Hijo de la 'Banlieue', ¡Dhorasoo, alcalde!

Las reflexiones sociales en el deporte y en el fútbol son un territorio inhóspito, abonado de minas. Más aún si se proclaman desde la izquierda. El exfutbolista del Milan y PSG, Vikash Dhorasso se ha presentado a las elecciones de París al frente de una candidatura ciudadana.

Guillermo Rivas Pacheco.- El ex internacional francés de 46 años Vikash Dhorasoo ha dado un paso atípico en el mundo del fútbol al presentar su candidatura a la alcaldía de París en las elecciones municipales que debieron celebrarse en marzo de 2020. La primera vuelta se llegó a celebrar, con polémica por las medidas de confinamiento, y el ex jugador obtuvo el 9% del apoyo de sus vecinos parisinos. Dhorasso no parte de la nada en política. A sus espaldas reposa casi una década de compromiso social con el fútbol como excusa.

Vikash Dhorasoo viene del paro, de la prestación por desempleo y de la VPO en la periferia. También viene de una familia de inmigrantes indios originarios de la paradisíaca isla Mauricio que se fueron a Le Havre (la quintaesencia de los cielos plomizos), en los años 60 buscando un futuro próspero. Dhorasoo es hijo de las cocinas con olor a cúrcuma y cilantro, de los cacheos racistas de la policía y de los noes en la puerta de las discotecas por su cara de indio. Como él mismo dice: “Me construyo a partir de la indignación”.

Dhorasoo es hijo de las cocinas con olor a cúrcuma y cilantro, de los cacheos racistas de la policía y de los noes en la puerta de las discotecas por su cara de indio. Como él mismo dice: “Me construyo a partir de la indignación”.

Mediocentro de talento, como un Andrés Iniesta de finales de los 90, habilidoso sin ser demasiado rápido, conductor y goleador en los partidos importantes. Dhorasoo vivió periodos de éxito muy cortos en los clubes por los que pasó. Con 23 años era la estrella del equipo de su ciudad, Le Havre, y siguió siendo titular en Francia, entre otros, con el PSG y el Olympique de Lyon. Sin embargo, con desagradable frecuencia solía acabar apartado del equipo cada dos temporadas, enfrentado con el entrenador o con algún compañero. El culmen de su carrera llegó en el extranjero, jugando una temporada en el mejor Milan de lo que llevamos de siglo XXI, el de la final de la Champions League de Estambul, en 2005. Un equipo de fútbol que alineaba a jugadores como Maldini, Pirlo, Gattuso o Shevchenko, en el zénit de sus carreras, y, donde ser el suplente de Kaká o de Seedorf, equivaldría a ser titular en el 95% de los clubes del mundo.

ENTREVISTA» Durante la charla con Líbero. Foto: Teresa Suárez Zapater

El culmen de su carrera llegó en el extranjero, jugando una temporada en el mejor Milan de lo que llevamos de siglo XXI, el de la final de la Champions League de Estambul, en 2005. 

Hoy en día, una búsqueda en Youtube de su nombre arroja más vídeos de comentarios políticos que de sus jugadas. Desde sus años de futbolista utilizó su exposición mediática para impulsar proyectos con el fútbol de pegamento social. Apadrinando, por ejemplo, el club Paris Foot Gay, que busca prevenir la homofobia en el fútbol, o la asociación Tatane (zapatillas) que quiere “desdramatizar” el fútbol o, en sus propios términos: hacerlo “anticompetitivo, antiresultadista y popular”. Con estos precedentes a nadie puede sorprender que Dhorasoo aceptara ser cabeza de lista de Décidons Paris, la candidatura ciudadana que (a la manera de Barcelona en Común o Ahora Madrid) busca devolver el ayuntamiento de Paris “a la gente común”.

