El fútbol se hace palabra

El maestro de los perdedores de la pelota. Se han cumplido 20 años sin Osvaldo Soriano, el genio argentino que relató los partidos desde dentro, originando un estilo de relatos futbolísticos que siguieron otros después.

*Texto Francesco Luti | Fotografía Archivo.- El escritor Osvaldo Soriano no llegó a cruzar el siglo XXI pero supo retratar como pocos el anterior: el siglo del fútbol. Desde aquel 29 de enero de 1997, día de su fallecimiento por un cáncer de pulmón en Buenos Aires a los 54 años, innumerables horas de fútbol no tienen la suerte de contar con este aficionado y sutil entendido del príncipe de los deportes. Estas dos décadas pasadas se recordarán por la aparición del cometa Lionel Messi. ¿Qué habría pensado Soriano viéndolo jugar? ¿Qué otras páginas hubiera podido añadir a su obra? La respuesta, como canta Bob Dylan, sigue flotando en el aire. El escritor, hincha de San Lorenzo de Almagro, se trasladó en su juventud desde el interior argentino a Buenos Aires con el propósito de estudiar letras, jugar al fútbol y probarse en San Lorenzo. “Mi viejo era de River, pero simpatizante, ni siquiera hincha. Y mi vieja, de nadie, pero era española. Nadie me hizo de San Lorenzo.**

Ser hincha de San Lorenzo en un pueblo del interior del país, como en aquel entonces era Cipolletti, y no ser de Boca o River, significaba ser un bicho raro, porque la distancia hacía que llegaran solamente los ecos de los famosos, de River y Boca”, explicó en una entrevista en Página 12. Ya adulto dejó entrever que se hizo de San Lorenzo por el título conseguido en 1946 cuando tenía solo 3 años. Hoy, en el barrio Boedo se recuerda su fuerte vinculación al club con su nombre en la nueva sala de prensa en el Estadio Pedro Bidegain, el “Nuevo Gasómetro”; y un mural retrata al escritor con alas, por encima de la ciudad y con una frase suya: “Uno siempre anda buscando los orígenes, ¡nuestra identidad!”. Como nos revela por correo electrónico Pablo Montanaro, autor de Osvaldo Soriano. Los años felices en Cipolletti (Primera Edición, Ediciones Vigilias, Neuquén, 2012 y segunda edición Ediciones Con Doble Zeta, Neuquén, 2017), “a Soriano le gustaba proyectarse en los que habían sido futbolistas. Sus amigos de Cipolletti, a quienes entrevisté, coincidieron en que no tenía talento para el fútbol pero sí un entusiasmo y pasión que desbordaba; jugaba con una rodillera porque tenía un problema en su pierna derecha.

Ser hincha de San Lorenzo en un pueblo del interior del país, como en aquel entonces era Cipolletti, y no ser de Boca o River, significaba ser un bicho raro, porque la distancia hacía que llegaran solamente los ecos de los famosos, de River y Boca

Soriano creó ese mito de gran jugador que estuvo en los mejores equipos de la zona del Alto Valle, pero era mentira. Jugaba, o intentaba jugar de 9, incluso en las fotos de los equipos de barrio en los que jugó siempre está en el centro de la imagen como se ubican los 9. En esos años en Cipolletti formaba parte de un equipo que se llamó Belgrano, nombre de la calle donde había una canchita. También jugaron en la liga Confluencia un par de partidos”, explica. El falseo de su propia biografía futbolística forma parte del humor irónico de Soriano. Es lógico que cada escritor baraje los naipes para reinventar un mundo propio distinto, a veces más real que el verdadero. El oficio del narrador consiste sobre todo en saber inventar; no basta la memoria, el recuerdo, la evocación. Sus páginas son persuasivas y es posible que se deba a un conjunto de factores, entre ellos sus vivencias y sus recuerdos que se funden en una original inventiva.

También hay honestidad de fondo, aquella que mueve toda su ilimitada fantasía que cuando no te lo esperas te arranca una sonrisa o un guiño, y te preguntas ‘¿cómo se le ocurrió?’. Cuando se lee a Soriano saboreamos el gusto de la fábula. Rodeado de sus gatos, en su casa y en sus páginas, Soriano fue un escritor cercano a la realidad de su país, pero su palabra logró ser universal por su capacidad de acercamiento al lector, no sólo al argentino. **

**FOTO 1: » CIPOLLETTI Soriano, primero a la izquierda, cuando soñaba con ser un gran goleador en su pueblo de interior.

*Texto completo en Líbero 26:

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