'El síndrome del sofá', por Javier Aznar

El escritor Javier Aznar elige los jugadores da los que no disfruto en vida activa y ahora se le aparecen en pesadillas y en YouTube con un fútbol sublime que no supo valorar cuando debía.

Javier Aznar.- Vengo aquí a confesar mis pecados. A restañar viejas heridas. A admitir mis errores de juventud.

Todos tenemos muertos en el armario. Todos tenemos ciertos jugadores con los que fuimos injustos en su momento por muchas razones distintas: manías personales, prejuicios estúpidos, caprichos estéticos, contagio de la masa, forofismo puro o preferencias anticuadas. Solemos llevar en silencio estas vergüenzas. Cada uno carga con su cruz.

Porque el aficionado es capaz de condenar a un jugador por un mal peinado, por una ocasión fallada o por un romance extraño, opacando el resto de sus virtudes. Solo el paso del tiempo y la perspectiva hacen justicia. Si es que llega a haberla.

Porque el aficionado es capaz de condenar a un jugador por un mal peinado, por una ocasión fallada o por un romance extraño, opacando el resto de sus virtudes. Solo el paso del tiempo y la perspectiva hacen justicia. Si es que llega a haberla.

MAL» Ilustrración de Jesús Sotés.

Por eso, de vez en cuando, conviene sacudirse de encima estos fantasmas y lavar la ropa sucia. Ha llegado el momento. Estos son algunos jugadores que, en mi infinita torpeza de aficionado, no supe disfrutar cuando debía por razones difusas y disparatadas.

DENNIS BERGKAMP
Oh, pero qué pedazo de idiota fui. Solía decir que se trataba de un jugador sobrevalorado, convencido de que eso me daba un aire de originalidad. Su fracaso en el Inter de Milán creía que me cargaba de razones. En esa época, no triunfar en el Calcio me parecía propio de jugador blandito. De inadaptado. Cuando ahora creo que lo raro precisamente habría sido triunfar en aquel disfuncional Inter. Su espectacular gol en el Mundial ‘98 a Argentina (ese control, ese recorte a Ayala) hizo que le tuviera todavía más manía porque iba a muerte con aquella selección de los Zanetti, Batistuta, Ortega, Verón y compañía. Lo de que tampoco pudiera volar por miedo a los aviones, en fin, me parecía una excentricidad incompatible con la práctica profesional del fútbol. Ahora, sin embargo, echo de menos ver a un jugador tan original, bajando balones del cielo como si tuviera un imán en los pies. La miel no está hecha para el hocico del asno. Y yo lo fui.

DAVOR SUKER
Su llegada al Madrid de Capello fue eclipsada por la de Mijatović. Le robó el momento. El croata era una delicia técnica con esa zurda, pero me parecía un poco vago. Además en mi cabeza le culpaba de ser el principal ideólogo y causante de la llamada  “Quinta del Ferrari” sin tener demasiadas pruebas en su contra (más allá de un Ferrari). Su romance con Ana Obregón tampoco creo que le ayudara demasiado. Ahora veo sus vaselinas con Croacia y siento que debí disfrutar más de él cuando tocaba.

JULIO SALINAS
Difícil defender en su momento al principal causante del trauma de Estados Unidos ‘94. Fue el chiste nacional. Pero ese fallo redujo a la caricatura a un jugador interesante, con gran juego de espaldas, que no supe ni quise valorar con objetividad. Tampoco es la primera vez que un error opaca la carrera de un futbolista. Tardé muchos años en enterarme de que Cardeñosa era un jugador fino y no un patán incapacitado para la práctica del fútbol.  

ROBERTO BAGGIO
Siempre lo asocié con cierta aura de perdedor. Cuando eres joven a veces lo reduces todo a medallas y trofeos. Y Baggio, para lo talentoso que era, ganó muy pocos títulos. Además era budista, lo cual me parecía ridículo porque uno tiende a despreciar todo aquello que desconoce. Aquel penalti fallado en Pasadena y esa imagen suya de pie marcó a una generación. Luego, con el paso del tiempo, uno se identifica mucho más con Roberto Baggio y las oportunidades perdidas que con ciertos ganadores. Y cuando le veo en vídeo, con sus Diadora amarillas y la coleta al viento, no veo a un perdedor. 


BRESCIA» Baggio en San Siro en su última etapa.

IVÁN CAMPO
Era feo y, por tanto, malo. O eso creíamos. Luego le veías jugar y tenía mucha más clase que otros centrales con más marketing. Pero a veces somos esclavos de las apariencias. Fue además de los primeros jugadores que rompió con el tabú de la ansiedad y el estrés en el fútbol.

*Descubre el resto de jugadores del artículo en la edición 54 de Líbero. Pide aquí tu revista.