LOCAL» Una de sus sedes electorales en París. Foto. TSZ

BARRIO ‘BOBÓ
El distrito 18 es el segundo barrio más grande de París y el más desigual. Las cuadrículas del mapa delimitan las calles donde conviven los ricos herederos “bobós” (burgués-bohemio) con los sex shops que rodean al Moulin Rouge; los turistas en contínuo subebaja por las cuestas de Montmatre, con los vendedores de tabaco falsificado apalancados en el boulevard Barbès. El 18 es, además, una de las cunas del rap en Francia. En este ambiente decidió instalarse el jugador Vikash Dhorasoo durante su etapa en el PSG, y aquí es dónde comenzó su vida política. “Conocí a Danielle Simmonet, diputada de La France Insoumise y mi binomio en la candidatura por París, en el barrio. Conseguimos que el ayuntamiento no destruyera un terreno de juego que los vecinos querían cargarse porque decían que era un foco de problemas. En realidad, era porque lo usaban chavales pobres del barrio, árabes y negros”, afirma. Aquella fue su primera victoria en política y el momento en el que Dhorasoo fue consciente de que, organizándose a nivel local, se pueden cambiar las cosas.

Su construcción personal incluye muchos conceptos de su carrera como futbolista, ideas como el apoyo mutuo y el nexo social: “Jugar al fútbol implica pasar tiempo juntos, pasarse el balón y colaborar. Hasta Messi necesita a sus compañeros para hacer gol”, dice. Dhorasoo vivió un cambio personal tras su retirada profesional en 2007: “Como jugador era muy egoísta, quería jugar siempre, hacerlo todo yo. Pero en la vida real no puedes ser así, porque nadie sobrevive solo”.  

Dhorasoo es de izquierdas, como sus padres y sus hermanas; como su barrio natal, Caucriauville, y la ciudad de su infancia, Le Havre. “Voto a la izquierda porque soy un utópico, es mi manera de ser realista”. Para Dhorasoo, “izquierda” es sinónimo de servicios públicos de calidad, de Seguridad Social, de ayudas a las familias, y de solidaridad frente al cataclismo social y ecológico “al que nos dirigen los ricos”. Ser de izquierdas es defender el sistema de conquistas sociales que le ayudó a ser lo que es; el estadio iluminado con dinero municipal y el club subvencionado donde comenzó. “Y si me meto en política es para mandar ese ascensor social de vuelta. Porque no olvido de dónde vengo”.

«Como jugador era muy egoísta, quería jugar siempre, hacerlo todo yo. Pero en la vida real no puedes ser así, porque nadie sobrevive solo».

Le Havre es una ciudad arrasada durante la II Guerra Mundial y estructurada en torno a su puerto mercante, el segundo más importante de Francia y el primero en número de contenedores de carga. Un feudo del Partido Comunista Francés que, tras la crisis del petróleo de 1973, vio saltar por los aires la estabilidad del “boom de la posguerra”. El paro y “el miedo al otro”, como lo define Dhorasoo, se instalaron en las casas y marcaron los años 80 y 90: “Mi padre era fontanero en los barcos y, como toda nuestra vida giraba en torno al trabajo, el tejido social se degradó”. 

 El alcalde comunista de Le Havre, André Duroméa, era una estrella en su barrio. “al mismo nivel que los jugadores del club local”, afirma Dhorasoo. Recuerda el cambio que supuso la llegada de la derecha al gobierno de su ciudad: “Embellecieron el centro de la ciudad pero eliminaron los programas para los barrios más desfavorecidos”. Exactamente lo mismo que, según Dhorasoo, están haciendo en París: “Crean una ciudad de postal que brille de puertas hacia fuera, pero ¿en qué momento brilla hacia el interior?”. Una forma de hacer política que resume todo contra lo que lucha Dhorasoo: “Es su mundo, uno en el que sólo los ricos pueden permitirse la sanidad, la alimentación o el aire de calidad; un mundo en el que no puedo sentarme en un banco en la calle con mis amigos porque, o no hay, o los hacen individuales para que te vayas a consumir al bar”.  

«Hay quien blanquea dinero y a mí el dinero me blanqueó a ojos de los demás».

Por eso, sus fuentes de inspiración política se encuentran en movimientos municipales y ciudadanos que, a su entender, “han devuelto cotas de poder a la gente”. La Barcelona de Ada Colau, el programa ecologista de Copenhage o, más cercanas, como las movilizaciones de los Chalecos Amarillos: “Movimientos que reivindican que, como ciudadanos, tenemos derecho a participar en política, y que no nos dicten las leyes tecnócratas o políticos profesionales”.    

