El último regate de Pelé

El periodista Arturo Lezcano fue corresponsal en Brasil y vivió en Rio de Janeiro la muerte de O Rei. Crónica del significado histórico del 10 para un país sumido en un torbellino sociopolítico difícil de salir hasta para el mejor futbolista brasileño de siempre.

Arturo Lezcano | Ricardo Beliel (Fotografía).- Cantan los papagayos, zumban las chicharras y lo mismo cae el sol a plomo que lo hace un chaparrón de regadío intensivo. Es verano en Bahía, trópico del trópico y corazón del alma negra de Brasil. Estamos a 29 de diciembre de 2022 y la casualidad -o no- provoca un momento cósmico que culminará diez días después en Brasilia. Poco después de contar en la radio la previa de la toma de posesión de Lula da Silva como presidente y apenas unos retazos de la salud maltrecha de Pelé, ingresado en el hospital hace un mes, empieza a repicar el teléfono y a llenarse la pantalla de mensajes y notificaciones. Muere Pelé. Muere O Rei. Pelé eterno. Etcétera. Los urgentes enseguida dan paso a las necrológicas, preparadas desde hace semanas en todos los medios del mundo ante la agonía de Edson Arantes do Nascimento. Los titulares recurrentes se repiten también en las semblanzas y no sobran los adjetivos para encumbrar la figura clave de la historia del fútbol.

Pelé era transversal. Igual que jugando horadaba líneas como solo lo había hecho Di Stéfano -cuentan-, igual que también tejía entre ellas, recogía, llegaba, masacraba en velocidad, disparo y salto, así lo hizo también fuera del campo.

Si hubiera un noticiómetro brasileño su cima indiscutible sería la muerte de Pelé. Durante años viví como corresponsal en Brasil. Y ese asunto planeaba sobre el resto en el interés de los medios internacionales. Al mínimo ingreso por una infección, crónica. Si se complicaba el asunto, tema de fondo sobre su salud y un directo. “¿Y cómo será el día que muera Pelé?”, era el subtexto de la materia. Y como ocurría en Argentina con Maradona, vivíamos con eso tras la oreja. Había otros temas mayores relacionados con la política, pero aparentemente impensables a estas alturas de la vida, como por ejemplo que una turba de radicales de ultraderecha entrasen en el Congreso rompiendo todo. Pues bien, de repente ocurrió todo eso, adobado aún encima con un cambio de presidente y el velatorio del astro futbolístico por el medio. Defcon 1 en Brasil. Y todo en el plazo de diez días: no podía ser otro número tratándose de O Rei.

RODAJE» Pelé en el camerino para rodar una película. Foto. Ricardo Beliel.

“En Brasil el fútbol hace el papel de la ficción”, escribió hace décadas Nelson Rodrigues, el más sembrado periodista y dramaturgo brasileño -con permiso de su hermano, Mário Filho, que da nombre oficial a Maracanã; ambos crearon el término Fla-Flu, pues cada uno era de un equipo-. Rodrigues, maestro de la anticipación y acuñador de expresiones en serie, fue el primero en llamar Rei a Edson Arantes do Nascimento. Aquel chaval fue quien terminó, según el autor, con el complejo de vira-latas, supuesto complejo de inferioridad del brasileño, en Suecia 1958, a fuerza de fútbol y fe. Tenía 17 años y provocó que Brasil se descubriese de nuevo a sí mismo como país, quien sabe si hasta este cambio de año sin igual. *

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