esta vuelta era visitante y la portería era de madera.
Lo hacia para divertir a los fanáticos y -al menos eso aclaro mas tarde- como una medida para asegurarse de que la pelota realmente se fuera alta. Pero esta vuelta era visitante y la portería era de madera.
Ante un tiro desviado del rival, el hombre hizo la jugada que siempre hacía y la valla se desplomo sobre él. Terminó destrozada. La anécdota podría ser absolutamente imposible de comprobar pero -increíblemente- hay un vídeo que registra el hecho.
El jugador fue expulsado por el árbitro, porque ya había roto el larguero antes en el mismo partido, y habían tenido que suspender el juego durante 15 minutos para que lo arreglaran. Según un diario irlandés de la época, que aparece en el final del vídeo, O’Brien quebró el travesaño por accidente primero y por negligencia después. En ese caso, el vídeo mostraría la primera rotura, y no la segunda (como marca el texto del propio vídeo). En aquel primer instante el partido estaba 2-0 para el local. La segunda destrucción fue mas temeraria: dos goles más tarde cuando el marcador ya estaba 4-0, el uno se trepó al arco y se subió al poste, haciendo que se partiera.
Se dice que fue allí cuando el árbitro lo echó del partido, aunque en el vídeo parece verse claro el momento en que el juez le pide que deje el campo de juego. Cuando le preguntaron qué pasó, el uno sostuvo que en realidad el arco se cayó cuando él quiso arreglarlo. “El ángulo se veía un poco flojo y salté para ver si podía repararlo. Apenas apoyé una mano y se me vino encima”, esgrimió. Y después explicó por que se había vuelto fundamental para su juego colgarse del travesaño: “Creo que estoy demasiado en forma”.
“El ángulo se veía un poco flojo y salté para ver si podía repararlo. Apenas apoyé una mano y se me vino encima”, esgrimió. Y después explicó por que se había vuelto fundamental para su juego colgarse del travesaño: “Creo que estoy demasiado en forma”.
Su entrenador del momento, Amby Fogarty, lo defendió a medias. “Es muy dedicado y un poco cabeza dura”, dijo. Un dirigente contó, en cambio, que O’Brien estaba desesperado y frustrado, y que hizo lo que hizo a propósito. “Lo sentía mucho y estaba casi llorando en el vestuario”, comentó. También reveló que se estaba estudiando una pena disciplinaria para el portero.
Los hinchas estaban un poco enojados, pero tenían que perdonar al hombre que mantuvo en cero su portería el día en que recibieron al Milan en la Copa UEFA de 1973. El día de ese 0-0 histórico, uno de sus compañeros erró un penalti, él no rompió ningún larguero. Fue muy distinto de lo que pasó en el 74. Cuando por un par de monerías, una semana después de romper un larguero en un partido cualquiera, O’Brien echó por tierra DOS largueros en el mismo partido. Y la voz del estadio pidió por un carpintero.