FUTBOLISTA
Para este hijo de los inestables años 80 su profesión siempre ha sido la de futbolista. Tras ser despedido en 2006 del PSG por críticar al entrenador Dhorasoo se encontró haciendo la cola de la oficina del paro en París como su padre tantos años antes: “En el fútbol, normalmente, pasas de un equipo a otro con contratos temporales, que te echen es bastante extraño”. Dhorasoo volvía a su vida de antes de ser famoso, como revela en su autobiografía, Comme ses pieds (Como sus pies): “Hay quien blanquea dinero y a mí el dinero me blanqueó a ojos de los demás”. Parado y sin equipo, a la puerta de la discoteca, Dhorasoo volvía a ser demasiado oscuro para entrar. 

ENTREVISTA» Dhorasso en su charla con Líbero. Foto. TSZ

Dhorasoo analiza con prspectiva su carrera y la de muchos de sus compañeros desde un prisma social: “La mayoría de los futbolistas somos chavales de clase obrera que empezamos a jugar y a ganar dinero muy jóvenes, nos desescolarizan, nos alejan de nuestra familia y luego nos piden que representemos a todo un país, que seamos ejemplo para los demás”. Una situación que, según recoge en su autobiografía, le ha llevado a algunos encontronazos con personas que consideran que los jugadores son “estúpidos”. “Una vez un tipo me dijo, Zidane será muy bueno, pero no parece muy inteligente. Y yo pensando: si tú eres tan listo, a ver si serías capaz de tirar un penalti en la final del Mundial delante de 80 000 personas”.  

Y por supuesto, en los vestuarios también se habla de política: “Se discute, pero muchos compañeros, en cuanto empiezan a ganar dinero, ven que la derecha les baja los impuestos y se consideran de derechas, sin pensar más allá. Y, oye, mi bolsillo estaría más contento votando a la derecha, pero traicionaría mis convicciones”.

CONVICCIONES 
Aún siendo inusual para un futbolista, Dhorasoo ve como algo normal su militancia y no entiende porqué no hay más personajes famosos como artistas o deportistas que se expresen publicamente sobre sus convicciones personales: “Tendrán miedo”, concluye. Considera que exponiéndose como él lo hace toma riesgos pero en cierto sentido devuelve una deuda que tiene con la sociedad: “Hay una frase de la escritora americana Toni Morrison que me inspira y que dice, cuando sientes que has sido liberado, tienes la obligación de liberar a otra persona”. 

Por lo tanto, ¿un alcalde exfutbolista para una ciudad-mundo como París? Porqué no. Además, Dhorasoo tiene precendentes dónde mirarse, como el liberiano George Weah que lleva al frente de su país desde 2018. E incluso entre sus antiguos compañeros en el Milán, como el georgiano Kakha Kaladze, actual alcade de Tiflis. Quién lo diría, los discípulos de Berlusconi se encontraban en el campo y no el consejo de Ministros.  

«Como jugador era muy egoísta, quería jugar siempre, hacerlo todo yo. Pero en la vida real no puedes ser así, porque nadie sobrevive solo».

Dhorasoo se reafirma en que los futbolistas no son quizá los trabajadores más formados ni los más curiosos pero, según él, son extraordinarios: personas formateadas desde pequeños para resistir y recuperarse de las derrotas, capaces de gestionar la presión y el estrés. “Los futbolistas no somos peligrosos aunque tengamos dinero, no explotamos el trabajo de nadie”, dice Dhorasoo. “Al menos tenemos un talento, no como los Bolsonaro, Trump o Macri que deciden sobre megaproyectos contrarios a los intereses de las clases populares como los Juegos Olímpicos de París en 2024”, sentencia. 

Pese a que la alcaldía de París le resulta de momento inaccesible, Dhorasso se apoya en el sus experiencias en el estadio para resistir: “La final de Estambul contra el Liverpool me enseñó que, sobre una derrota, te puedes reconstruir”. •