Robbie Dunne: «Está claro que en valores no hay quien gane al Rayo Vallecano»

El periodista irlandés Robbie Dunne ha escrito ‘Working Class Heroes’, el primer libro en inglés sobre el “olvidado” club madrileño. Su filosofía y su identificación con un barrio lo convierten más en un relato sociológico que deportivo.

Alberto G. Palomo.- "Desde que naciste te hicieron sentir pequeño”, cantaba John Lennon en aquel himno generacional titulado ‘Working Class Hero’, de 1970. Medio siglo antes ya existía un ejemplo deportivo al que se le podía atribuir parte de la canción: el Rayo Vallecano de Madrid. Un equipo de fútbol que nació en la periferia de la capital cuando esta era aún más periferia: descampados plagados de asentamientos improvisados con una comunicación deficiente. Su origen le ha marcado una personalidad diferente entre los clubes actuales. Al menos, es lo que cree Robbie Dunne, periodista irlandés que ha convertido su interés como aficionado en el primer libro en inglés sobre esta formación centenaria. Y lo ha titulado precisamente con la fórmula del exbeatle: Working Class Heroes: the story of Rayo Vallecano, Madrid’s forgotten team (Pitch Publishing).

Ha convertido su interés como aficionado en el primer libro en inglés sobre esta formación centenaria. Y lo ha titulado precisamente con la fórmula del exbeatle: Working Class Heroes: the story of Rayo Vallecano, Madrid’s forgotten team (Pitch Publishing).

Porque para Dunne -nacido hace 36 años en Clane, un pueblo al oeste de Dublín- el espíritu de este club traspasa las fronteras del césped y se diluye en una forma de ser, en un compromiso con unos valores de fraternidad. Digámoslo: en una significación política y de clase, más o menos. “Para empezar, el resultado del partido es secundario. La gente valora el esfuerzo. Y aunque ganen, si no han hecho todo lo posible, les silban”, responde en las inmediaciones del estadio, que se conoce igual que cualquier vecino: es abonado, a pesar de vivir al otro lado de la ciudad. Su imán hacia el club le llegó por primera vez viendo la televisión en Irlanda. Le llamó la atención porque de la Liga española solo aparecían el Barça y el Real Madrid. De vez en cuando, quizás, el Atleti. Pero jamás había hueco para un cuarto. Y menos si se trataba de un equipo que mantiene como puede su categoría entre la Segunda división y –de forma intermitente- la Primera.

VALLECAS» El periodista en el balcón de una de las viviendas junto al estadio. Foto. Lino Escurís

Poco después se mudó a España y se asentó como freelance entre las mesas centrales del diario As y algunas publicaciones en medios de su tierra o americanos. “No sabía ni llegar a Vallecas”, cuenta en el prólogo y repite en la conversación de este atardecer. Verlo en directo, hablar con sus responsables o compartir gradas y bares con los seguidores le empujó a escribir algo más que un artículo sobre un partido. También en esto le ayudó el club de Vallecas: “Paco Jémez (entrenador del Rayo de 2012 a 2016) decía que no por ser pequeño había que pensar en pequeño y que no hay diferencia entre perder de dos que de cuatro”, cita Dunne, que en adelante mencionará el nombre de Jémez a menudo. “Yo pensé lo mismo, pero no quería contar la historia o analizar los jugadores. Para eso ya había decenas de libros de gente con años de experiencia. Entonces, después de unos meses yendo a los partidos y metiéndome más, creí que quedaría bien una crónica más personal, fresca, sin ser del todo inocente”.

BARRIO
El resultado es una especie de diario por meses y partidos con un toque sociológico. Una aproximación al equipo, el barrio y sus gentes desde el punto de vista de un extranjero, pero sin centrarse en el folclore ni en los tópicos. Y sustentándose en la historia y la filosofía del Rayo Vallecano. “Mi padre se sorprendió cuando comenzó a leerlo y vio que no era de deporte”, sonríe. Desde ese aterrizaje en una ciudad desconocida hasta el final de un campeonato aciago para los madrileños: en la parte baja de la tabla, el deseado ascenso pronto quedó sepultado. “Lo que hace tan atractivo a este equipo es que todavía depende de sus fans”, indica Dunne. “En los grandes, que vaya gente al estadio no les importa tanto: saben que se va a llenar aunque haya aficionados decepcionados, y además tienen anuncios, derechos de televisión, merchandising: no escuchan a sus hinchas, solo al dinero”, reflexiona. El directivo, jugador o entrenador que viene a Vallecas tiene enfrente a los Bukaneros y a todos los socios. Y les importa el compromiso, no tanto estar en Primera o en Segunda. El Rayo es incapaz de gentrificarse”, explica.

Desde su fundación, en 1924, el Rayo Vallecano ha estado ligado tanto a su entorno que el periodista se pregunta qué fue antes, si este o el barrio. El terreno de juego es una extremidad más de esta población, con un total de unos 330.000 habitantes sumando sus dos distritos (Villa y Puente). El carácter obrero, contestatario y solidario también representa a la zona de Madrid donde más de 3.000 personas reciben la Renta Mínima y donde el paro es un 7% mayor a la media de la ciudad y un 2,5% por encima de la nacional. “Eso forja un sentimiento de comunidad difícil de encontrar en otros lados”, añade Dunne, “y provoca ciertas simpatías por su ideología de izquierdas, sus reivindicaciones antifascistas y antirracistas o incluso recaudaciones para desempleados o causas sociales”. No quiere esto decir que el club sea un verso del todo libre. Sigue inmerso en un sistema capitalista que el fútbol, encima, maximiza. Aun así, según el autor, el conjunto prima más que lo personal. “Los hinchas saben que un jugador tiene que cobrar un salario alto porque es cómo se concibe este deporte, pero existe cierta ruptura con el status quo: se hace caso de lo que dicen los espectadores.

 “La traje a un partido temiendo que se aburriera porque no le gusta nada el fútbol, pero al salir me dijo que le había parecido un espectáculo, como cuando va al teatro o a la ópera”.

Además, aunque no seas socialista todos los días, tienen que comulgar con unos valores”, afirma poniendo como ejemplo a algunos titulares que llegan al encuentro en metro o al famoso caso de Román Zolzuya: se vinculó a este delantero ucraniano con la extrema derecha y, tras protestas en entrenamientos y partidos oficiales, su cesión terminó antes de lo esperado. ¿Existe algo negativo? Robbie Dunne evita ponerle pegas al Rayo Vallecano. En las páginas de este Working Class Heroes se comentan algunas épocas de mala gestión o de constantes cam-bios de entrenador que cercenan la estabilidad, pero el periodista prefiere subrayar la autenticidad y quejarse exclusivamente de los horarios a los que les someten. “No importa lo que pase fuera: vas al estadio un sábado o un domingo y te olvidas”, asegura, contando una anécdota con su madre: “La traje a un partido temiendo que se aburriera porque no le gusta nada el fútbol, pero al salir me dijo que le había parecido un espectáculo, como cuando va al teatro o a la ópera”. Su afecto no queda ahí: “Hay otros ejemplos de equipos de barrio que se han comercia-lizado más, pero el Rayo sigue siendo peculiar. Notas el apoyo que necesita y el que recibes. Y en cuanto a valores de solidaridad o de igualdad entre personas no hay otro igual”. •

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