Guille Galván.- El primer bono del metataverso se paga ingresando 200 euros al año para jugar una liga de barrio. Una realidad paralela donde uno sigue siendo futbolista, en campos municipales cedidos a contratas que organizan decenas de torneos y sacan la pasta del último baile a miles de románticos del balón. Como quien se pide la penul sabiendo que han encendido las luces de la discoteca. Da igual que el alcohol sea malo, da igual que la noche ya te haya ofrecido todo lo que llevaba en sus bolsillos, da igual que lo siguiente sea el ridículo. Llega septiembre y pagas una nueva temporada de Fútbol 7.
Arrancas en otoño con la plantilla de siempre, repleta de fichas que van menguando a medida que entran los meses de guardar. Porque es duro competir contra la lluvia, el frío o la la estufa de un buen partido de Champions en casa. No ibas a ir pero ves la convocatoria en el grupo de WhatsApp y te enciendes. Preguntas a tu chica si puede volver un poco antes del trabajo. Negocias dejar bañadas a las niñas, pides ayuda con la cena. La cena se complica y queda a medio hacer. Sales tarde, con la hora pegada al culo y una nueva monedita en la hucha del divorcio.
Preguntas a tu chica si puede volver un poco antes del trabajo. Negocias dejar bañadas a las niñas, pides ayuda con la cena. La cena se complica y queda a medio hacer. Sales tarde, con la hora pegada al culo y una nueva monedita en la hucha del divorcio.
Botas, ropa y al coche. Te vistes de camino, como un Superman de semáforo. Aparcas en cualquier sitio, sales corriendo porque ese es el único calentamiento posible.
PECHITOS FLAMENQUINES
No te ha dado tiempo ni a mirar el nombre del equipo rival; chavales de 25, residentes de gym. Pechitos flamenquines que alguna vez sonaron para un grande. Divorciados fantaseando con un nuevo microinjerto capilar que aun luchan por meter el gol de su vida y saborearlo durante las horas de atasco, como el crío que chuperretea un caramelo usado. Árbitros que sabe Dios qué les sucedió para estar allí. Los músculos nunca acaban de calentarse, el ictus sobrevolando, como un dron que repare roturas de fibras, esguinces y distensiones. Cuando algo se pone feo suena la famosa frase de Emiliano “Eh!, cuidado, que mañana hay que laburar”. Y es que llegar al final con la carrocería intacta es la única victoria posible.
Después, las cervezas en el chino, el análisis de los highlights. Efemérides y anécdotas de algún cruce de Italia 90. Poner fecha de una vez a la cena de navidad que no se pudo hacer el año pasado. Alguien defiende el documental del Diego en Sinaloa y pide más rondas hasta que te das cuenta de que es lunes y que le has hecho el harakiri a tu semana porque vas a llegar a casa de madrugada, medio helado, con los tacos puestos y el 14 a la espalda.
Poner fecha de una vez a la cena de navidad que no se pudo hacer el año pasado. Alguien defiende el documental del Diego en Sinaloa y pide más rondas hasta que te das cuenta de que es lunes y que le has hecho el harakiri a tu semana porque vas a llegar a casa de madrugada, medio helado, con los tacos puestos y el 14 a la espalda.
Te metes en la cama con el sudor pegado al cuerpo. Ya no son horas de encender la ducha y despertar a nadie. Al rato amaneces para llevar a los niños al colegio, con las piernas como bloques de hormigón y el chasis entumecido. Te preguntan, con ilusión, cómo has quedado y ya te da tanta vergüenza decir que has vuelto a palmar que acabas maquillando el marcador.
Y empieza otra olimpiada de realidad, la semana hasta el siguiente partido. Entonces el fútbol es un grupo de wassap con una panda de chalados que, con la excusa, tienen pulsera de barra libre hacia el resort de la infancia eterna. El fútbol deja de ser vivencia y pasa a ser pura historieta, un cómic, incluso cuando lo juegas. El aquí y ahora se hace inmanejable cuando un chaval de 25 años te tira un caño en la banda. Te quieres dar la vuelta y cazarle pero llegas tarde, porque ya empiezas a llegar tarde a casi todo en la vida.
El aquí y ahora se hace inmanejable cuando un chaval de 25 años te tira un caño en la banda. Te quieres dar la vuelta y cazarle pero llegas tarde, porque ya empiezas a llegar tarde a casi todo en la vida.
Aun así hay algo, una conciencia, una mirada después de tantos años que te haría firmar que amas la pelota más que nunca y que disfrutas de estas noches como si fueran una Nochevieja a los 17.
'WASSAP'» El portero del Santa Maradona en una estirada épica, quizá un montaje.
El Santa Maradona FC, nuestro glorioso equipo, es una torre de babel de acentos: argentinos, uruguayos, mexicanos, bolivianos, alemanes y locales aun nos seguimos juntando con la excusa de siempre. Algún día caímos en el equipo como por arte de magia y ya nunca dejamos de ir a jugar. Un club que nunca ganó nada. Es peor, en los últimos años nos han hecho pasar por el trago de recoger el trofeo a la deportividad, una distinción hermosa en categorías de formación pero que a estas alturas, ofende.
Hubo una vez, eso sí, que rozamos un podium con los dedos. Era un cruce de copa que nos ponía en semifinales. Para dar la buena nueva a quienes no habían venido al choque, subimos esta foto al grupo anunciando el pase de ronda. La parada es de Ale, que esa noche sustituía a JuanCa, el gran capitán. El retrato es del Profe Salazar, en mitad de una tanda de penaltis que nunca sucedió y que tuvimos que reconstruir para tener algo hermoso que contar. Porque a veces la verdad es demasiado vulgar, y decir que habíamos pasado a semifinales por incomparecencia del equipo contrario no era nuestro estilo. El penalti lo lancé yo con la mano, despacio, para que el arquero se pudiera recrear en lo estético y nada más.
Porque a veces la verdad es demasiado vulgar, y decir que habíamos pasado a semifinales por incomparecencia del equipo contrario no era nuestro estilo. El penalti lo lancé yo con la mano, despacio, para que el arquero se pudiera recrear en lo estético y nada más.
Durante toda la semana enseñamos la gesta a nuestras familias y amigos para continuar con la broma pero nadie parecía darse cuenta del fake. Fueron pasando los días y ya era demasiado tarde para confesar la culpa de la puesta en escena. La parada de Ale, el Gol de Pelé, el miliciano de Cappa, el rodaje de Kubrick con la llegada a la Luna. ¿Fueron o no fueron? Chico, yo qué se… Qué más dará que formen parte del verso o del metaverso.
Ha pasado algún tiempo de aquello. Hoy ya huele a verano, hace calor. He conseguido un par de entradas para ver esta noche a los Stones en Madrid. Pero he de confesar que un run run me echa para atrás porque hoy juego el último partido con los chicos y me lo voy a perder. Dos planes de guiño a la eterna juventud, a algo que ya no es pero se puede seguir estirando. Al final haré más caso a la cabeza que al corazón e iré al Metropolitano a ver a Jagger y compañía. Pero pienso qué hubiera hecho Brian Jones en mi lugar, quizás hubiera optado por el rocanroll, bajar hasta Orcasitas y jugar el último partido de la temporada con el Santa Maradona F.C. •