El viaje a la luna de Barbra Banda

Zambia es un país orgulloso de hazañas imposibles. Pocos objetivos se cumplen. Por eso la historia de la primera jugadora zambiana en Europa está a la altura de un sueño espacial.

Laia Cervelló.- En 1964, tras la eufórica independencia de Zambia, un profesor de ciencias llamado Dr. Makuka tuvo una idea que era de todo menos mundana. Quería desafiar a EE UU y la URSS y ser el primer país en pisar la Luna y, por qué no, conquistar de paso Marte. El programa espacial consistió en duros e inverosímiles entrenamientos para catapultar, literalmente, a una docena de zambianos y varios gatos al espacio exterior. Entre los elegidos para formar parte de la expedición había solo una mujer, adolescente, que quedó embarazada durante la preparación y decidió que prefería criar a su hijo en la Tierra.

El ambicioso proyecto no prosperó a pesar de los intentos frustrados del profesor de conseguir un crédito de la UNESCO. 54 años después, otra zambiana ponía rumbo a un reto mayúsculo. En lugar de otro planeta el objetivo esta vez era Logroño cuando una tarde de noviembre Barbra Branda partió con el espíritu del Dr. Makuka en la maleta y unas botas de fútbol. Si el profesor de ciencias quiso demostrar que los zambianos no eran menos que los americanos y los rusos, ahora una joven de 18 años se disponía a evidenciar que las mujeres tampoco son inferiores a los hombres con el fútbol de por medio.

Si el profesor de ciencias quiso demostrar que los zambianos no eran menos que los americanos y los rusos, ahora una joven de 18 años se disponía a evidenciar que las mujeres tampoco son inferiores a los hombres con el fútbol de por medio.

LOGROÑO» Barbra en su etapa en Las Gaunas. Foto: Iván Castillo

Dejó el año pasado [su viaje a Logroño se produjo en 2018] su tierra natal por primera vez en su vida, se despidió de su familia con una fortaleza asombrosa para dar alas a su sueño: jugar en Europa. “Cuando dije a mis padres que me iba a España se mostraron muy felices. Iba a ser la primera mujer de Zambia que juega al fútbol en Europa. Me dieron su bendición, me desearon lo mejor. Me emocionó mucho ver cómo me apoyaban y me dejaban marchar”. Banda nació en la primavera de 2000 en Lusaka, la ciudad más barata del mundo en 2016. Sus padres no sabían que la segunda de sus seis hijos encarnaría la transición en la comunidad femenina zambiana. La igualdad no está precisamente en la agenda política de Zambia y el deporte femenino es casi un tabú. En ese contexto Barbra rompió las reglas con su talento múltiple en dos lugares comunes de la testosterona: fútbol y el boxeo.

 En lugar de otro planeta el objetivo esta vez era Logroño cuando una tarde de noviembre Barbra Branda partió con el espíritu del Dr. Makuka en la maleta y unas botas de fútbol.

BOXEO
Siento que he tenido que luchar contra unas barreras establecidas por mi género en mi país. Me metí en dos deportes que se presuponen para hombres. El boxeo y el fútbol. Te encuentras con mucha gente que te dice que no puedes jugar a eso, que no es cosa de chicas. Ahora pueden verme y pensar: hay mujeres que pueden hacerlo. Y quizás sus hijas también quieran. Sus padres tienen que darles la valentía y el apoyo para que puedan desarrollarse como deportistas”, confiesa la joven sobre el césped mítico de Las Gaunas. Mientras sus hermanos varones y sus amigos se reunían alrededor de campos de tierra para enfundarse sus botas y dar rienda suelta a sus habilidades con el balón, ella quiso unirse descalza. “Mi familia no podía permitirse comprarme unas botas así que iba a los campos donde mis amigos jugaban calzados y lo hacía sin nada en los pies, entrenaba con ellos. Se sentían mal. Me veían allí, con el resto de chicos, sin tener la equipación necesaria”.

Su determinación y disciplina, junto al apoyo de sus padres –de quien dice sacó la afición por el fútbol-, fueron claves en su desarrollo y la mantuvieron firme en su ambición de convertirse en deportista. Estuvo durante un tiempo sin equipo porque en Lusaka no había conjuntos para ellas y era la única mujer enamorada del esférico. Pero encontró su oportunidad en las filas del Indeni Roses FC para fichar definitivamente por el Buffaloes Women FC. Mientras las chicas de su edad se dedicaban a ir a la escuela y beber cerveza como pasatiempo favorito ella tenía un ojo puesto en sus referentes Marta, Messi o Cristiano Ronaldo y el otro hacia Catherine Phiri, una boxeadora zambiana. “Empecé como amateur haciendo boxeo. Peleé y peleé y no tuve ninguna derrota y al final nadie quería luchar contra mí. Decían que pegaba demasiado”, reconoce con una sonrisa traviesa recordando los cinco únicos combates en los que participó saliendo vencedora de todos ellos. Durante un tiempo combinó boxeo, fútbol y sus estudios. Demostró una enorme disciplina mental para organizar su vida que le deparó más obligaciones.

