José M. López Nicolás | Ilustración de Juan Pez.- Hace unos días, paseando por la playa de Riazor en A Coruña, vi a un grupo de personas cuya edad media rondaba los 70 años jugado al fútbol. La imagen no me extrañó. El principal objetivo de cualquier estrategia sanitaria es mejorar la salud de las personas. Para ello los organismos competentes diseñan diversas estrategias entre las cuales cada vez cobra más fuerza el envejecimiento activo. Por este motivo, la promoción de la actividad física esta sustituyendo (o complementando según el caso) a las estrategias farmacológicas.
En la literatura científica cada vez encontramos más estudios destinados a evaluar los beneficios de realizar deporte en edades avanzadas. Resumiré en este decálogo las principales ventajas que, según las últimas evidencias, tiene el ejercicio físico regular y adaptado para mayores:
- Favorece el fortalecimiento muscular.
- Disminuye la pérdida mineral ósea, combatiendo la osteoartritis y previniendo el riesgo de fracturas.
- Reduce el riego de caídas y el dolor musculo-esquelético que aparece al envejecer.
- Refuerza el sistema inmune.
- Rebaja la incidencia de enfermedades cardiovasculares hasta un 40%.
- Disminuye el riesgo de síndrome metabólico ayudando a mantener un balance nutricional y metabólico más adecuado.
- Retrasa la resistencia a la insulina asociada con el envejecimiento, por lo que la incidencia de obesidad y diabetes tipo II en este grupo poblacional se reduce.
- Incrementa la función cognitiva y disminuye el riego de padecer Alzheimer u otras enfermedades degenerativas.
- Combate la depresión y otras enfermedades mentales.
- Disminuye la aparición de algunos tipos de cáncer (principalmente los de mama, colon y páncreas) y mejora la recuperación física y emocional tras superarlos.
¿Obtienen las personas mayores estos beneficios con cualquier tipo de deporte? No. Deben evitar modalidades deportivas de alta intensidad (squash, carreras de velocidad…); de alto contacto (balonmano, rugby…) o de fuerza máxima (artes marciales, lanzamientos…). ¿Y qué ocurre con el fútbol? Aunque no son muchos los estudios científicos que evalúan los efectos del deporte rey sobre la salud de personas mayores, investigadores de la Universidad de Copenhague estudiaron a voluntarios sedentarios entre 63 y 75 años.
Aquellos voluntarios que jugaron al fútbol mostraron unas mejoras significativas en la función cardiaca, en la fuerza muscular y en la mineralización ósea. Concretamente mejoraron su nivel de absorción máxima de oxígeno en un 15% y su rendimiento hasta un 50%.
Estos científicos trabajaron sobre 27 personas que no solían practicar deporte y a los que hicieron un exhaustivo reconocimiento médico antes de empezar las pruebas. Un porcentaje de los voluntarios jugaron al fútbol, otros hicieron entrenamiento de fuerza y un grupo control no realizó ningún tipo de ejercicio. Tanto los voluntarios que jugaron al fútbol como los que hicieron entrenamiento de fuerza realizaron, durante un año, dos sesiones de una hora a la semana. Los resultados, publicados en la revista Scandinavian Journal of Medicine and Science in Sports, fueron reveladores. Aquellos voluntarios que jugaron al fútbol mostraron unas mejoras significativas en la función cardiaca, en la fuerza muscular y en la mineralización ósea. Concretamente mejoraron su nivel de absorción máxima de oxígeno en un 15% y su rendimiento hasta un 50%.
Además, la función muscular mejoró en un 30% y la mineralización ósea en el cuello del fémur aumentó en un 2%. Pero los beneficios de esta práctica deportiva no son solo físicos, sino también psicológicos y sociales. El ejercicio físico a estas edades ayuda a combatir el aislamiento, la depresión, la ansiedad y favorece la autoeficacia, la autoestima, la integración y la cohesión social.
Es posible que, si usted supera los 60 años, piense que es el momento de ponerse las botas y saltar al campo de fútbol. Nada más lejos de la realidad. Antes debe tomar una serie de precauciones. En primer lugar, es imprescindible que acuda a su médico de cabecera y a un especialista en medicina deportiva para que les hagan una exhaustiva revisión. Ellos le indicarán la intensidad a la cual puede practicar el deporte rey. Esta suele situarse alrededor del 60-70% de la frecuencia máxima. También se recomienda realizar entre dos y tres sesiones por semana, de entre 30 y 40 minutos de duración.
Eso sí, es imprescindible detener la actividad física ante cualquier sensación extraña. Además, el hecho de que las personas mayores tengan menos proporción de glándulas sudoríparas dificulta el sudor, por lo que hay que evitar (incluso más de lo normal) el ejercicio en ambientes calurosos o con alto grado de humedad. Tampoco es una buena idea jugar al fútbol a última hora de la tarde porque podría dificultar el sueño, uno de los principales problemas que se presentan en la edad adulta.
Estimados lectores de Líbero, no lo duden. Da igual la edad que tengan. Si su médico no se lo impide, practiquen el fútbol siguiendo las recomendaciones descritas en este artículo. Con ello alargarán muchos años su esperanza de vida, serán más independientes, tendrán una vida social más activa y ahorrarán a los sistemas públicos de salud millones de euros procedentes de ingresos en hospitales, tratamientos médicos y fármacos. ¡Suerte! •