Dídac Peyret.- "Hace unas semanas estuve en Pachuca, una ciudad vecina de Ciudad de México relativamente anónima, pero que tiene un club extraordinario. Con una universidad de fútbol y una residencia de futbolistas de primerísimo nivel. Les pregunté qué criterio de selección de futbolistas tenían y me dijeron que le daban mucha importancia a la velocidad. Ellos pensaban que a un jugador veloz se le podía dotar de técnica, pero a un jugador técnico no se le podía dotar de velocidad. Y, de pronto, después de una pausa valorativa, me dijeron, ‘bueno, eso hace algún tiempo atrás. Luego entendimos que hay jugadores que no son muy grandes ni veloces que pueden ser grandes figuras’. Y les dije, ‘¿y qué les hizo cambiar de opinión?’ Y me contestaron: ‘España’”, explica Jorge Valdano sobre una selección, la española, que parece haberse hecho suyo el relato del Barça.
De la furia hiperventilada a la estética y el método. De un país que, en los aledaños del Mundial de Estados Unidos de 1994, sentía una profunda alergia por lo que Ángel Cappa llamó el tiqui y el toque. Un concepto que el añorado Andrés Montes recuperaría -y renovaría- más tarde con aquello del tiqui-taca. El que fuera segundo de Valdano lo explicaba, así, el año 1996: “Dice Antonio Gala que toda referencia a la belleza en nuestra sociedad produce risa, salvo que sea cotizable. Por suerte en el fútbol la belleza es rentable”.
Tan rentable que la mezcla de todos los valores de las escuelas de cantera de España han alcanzado éxitos que parecían inalzanzables para un país en constante complejo de inferioridad internacional. Un modelo de mestizaje, cooperación, solidaridad… Un equipo con el objetivo claro de disfrutar y hacer disfrutar que para tener el rumbo claro después de superar décadas de niebla. En los noventa todo aquello sonaba a cursilería barata. Una especie de licencia poética de tipos leídos que se entrometían Kiko, Raúl y Guardiola. Casillas y Xavi. Xabi Alonso y Busquests. Iniesta, Piqué y Ramos. La producción múltiple de futbolistas de características y culturas diferentes explica el éxito contemporáneo de un equipo gracias a la puesta en común del talento en favor de un objetivo común: ganar y disfrutar. en un mundo, la selección, que medía su fútbol, por la talla de la entrepierna. Era la herencia del "Sabino a mí el pelotón, que los arrollo", que con idéntica determinación aplicó Clemente desde el banquillo a pesar de contar con miembros destacados del Dream Team.
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