Breiller Pires.- En Brasil todavía hay quien llama a los directivos de fútbol cartolas [sinónimo de sombrero de copa alta o chistera]. Así era como en los viejos tiempos eran conocidos los aristócratas del deporte antes de que el fútbol se convirtiera en la fiebre popular del país. Los cartolas eran los que usaban sombreros de copa alta que les daban un aspecto de mafiosos. Pero entre las décadas de 1960 y 1970, un hombre vestido con trajes más elegantes —y sin este clásico sombrero— empezó a cambiar ese estereotipo.
Jean-Marie Havelange, hijo padres belgas nacido en Río de Janeiro, que luego sería conocido por la versión a la brasileña de João Havelange, revolucionó la forma de gestionar los deportes. Si la fama de los dirigentes deportivos no era la mejor, después de su rápido ascenso al poder la expresión peyorativa de Cartola terminó siendo resignificada por la gente que le llamó el “Pelé de los cartolas”.
FAMILIA» El maestro, y los sucesores Blatter y Platini.
El modo de administración de Havelange era relativamente sencillo. Como ex nadador olímpico, que también tenía formación como abogado y se ocupaba de los negocios familiares, entendió que sí, era necesario profesionalizar la estructura del deporte, pero sin renunciar al bien más precioso de un directivo: la política.
«El método de Havelange era arcaico y corrupto», dice el exjugador Romário, ahora senador de la República que presidió una comisión de investigación contra directivos del fútbol. «Él y sus sucesores formaron una pandilla que robó nuestra pasión».
Al asumir la Confederación Brasileña de Deportes (CBD), en vísperas de que Brasil ganara su primera Copa del Mundo, en 1958, Havelange inició un proceso de reformulación que fue mucho más allá de las canchas. Su principal objetivo no era solo convertir al fútbol brasileño en la mayor potencia del mundo sino crear una red de financiación del deporte. En ese sentido, el apogeo de su gestión llegaría en 1970 con la creación de la Lotería Deportiva, un juego de azar financiado por el Gobierno que permitía a los aficionados hacer apuestas en partidos de clubes nacionales.
Parte de los ingresos de la Lotería regaban las finanzas de CBD, que aprovechó el nuevo dinero para invertir, por ejemplo, en la preparación física para el Mundial de México. ¿Y cómo un volumen de recursos tan lucrativo —se calcula que la Lotería ingresaba unos 5 millones de dólares al año a la confederación—, cayó en los bolsillos de los máximos dirigentes del fútbol? Por entonces Brasil vivía bajo la dictadura. Havelange tuvo una fuerte relación con el gobierno precisamente durante el período más violento de la junta dictatorial, comandada por el general Emílio Garrastazu Médici, quien utilizó a la selección brasileña como herramienta de propaganda del régimen militar. A cambio de las ganancias económicas de la Lotería, la CBD se rendía a la injerencia de los dictadores.
1986» En el palco entregando la Copa del Mundo a Maradona.
João Saldanha, periodista, entrenador y militante del Partido Comunista, fue despedido del cargo de director técnico de la selección a dos meses del Mundial de México 70. Antes de morir, durante la cobertura del Mundial de 1990, Saldanha reveló que su renuncia se produjo tras no cumplir la orden de convocar al delantero Dadá Maravilha. “Havelange quería que llevara a Dadá para llevarme bien con los hombres [generales]. Yo no lo acepté, y él me despidió”, dijo
Al mando de la FIFA durante 24 años creó un sistema de poder prácticamente impenetrable, distribuyendo millones de dólares a federaciones de países sin tradición futbolera, a cambio de votos en los Consejos Electorales. Mientras que en la época de la CBD no tenía más apoyo económico que el de la Lotería Deportiva Havelange descubrió en los derechos de retransmisión una mina de oro.
En lugar de Saldanha, Havelange llamó a Zagallo y formó un comité técnico que complacía a los militares. El preparador físico era Cláudio Coutinho, capitán del Ejército que, en la década de 1970, se convertiría en entrenador del equipo. La comitiva la encabezaba el brigadier retirado Jerônimo Bastos, y la seguridad era para el mayor Roberto Ypiranga de Guaranys, quien años después sería señalado por la Comisión Nacional de la Verdad como uno de los torturadores del régimen militar. Así Brasil fue tricampeón mundial en México. Entonces, o bien Brasil fue tres veces campeón mundial, no México. Con la victoria, Medici ganó el apoyo popular para seguir reprimindo y torturando a los opositores a la Dictadura, al paso que Havelange se acreditó a vuelos más altos en su carrera.
*El resto del perfil de Havelange en la edición especial Mundial de Qatar. Pídela aquí a domicilio.