José M. López Nicolás | Ilustración Juan Pez.- Que un futbolista vuelva rápidamente a los terrenos de juego nada más superar la infección por SARS-COV-2 no es una buena idea. Desde que la COVID-19 se instaló en nuestras vidas los espectadores hemos contemplado cómo los futbolistas que ganaban la batalla al coronavirus no volvían a los campos con el mismo estado físico con el que los abandonaron por la enfermedad. Por ello su rendimiento deportivo distaba mucho de ser similar al que tenían antes de contraer la enfermedad. Este hecho, que hasta hace unas semanas era un dato meramente observacional, acaba de ser cuantificado en un estudio por un grupo de investigadores de la Universidad de Reading (Reino Unido) tras realizar un seguimiento a más de 230 jugadores de la primera división de las ligas italiana y alemana que habían superado la COVID-19.
Los científicos compararon el número de minutos jugados, la distancia recorrida en el campo y los pases realizados por los jugadores antes de contraer la COVID-19 y después de superar la enfermedad. Los resultados, ratificados posteriormente en un estudio similar realizado por The Economist, mostraron que hasta diez semanas después de superar la infección los futbolistas no recuperaban el estado de forma que tenían antes de la infección (evidentemente estos resultados fluctuaban según la carga viral que hubiese tenido el futbolista, el tiempo que estuviera infectado o incluso su edad). Concretamente su presencia física en el terreno de juego se reducía casi un 10% del tiempo (pedían el cambio o el entrenador los sustituía por decisión propia), su participación en el juego disminuía en un 6% respecto a lo que ocurrido antes de contraer el SARS-COV-2 y su efectividad en los pases tampoco era la misma.
Los resultados mostraron que hasta diez semanas después de superar la infección los futbolistas no recuperaban el estado de forma que tenían antes de la infección.
Aunque hace falta seguir investigando parece ser que el daño producido por el virus en los futbolistas (y en la población general) puede extenderse desde los pulmones hacia otros órganos como el corazón, el hígado, los riñones y partes del sistema neurológico o inmunitario. Pues bien, aprovechándose de la situación han aparecido en farmacias, tiendas de dietética y herboristerías extraños complementos alimenticios destinados a deportistas (o incluso publicitados por famosos atletas) que prometen mejorar algunas de estas patologías, como es el caso de caros suplementos que prometen reforzar el sistema inmunitario.
A pesar de la gran cuota de mercado que han alcanzado estos productos, son muchas las dudas que existen acerca de su efectividad. Analicémoslos.
*Lee el resto del artículo del catedrático de Microbiología de la Universidad de Murcia José M. López Nicolás en la nueva edición de Líbero. Suscríbete.