Enrique Ballester: 'Kazu Miura'

A veces lo extraordinario lo tenemos al lado, esta es la moraleja, y no hace falta ir por ahí investigando. El periodista y escritor Enrique Ballester se pregunta si es más raro que Kazu Miura juegue hasta los 500 años o la afición por lo japonés de su amigo Emilio.

Enrique Ballester.- Cada cual tiene sus métodos. En una de sus novelas, Norman Mailer explica el método que solían emplear en Texas para enseñar a nadar a los niños. Era el método 'hundirse o nadar' y básicamente consistía en agarrar a un niño, tirarlo al agua y 'hundirse o nadar'. Eran sus costumbres y era otra época. Invito a no juzgar desde la visión del siglo XXI el método 'hundirse o nadar'.

Aquí, cuando me preguntaron si podría escribir algo sobre Kazu Miura, recurrí a mi método particular. No sé apenas nada de Kazu Miura: solo sé que es japonés, muy viejo y sigue jugando. Podría haber consultado la Wikipedia, podría haber recurrido a Oliver y Benji, podría haber leído alguno de los múltiples artículos escritos sobre su asombrosa trayectoria, podría haber agitado todo eso en la coctelera y servirlo aseado en una bandeja. Pero me acordé de mi amigo Emilio y ese es mi método. Tener amigos que cuenten anécdotas.

EN ACTIVO A LOS 55» Ilustración de Teresa Aledo.

Me acordé de que Emilio ya era fan de Japón y de Kazu Miura cuando íbamos al instituto, y al instituto íbamos en los años noventa, que quizá todavía usaran el método 'hundirse o nadar' en Texas. Emilio es de Castellón y que fuera aficionado de Japón tampoco nos parecía muy extraño. Cada uno de nosotros teníamos nuestras taras. Cuando jugábamos torneos de Subbuteo, por ejemplo, Emilio elegía la selección de Japón y nadie pedía explicaciones ni ponía caras raras. Recuerdo que Pablo pillaba a Cuba porque se había afiliado al Partido Comunista de los Pueblos de España y yo optaba por España porque así me podía convocar a mí mismo, y tirar con la figurita que me representaba todos los penaltis y las faltas.También me nombraba capitán y llevaba el 10 en la espalda. Emilio cogía Japón, quiero decir, pero no era el que peor estaba. 

El caso es que el otro día, más de 20 años después, pregunté por vez primera a Emilio de dónde nacía su afición nipona. Me contestó con 20 minutos de audios por WhatsApp, que entonces estuve tentado de cambiar de método y buscar “Kazu Miura” en la Wikipedia, pero no.

El caso es que el otro día, más de 20 años después, pregunté por vez primera a Emilio de dónde nacía su afición nipona. Me contestó con 20 minutos de audios por WhatsApp, que entonces estuve tentado de cambiar de método y buscar “Kazu Miura” en la Wikipedia, pero no. Con increíble profesionalidad escuché a Emilio explicar que todo empezó con unos dibujos. A la mayoría le gustaba Bola de Drac o Oliver y Benji, aka Campeones, pero a él le molaba más Musculman. También le molaba dibujar, así que le dio por crear un cómic con personajes ficticios, con el estilo paródico de Musculman, pero trasladado al fútbol. Como las cosas se hacen bien o no se hacen, Emilio, a sus once años, inventó decenas de equipos, centenares de futbolistas y ligas locales y mundiales. La historia se desarrollaba en Japón, porque Musculman era una serie japonesa, y porque ahí debía marchar también Emilio, siguiendo a su padre, que se iba allí a trabajar. El niño Emilio era malo jugando al fútbol, pero en su cómic resultaba que en Japón eran peores y allí era buenísimo. *

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