*Javi Gómez.- A Fabio Gallo lo citaron en una mesa de plástico en una terraza. Al interrogatorio le hubiera pegado más un tablero de metal y un flexo apuntando a las pupilas, pero no tenían de ésas en el bar del Centro Sportivo Della Badia, donde a veces entrena el Brescia. Fabio llegó solo, con una colección de carpetas y recortes para justificar su inocencia. Enfrente, los magistrados de un proceso político sin reglas ni derechos en pleno siglo XXI: los capos de la ‘tifosería’ bresciana. La reunión se celebró con pleno acuerdo del club y ante la atenta mirada de la División de Investigaciones Generales y Operaciones Especiales (Digos) de la policía. Cosas de Italia. Fabio Gallo jugó en el Brescia de 1992 a 1995. En ese momento cambió de equipo por los únicos colores para los que existe billete de vuelta en la laguna Estigia: los ‘nerazzurri’ del Atalanta de Bergamo. Permaneció seis años, convirtiéndose en uno de los ídolos de la grada. Surgieron voces de que el ‘traditore’ (traidor en italiano) había hablado mal de su anterior club para ganarse al enemigo. Pasó una década hasta que, el pasado verano, ya convertido en un joven entrenador, recibió la llamada de Marco Giampaolo par ser su segundo.
Objetivo: devolver al Brescia a la serie A. Al enterarse, los tifosi dictaron que Gallo no se sentaría en ese banquillo. La voz corrió rápido, por medio de pintadas, avisos a dirigentes, llamadas al club, entrevistas… Y llegó el día de la vista final. Gallo hizo acopio de todos los recortes que pudo. Jamás había deshonorado al club, les explicó, ni manchado la imagen del Brescia. ¿Por qué tiene que justificarse un profesional ante una banda de mastuerzos infrapreparados con ínfulas de Charles Bronson de vomitorio? Más cosas de Italia. La respuesta de los capos fue clara: “Mira, no es nada personal, pero aquí no te queremos. Tú en ese banquillo no te sientas”. Le hicieron entender que sería mejor por las buenas. Al día siguiente, Fabio Gallo renunció voluntariamente al puesto para no condicionar el proyecto de Giampaolo.
No pudo completar el camino más largo que existe en el fútbol italiano: los apenas 46,3 kilómetros que separan Brescia de Bérgamo. “Ellos no amenazan, te dan consejos”, explica Gallo, entrevistado por ‘Líbero’. “Eran unos diez tifosi, y al lado los de la Digos, que son los que montaron la reunión”. ¿La policía organizó el encuentro? “Ellos vigilan a los ultras del Brescia y consideraron que era lo mejor, sobre todo para proteger mi integridad física”. -¿Así es hoy el fútbol italiano? -No. Así es aquí. En el Atalanta fue segundo entrenador un ex jugador del Brescia. En Milán, en Roma o en Turín no hay esos problemas. A mí en 2013 se me ha impedido el derecho al trabajo, sin una palabra del club ni de la asociación de entrenadores.
¿Así es hoy el fútbol italiano? -No. Así es aquí. En el Atalanta fue segundo entrenador un ex jugador del Brescia. En Milán, en Roma o en Turín no hay esos problemas. A mí en 2013 se me ha impedido el derecho al trabajo, sin una palabra del club ni de la asociación de entrenadores.
» REUNIÓN CON LOS ULTRAS Gallo se vio obligado a escuchar las explicaciones de los fanáticos del Brescia en el bar del club con la Policía vigilando.
