El Premio Puskas que debió ganar Gustav Magnus

El galardón a mejor gol del año que otorgaba la FIFA en 2016 fue impresionante… pero jamás debió subir al marcador. Aunque nadie podía verlo, el Penang jugaba con un jugador más que su rival, la ciencia.

Infografía Artur Galocha

José Manuel López Nicolás No es un ídolo de masas. Tampoco uno de los mejores jugadores del mundo. Ni siquiera juega en una liga conocida. Sin embargo, Mohd Faiz Subri, jugador del Penang que militaba en la liga de Malasia, alcanzó el sueño de muchos jugadores: ganar el Premio Puskas al mejor gol del 2016. El gol es impresionante… pero jamás debió subir al marcador. Aunque nadie podía verlo, el Penang jugaba con un jugador más que su rival. Me refiero al químico y físico alemán Gustav Magnus, el científico que ayudó a que el balón entrara en la portería. ¿De qué les hablo? Cuando Mohd Faiz Subri golpeó el balón salió aparentemente recto y todos los presentes pensaban que se iría muy lejos de la portería. Sin embargo, la trayectoria de la pelota comenzó a curvarse y terminó entrando entre los tres palos ante la mirada estupefacta de todo el mundo… incluido el portero.

Cuando Mohd Faiz Subri golpeó el balón salió aparentemente recto y todos los presentes pensaban que se iría muy lejos de la portería.

¿Qué ocurrió? La clave fue pegar a la pelota con efecto, con suficiente fuerza y a una distancia significativa de la portería. Inicialmente el balón siguió la primera ley de Newton, según la cual un cuerpo se mueve en la misma dirección y a la misma velocidad hasta que se le aplica una fuerza que lo haga variar de dirección. ¿Qué fuerza fue la que hizo que el balón cambiara la trayectoria? Veamos. El futbolista malayo golpeó fuertemente con el exterior del pie derecho en la parte inferior izquierda de la pelota enviándola muy alta y a su izquierda. Pero también rotándola en su movimiento. Esto provocó que en un lado del balón el aire se moviera en dirección contraria al giro de la pelota, aumentando la presión. En el otro lado del balón el aire se movía en la misma dirección del giro de la pelota, creando un área de baja presión.

La diferencia de presiones provocó la aparición de una fuerza perpendicular a la dirección de la corriente de aire, la fuerza Magnus, que hizo que la pelota se curvara hacia la zona de baja presión y cambiara sorprendentemente su trayectoria dirigiéndose hacia la portería. El portero no se lo creía. La Física, sí. Vale, ya sabemos que entre Mohd Faiz Subri y Gustav Magnus introdujeron el balón en la portería pero… ¿puede decirnos la ciencia algo más de este gol? Sí, puede darnos la trayectoria exacta que sigue la pelota. En un trabajo publicado en la revista Journal of Fluids and Structures científicos franceses simularon este tipo de tiros libres. Para ello usaron como modelo el famoso gol marcado por el brasileño Roberto Carlos a la selección francesa el 3 de junio de 1997 en Lyon. Los investigadores hicieron experimentos bajo el agua, lo que les permitió eliminar los efectos de las turbulencias en el aire y la fuerza de gravedad. Los científicos establecieron que la trayectoria que sigue una esfera cuando gira al darle efecto es una espiral en forma de concha de caracol. En una cancha de fútbol, y en condiciones adecuadas, podemos llegar a ver algo parecido a esa espiral ideal que observaron los investigadores franceses en el agua.

Los científicos establecieron que la trayectoria que sigue una esfera cuando gira al darle efecto es una espiral en forma de concha de caracol. En una cancha de fútbol, y en condiciones adecuadas, podemos llegar a ver algo parecido a esa espiral ideal que observaron los investigadores franceses en el agua.

¿Cuáles son esas condiciones que sí cumple el gol de Mohd Faiz Subri? La primera es que hay que golpear el balón con mucha fuerza para minimizar la influencia de la gravedad. La segunda condición es que el disparo lleve mucho efecto. En el gol de Roberto Carlos si el lanzamiento no hubiese tenido efecto el balón se hubiese marchado 4 metros fuera de la portería. La tercera condición es que el disparo se tiene que producir a mucha distancia de la portería. Cuando es solo de 9.15 metros (como en un penalti) la trayectoria que describe el balón es aparentemente una línea recta, ya que no hay espacio suficiente para que se vea la espiral completa.

Si la distancia es de aproximadamente 20 metros (como la falta que marcó Platini en 1984 en la final de la Eurocopa contra España) se aprecia la curvatura pero no la espiral en su totalidad. Si nos alejamos hasta los 35 metros (como en el caso del gol de Roberto Carlos) la espiral se ve completamente. Estimados lectores, es posible que en estos momentos estén pensando que todo este análisis científico (que también puede aplicarse a otros deportes como el béisbol, el cricket o al famoso Banana shot de Rafa Nadal) no sirve para nada. Eso no es correcto. Podría hablarles de sus aplicaciones en balística u otras disciplinas…. pero no pienso hacerlo por dos razones.

 La primera es que plantearse dicha pregunta es un error. La generación del conocimiento per sé es uno lo de los objetivos de las investigaciones científicas y no entiende de utilidades inmediatas. Como dijo el Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal: “Cultivemos la ciencia por sí misma, sin considerar por el momento las aplicaciones. Estas llegan siempre, a veces tardan años, a veces siglos”. La segunda razón es que el verdadero objetivo de este artículo es mostrarles que la ciencia forma parte de todos los acontecimientos de nuestras vidas… incluidos aquellos como el fútbol que muchos creen erróneamente que están alejadísimos del conocimiento científico. Respetemos al fútbol, respetemos a la ciencia.