Texto Rodrigo Marciel. Fotografía Getty- Siempre se ha dicho que la política ha hecho extraños compañeros de cama. En el deporte, y en concreto en el fútbol, es difícil que eso suceda. Juntar en un mismo campo a Brasil y a Argentina o a Turquía frente a Grecia siempre encierra y encerrará un clima tenso, insomnio para muchos en las noches previas, lugar para poco consenso. El amistoso entre la República de Irlanda e Inglaterra en 2015 nos acercó a un acontecimiento que llevábamos sin presenciar desde el 15 de febrero de 1995 en suelo irlandés (antes se produjo otro, en Londres, en 2013). Lejos quedan los enfrentamientos entre ambos países en una fase final. En la Eurocopa de 1988 y en el Mundial de 1990 se vieron las caras. Todo, en medio de un clima político que vivía sus peores momentos de relación.
Un día después de un San Valentín de 1995, ambas naciones coincidieron por última vez (hasta 2013) en un campo de fútbol. El partido se disputó en el viejo Lansdwone Road (antigua ‘catedral’ del fútbol irlandés’) de Dublín, un estadio que ha vivido las grandes gestas del once del trébol registrando un lleno hasta la bandera. Era un amistoso, quizás el apelativo más equivocado para aquella cita. Inglaterra preparaba su Eurocopa mientras que Irlanda se asomaba a un cambio de ciclo en los últimos meses como seleccionador de Jack Charlton, un inglés en el banquillo 'enemigo'.
INGLESES EN DUBLÍN
Miles de ingleses viajaron a Dublín y fueron ubicados en la grada alta del estadio, encima de los hinchas irlandeses. Los disturbios comenzaron cuando algunos aficionados ingleses escupían y lanzaban objetos a la zona irlandesa. La sombra de ‘hooliganismo’ despertaba y el partido tuvo que ser suspendido en el minuto 27. Numerosos heridos y sobre todo la rabia de ver como ese día se ponía fin a una tradición de partidos que siempre habían estado cargados de gran pasión desde 1946. Irlanda e Inglaterra disputaron seis partidos amistosos entre 1946 y 1995 y ocho más en duelos oficiales. La disputa de aquel choque en 1995 se enmarcaba dentro de un contexto político clave. Reino Unido y la República de Irlanda luchaban como nunca para acabar con la violencia en Irlanda del Norte. El IRA provisional declaró el alto el fuego en 1994. Aunque, en algunas ocasiones, los alto el fuego no fueron respetados, esos años marcaron de manera efectiva el final de la violencia a gran escala del conflicto. Lo que no cambió fue la actuación de la policía que dejó mucho que desear, véase las tragedias de Hillsborough o Heysel años atrás.
Los disturbios comenzaron cuando algunos aficionados ingleses escupían y lanzaban objetos a la zona irlandesa. La sombra de ‘hooliganismo’ despertaba y el partido tuvo que ser suspendido en el minuto 27.
Colocar a los “hinchas” ingleses encima de los irlandeses no invitaba al optimismo. Por suerte no hubo fallecidos y lo más dañado sólo fue el fútbol. A veces sólo se profundiza en los problemas cuando las muertes ascienden a un número concreto y por ello el suceso no se llevó a la repercusión mediática necesaria. Desde entonces, los sorteos de las fases clasificatorias no depararon nunca un enfrentamiento entre ambas naciones y ha habido un período de 18 años hasta que ambas selecciones han vuelto a citarse en un terreno de juego. Periódicos referencia como ‘The Irish Times’ lo tacharon como ‘La noche más triste del deporte irlandés’.
Periódicos referencia como ‘The Irish Times’ lo tacharon como ‘La noche más triste del deporte irlandés’.
SALUDOS NEONAZIS
Bernard O’Byrne, Jefe de Seguridad de la FAI (Federación irlandesa de fútbol), confesó años después que nunca esperaron tanta gente llegada de Londres. “Preparamos aquel acontecimiento como si fuese una final de un Mundial, nuestros agentes evitaron una tragedia mayor”. Para muchos lo peor fue ver las fotos que salpicaron la prensa irlandesa aquellos días. Saludos neonazis de gran parte de los hooligans y sobre todo ver como la tensión política se trasladaba al deporte. Resulta curioso observar como Jack Charlton, el seleccionador irlandés mejor valorado de la historia, era castigado por algunos radicales de ambas aficiones una vez terminado el partido. Charlton, inglés, fue despedido al grito de ‘Go Home’ (¡Vete a casa!) mientras que desde el lado de su propio país tampoco se oyeron bonitas palabras: ¡Traidor!
El tiempo le sitúo como uno de los personajes más queridos en la República de Irlanda y respetado siempre en Inglaterra. ‘La Jirafa’, apelativo de su etapa como jugador por su espigada figura, fue siempre un puente de unión entre irlandeses e ingleses. Quizás fue el personaje que peor lo pasó en aquella triste noche de 1995. Margaret Thatcher, Primer Ministro de Reino Unido desde 1979 hasta 1990, nunca quiso el fútbol y es más, informaciones cercanas al Gobierno conservador de la época aseguran que intentó erradicarlo de la sociedad británica. Para ella era un problema y algunos utilizaron los incidentes entre Inglaterra e Irlanda para dar valor a aquel argumento estando ‘La dama de Hierro’ ya fuera del cargo.
Más de dos décadas después la violencia de los aficionados ingleses parece parte del pasado. En aquella Inglaterra aparecían nombres como Alan Shearer, Tony Adams o Peter Beardsley, a poco más de un año de que se disputase la Eurocopa de 1996. Los irlandeses se hubiesen enfrentado a Inglaterra en esa Eurocopa ya que, Holanda, quedó encuadrada en el grupo de Inglaterra después de eliminar en el play off a los irlandeses. Por fortuna, los tiempos han cambiado y el clima no es tan hostil.