Ambas ciudades se odian desde tiempo inmemorial. Las primeras peleas entre aficionados de estos dos clubes lombardos datan de 1933. Los atalantinos llaman “cerdos” a sus vecinos (y sueltan algunos ejemplares en los derbis), mientras los brescianos denominan “conejos” a sus paisanos y, huelga decirlo, sacan a pasear algunos con los colores azul y negro cuando toca. Ha habido episodios míticos como aquel luminoso en la A-4, autopista que une ambas localidades. En 2006, tras un derby ganado 2-0 por el Atalanta, los conductores se encontraron con el consiguiente aviso de tráfico: “Obras en la A-4, en el km. 2 en Bérgamo y en el km. 0 en Brescia”. Pero la realidad es menos divertida. Las dos ciudades son como gemelos disímiles. La izquierda (2013) gobierna en Brescia.
La derecha postfascista, con la etiqueta en su momento de la coalición entre Berlusconi y la xenófoba Liga Norte, lo ha hecho en Bérgamo. Al alcalde, Luigi Tentorio, le reportó no pocos votos ser hijo de un ex jugador y ex dirigente atalantino. Y entre los 100 hinchas del Atalanta procesados por la fiscal Carmen Pugliese hubo dos políticos de la Liga Norte, que siempre contó con el apoyo de la ‘tifoseria nerazzurra’ para promover su mensaje separatista y anti Sur de Italia. Todo pareció amainar el pasado mes de mayo. Volcó un autobús de seguidores del Brescia y falleció uno de ellos, Andrea Toninelli, tifoso ‘biancoblu’ de 22 años. Se supo que admiraba la ‘curva’ del Atalanta por su ferocidad y estos correspondieron enviando una corona de flores a su funeral. Brotaron declaraciones sobre una posible paz entre aficionados y clubes, en guerra desde hace ocho décadas. Hasta que un tanque Sherman de la II Guerra Mundial reabrió las hostilidades.
Brotaron declaraciones sobre una posible paz entre aficionados y clubes, en guerra desde hace ocho décadas. Hasta que un tanque Sherman de la II Guerra Mundial reabrió las hostilidades.
Un ultra atalantino, coleccionista de armas de época, propuso llevar su pequeña joya, a la sazón un tanque americano, a la presentación del equipo. Pequeñas pasiones. La cosa había funcionado en las últimas temporadas. Algunos jugadores hasta se subían para saludar a la hinchada. Este año, los ultras añadieron un par de detalles al attrezzo: dos coches pintados con los colores del Brescia y la Roma. Cuando el centrocampista Giulio Migliaccio estaba a bordo, a lo general Patton, el conductor puso la directa y pasó por encima de los vehículos, con el consiguiente éxtasis tifoso y un pasaporte sellado para la comisión antiviolencia. En esos días, precisamente, llegó el boicot a Gallo. Que quizás fue menos listo, menos ‘paraculo’, como se dice en Italia, que Antonio Conte. El hoy dos veces campeón del Scudetto con la Juventus entrenó al Atalanta. La Policía tenía pinchado el teléfono de Claudio Galimberti, jefe de los ultras, con 30 antecedentes policiales y prohibición de acudir al estadio Atleti Azzurri. Cuál fue la sorpresa de los
agentes cuando leyeron un sms enviado por Conte, donde le expresaba todo su respeto y admiración. Otros entrenadores le escribían para que mediara con el presidente en vista de un posible fichaje. Fuera de foco, pocos dudan de quién manda en Brescia y Atalanta.
El día de escritura de este artículo, 22 de septiembre de 2013, Marco Giampaolo presentó su dimisión como entrenador del Brescia por injerencias en su trabajo. Los ultras, que pidieron con cánticos el cambio de míster, exigieron, tras la derrota ante el Crotone, reunirse con él para proponerle varios cambios en el equipo. Giampaolo presentó su adiós al presidente. Éste intentó hacerle cambiar de opinión, pero el míster había apagado el teléfono y desaparecido de Brescia. Como sabe Fabio Gallo, no recibió amenazas. Sólo consejos. **
**FOTO 1: » un tanque de la II Guerra Mundial Los hinchas del Atalanta aplastaron en julio dos coches pintados del eterno rival y de la Roma. Fotografía: Fotolive/Mariani
*artículo publicado en nuestro número seis (otoño 2013)