*Texto José M. López Nicolás | Ilustración Artur Galocha.- La primera vez que pisé un campo de fútbol tenía cinco años. Fue el 4 de mayo de 1975. Ese día el FC Barcelona visitaba la Vieja Condomina. En el equipo culé jugaba el mítico Johan Cruyff. En el Real Murcia debutaba con solo 16 años un chaval que maravillaba por su clase y desparpajo, Patricio Pelegrín. El pasado 24 de octubre de 2017, 42 años más tarde, volví a asistir a un Real Murcia- FC Barcelona. El partido, jugado en la Nueva Condomina, correspondía a una eliminatoria de Copa del Rey y el Barça ganó 0-3. Como científico saqué dos conclusiones del partido. La primera es que la ciencia se encuentra presente en todos los acontecimientos de nuestras vidas, incluso en aquellos que parecen muy alejados de la misma como es el fútbol. La segunda es que sin el progreso científico poco de lo ocurrido en 2017 en la Nueva Condomina hubiese sido posible en 1975 en el antiguo campo pimentonero. Analicemos los tres goles científicamente y veamos cómo ha evolucionado el deporte rey desde el punto de vista de la ciencia.
El primer gol del Barça fue gracias a un centro de Deulofeu donde la física tuvo mucho que decir. La fuerza Magnus, provocada por el efecto que propició el jugador azulgrana al balón, produjo una diferencia de presiones a ambos lados del esférico. Este, que inicialmente salió en línea recta siguiendo la primera Ley de Newton, se fue curvando espectacularmente hasta encontrar la cabeza de Alcácer que remató impecablemente marcando el primer tanto. Pero en el centro de Deulofeu no solo influyó la calidad del jugador o el Efecto Magnus. También el diseño de los nuevos balones de fútbol tuvo parte de culpa. Las ranuras integradas que forman parte de los balones mejoran su aerodinámica, haciendo que sean más estables en su vuelo. Además, los paneles triangulares que cubren los balones actuales, formados por materiales como el poliuretano o el etilvinilacetato, les confieren mayor redondez o resistencia al agua. La fantástica conducción del balón que hizo el propio Deulofeu en el segundo gol sería imposible en el césped maltrecho de la Vieja Condomina.Gracias a la botánica, la biotecnología y la química agrícola los campos actuales se encuentran en perfecto estado.
La fantástica conducción del balón que hizo el propio Deulofeu en el segundo gol sería imposible en el césped maltrecho de la Vieja Condomina
Las nuevas variedades de hierba, los fertilizantes y los modernos sistemas de regadío hacen que el balón circule a las mil maravillas. Sin lugar a dudas, una de las grandes revoluciones del fútbol moderno reside en los campos de fútbol con césped híbrido. En ellos predomina el césped natural (95%) sobre el sintético (5%) y las millones de fibras artificiales implantadas por todo el campo tienen un efecto trascendental. Estas fibras se entrelazan con el césped natural logrando que el terreno de juego sea más resistente y más estable a la degradación, permitiendo una frecuencia de juego superior. Además, el césped híbrido tiene una mayor densidad vegetal por lo que el color verde es mucho más intenso. Pero la característica más importante para el futbolista de los céspedes híbridos es que tienen mayor capacidad de amortiguación, lo que reduce el número de lesiones.
Pero la característica más importante para el futbolista de los céspedes híbridos es que tienen mayor capacidad de amortiguación, lo que reduce el número de lesiones.
El impresionante disparo del joven azulgrana Arnaiz en el tercer gol tampoco hubiese ocurrido sin los resistentes y livianos materiales con la que se diseñan actualmente las botas de fútbol. Las nuevas tecnologías provocan que sean mucho más ligeras y se adapten mejor al pie de los jugadores. Además, para conseguir que el balón adquiera una gran aceleración ya no hace falta la fuerza con la que los jugadores de épocas pasadas golpeaban el esférico. Los innovadores materiales con los que se elaboran las botas son capaces de conseguir gran aceleración con mucho menor potencia de disparo. El Barça, como es habitual desde que Johan Cruyff se hizo cargo del primer equipo, tuvo la posesión del balón casi todo el tiempo. La gran calidad de sus jugadores tiene mucha culpa… pero las matemáticas también.
La ciencia y el fútbol van cogidos de la mano. Disciplinas como la Química, la Física, las Matemáticas, la Botánica, la Biotecnología y muchas otras están presentes en un terreno de juego
La disposición geométrica de los jugadores azulgranas a lo largo del terreno de juego fue perfecta y los diagramas de Voronoi y los triángulos de Delaunay estaban presentes por todo el campo. La aplicación al fútbol de estos conceptos matemáticos, asociados a la geometría computacional, son la clave de los famosos rondos blaugranas que tanto daño hacen al equipo rival. En el partido disputado hace 42 años uno de los míticos jugadores del Barça, Charly Rexach, acabó con la camiseta rota y empapada. La presencia en las equipaciones actuales de compuestos químicos como el elastano, el poliuretano o el poliéster las hacen más transpirables y elásticas. La ausencia de estos compuestos o los fallos en la elaboración de las camisetas puede provocar que baje el rendimiento de los jugadores o que terminen desgarradas como le ocurrió en la pasada Eurocopa a 7 jugadores de la selección Suiza. Estimados lectores, lo ocurrido hace unos meses en la Nueva Condomina demuestra que la ciencia y el fútbol van cogidos de la mano. Disciplinas como la Química, la Física, las Matemáticas, la Botánica, la Biotecnología y muchas otras están presentes en un terreno de juego. Sin embargo, las genialidades que vi hacer a Cruyff y a Pelegrín en 1975 no las hizo nadie en 2017… y es que el progreso científico no se pone de manifiesto si no está detrás el talento humano. •