*Texto David Granda | Fotografías Agencias.- Llegó con el Balón de Oro en una bolsa blanca de plástico como si llegara del mercado. Vino acompañado, las manos temblorosas le impedían cargar con el trofeo. Cruzó el lobby del Hotel International de Praga, pasó junto a la histórica escalera reconstruida durante la Checoslovaquia soviética que conduce a las habitaciones y se sentó en el Armstrong Bar, dando la espalda al único de los tres tapices que se conservan con una representación de Praga con la colosal escultura de Stalin de 1955. Pidió una cerveza. Josef Masopust tenía 84 años e iba a ser su última entrevista antes de morir en 2015.
Se llevó el Balón de Oro imponiéndose a Eusébio, que acababa de coronar al Benfica Campeón de Europa.
Era mejor jugador que yo, sin duda.
“Del Sol era uno de nuestros mejores medios defensivos, Suárez era un genio del pase en profundidad y Paco [Gento] era fantástico encarando a los defensas. Pero Masopust hacía todo eso a la vez: recuperar el balón, pasar, driblar e irrumpir en el área. Era un centrocampista fuera de serie”. Son palabras de Puskas, ¿eran amigos?
Puskas y yo nos conocíamos muy bien porque, antes de que escapara de Hungría, jugaba en el Honved de Budapest, que como mi club, el Dukla de Praga, era un equipo militar. Nos enfrentamos muchas veces. Cada vez que los entrenadores querían entonarnos llamaban a los oficiales del ejército y de un día para otro organizaban un partido. Un avión militar nos llevaba y nos traía. Puskas era uno de los pocos húngaros que hablaba alemán, como yo, así que en las cenas nos sentábamos juntos y nos contábamos cómo nos iba todo.
Praga 1948: tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial, comienzan las purgas estalinistas en Checoslovaquia. En dos años los dirigentes más notables serán condenados a la horca. Ese año el ejército crea su propio equipo de fútbol, el ATK Praha, que poco tiempo después se llamará Dukla Praha en homenaje a los soldados caídos ante los nazis en la batalla del Paso de Dukla, una de las más sangrientas del frente oriental. En 1950 Josef Stalin nombra personalmente ministro de Defensa a Alexej Čepička, el mismo que hasta ese momento dirigía la política de terror del Ministerio de Justicia. La orden es militarizar y disciplinar la sociedad, prepararla para la Tercera Guerra Mundial. A Čepička le gusta el fútbol.
En 1952, en un intento por ser más estalinistas que la propia URSS de Stalin, las autoridades ordenan al escultor Otakar Svec modelar el mayor monumento a Stalin del mundo, un coloso de 30 metros y 208 metros cúbicos de granito. A su vez Čepička empieza a coordinar la construcción del edificio de arquitectura gótico estalinista más grande de Checoslovaquia muy cerca del Stadion Juliska en Dejvice, hoy Hotel Intercontinental donde transcurre este encuentro con el genial futbolista. Ese mismo años, Josef Masopust debuta en el ATK de Praga. En su primera temporada, el equipo del ejército de Čepička, un club sin tradición ni aficionados, conquista su primera liga. ATK: Armádní tělocvičný klub, el club del ejército checo.
Cuenta el escritor Radovan Jelinek en su atlas del fútbol checoslovaco que los mejores jugadores, fueran del equipo que fueran, tenían que jugar en el Dukla.
Eso no es del todo cierto. El Dukla era el equipo del ejército y en aquella época el servicio militar de dos años era obligatorio. Los mejores futbolistas llamados a filas pasaban al equipo de fútbol que se había formado para que no dejaran de jugar. En mis dos años de milicia con el Dukla, coincidí con un buen grupo y decidimos quedarnos. Nos ofrecían buenas condiciones para entrenar y jugar. En el edificio todo es grande, un mastodonte que hoy alberga un centro de convenciones con capacidad para más de 1.200 visitantes y en los años 50 escondía un refugio nuclear para 600 personas.
Ese mismo año, Josef Masopust debuta en el ATK de Praga. En su primera temporada, el equipo del ejército de Čepička, un club sin tradición ni aficionados, conquista su primera liga. ATK: Armádní tělocvičný klub, el club del ejército checo.
Sin embargo, hacen pequeña la escalera central. Alguien advierte a Čepička de que en la inauguración no cabrían los 44 generales del ejército checoslovaco junto a Stalin y añaden dos hileras de escalones que aún hoy deforman el hall de entrada. En 1956 abre sus puertas como el Hotel International y Masopust vuelve a ganar la Liga. Por entonces, la reputación oficialista del Dukla no mejora pero algo cambia: Stalin había muerto en 1953 –deciden volar la escultura y degradar a Čepička– y Masopust empieza a brillar con la selección.
En su primer Mundial, Suecia 1958, Checoslovaquia no alcanza los cuartos pero ocurre algo insólito, un adelanto de lo que está por venir. Argentina y Checoslovaquia se cruzan en la primera fase. Ganan los checos 6-1. Argentina sufre la peor derrota en su historial en las Copas del Mundo. -Nos menospreciaron. Argentina llegó al Mundial de Suecia con mucha fe en sus posibilidades, casi con arrogancia. Marcamos pronto y nos crecimos. Para nosotros también fue una sorpresa. Los avasallamos.
El Dukla era el equipo del ejército, pero jugaba usted y en el Stadion Juliska del barrio de Dejvice se abrió una ventana de 90 minutos a otra Europa dentro de la claustrofóbica Checoslovaquia soviética.
Al principio la gente no nos apoyaba. Cuando un jugador decidía quedarse en el club después de hacer el servicio militar, decían que el Dukla se lo había robado a su equipo. Empezamos a jugar bien y a participar en competiciones europeas y la cosa cambió. Tener aquí al Real Madrid, al Benfica, al Manchester United… Venía mucha gente a vernos....**
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