 “Empecé como amateur haciendo boxeo. Peleé y peleé y no tuve ninguna derrota y al final nadie quería luchar contra mí. Decían que pegaba demasiado”, reconoce con una sonrisa traviesa recordando los cinco únicos combates en los que participó saliendo vencedora de todos ellos.

El servicio militar obligatorio la convirtió en militar de profesión. A estas alturas ya tuvo que elegir entre el verde o el cuadrilátero. Colgó los guantes. Pensó que con el fútbol subían las oportunidades de “llegar más lejos” y añadió otro argumento de peso: “El boxeo a la larga puede dañarte el cerebro”. En mitad de sus múltiples proyectos llegó una llamada irrechazable: la de su selección. Tenía 13 años y ya jugaba con el grupo sub-17. La calidad de esta veloz delantera llegó a ojos del director deportivo del EDF Logroño, Fernando Martínez, por sus actuaciones en los partidos de clasificación para la Copa de África y los Juegos Olímpicos. Encontraba en ella todas las virtudes que necesitaba para su nuevo proyecto. No fue el único. Los técnicos del Arsenal Ladies también quedaron seducidos por su frescura. Pero su oferta llegó tarde.

 La calidad de esta veloz delantera llegó a ojos del director deportivo del EDF Logroño, Fernando Martínez, por sus actuaciones en los partidos de clasificación para la Copa de África y los Juegos Olímpicos. 

ÍTACA
Branda celebró el pasado agosto el ascenso a Primera del equipo riojano dirigido por Héctor Blanco. Pero lo hizo a 10.500 km porque su fichaje no se concretó hasta el pasado noviembre. Las rojiblancas pusieron en marcha un ambicioso proyecto con más de 10 incorporaciones y la suma al club de un escenario mítico como Las Gaunas como estadio local. Entre las altas destacaba Jade Boho, exjugadora del Madrid CFF, con experiencia en Primera. En su debut ante el Sporting de Huelva el pasado 4 de noviembre el foco estaba sobre Barbra, y no defraudó. Ganaron 2-0 con un gol de su nueva incorporación africana. Desde entonces sus actuaciones se contaron por goles marcando casi el 50% de los goles de su equipo. Ningún rival, por duro que sea como el Atlético Féminas, se ha librado de sus goles.

 “Mi experiencia debe servir como ejemplo para las chicas de allí. Es la prueba de que podemos hacer lo que sea, llegar donde queramos. Creo que soy un buen reflejo para ellas. Siempre que hablo con mis amigas las animo a trabajar duro. Sé que en mi país hay mucho talento

Quizás no fue la primera persona en pisar la Luna, como hubiera querido el Dr. Makuka, pero sí ser la primera futbolista zambiana en Europa. “Mi experiencia debe servir como ejemplo para las chicas de allí. Es la prueba de que podemos hacer lo que sea, llegar donde queramos. Creo que soy un buen reflejo para ellas. Siempre que hablo con mis amigas las animo a trabajar duro. Sé que en mi país hay mucho talento. La mayoría de las chicas que juegan conmigo en la selección son capaces de jugar en cualquier liga de otro país, pero necesitan motivación y valentía. También me considero un ejemplo para sus padres, para que vean que es posible y dejen a sus hijas entrar en el mundo del deporte”. Ahora las niñas de Zambia quieren ser como ella. Lo sepa o no, su experiencia ha sentado las bases de un nuevo modelo de mujer en el que fijarse, uno en el que las niñas puedan atreverse a decir: yo también juego.

Cuando la miras, ves la ambición del profesor Makuka y el empoderamiento de la mujer mezclado en sus ojos azabaches. Una deportista que no busca ser abanderada del feminismo, sencillamente pegarle a un balón y que ésa sea su forma de vivir. Alguien que con su rutina diaria contribuye, sin ser consciente de ello, más que muchos a una revolución feminista que está en ciernes. Barbra es la osadía de una zambiana que se atrevió a desafiar las leyes no escritas de lo que debe ser o no una mujer africana. “Existimos, como mujeres y como futbolistas, y lo vamos a hacer igualmente. Así que necesitamos apoyo, para ver qué somos capaces de hacer, hasta dónde podemos llegar”. Pero por encima de este halo reivindicativo Barbra es una delantera que ya ha recorrido un largo camino lleno de curvas y aún le quedan muchos más tabúes por romper para poder triunfar. Quién sabe si su talento le llevará a la prestigiosa liga francesa, si sus goles valdrán su traspaso a equipos líderes como Barça o Atlético de Madrid, si su potencia la conducirá a la física Alemania o si su calidad llamará la atención del oasis estadounidense. Lo que nos queda claro de esta espigada y fibrosa futbolista de carácter aguerrido es que su cima se adivina tan alta como su ambición. •