*Texto Eduardo Bravo | Fotografía Lino Escurís.- Jaime Martín Pantoja y Miguel Nicolás O’Shea se conocieron mientras trabajaban en una agencia de publicidad de la que prefieren no dar el nombre. No tardaron en hacerse amigos. Además de caerse bien, compartían sinsabores laborales y aficiones deportivas. Entre los primeros se encontraba soportar el día a día de esa empresa que, según describen, era lo más parecido a The Office –“Da para escribir una novela. Algún día lo haremos”–; entre las aficiones deportivas destacaba por encima de todas una: el fútbol. “Somos muy futboleros. Podemos pasarnos horas y horas en un bar, al principio muy lúcidos y luego no tanto, hablando de fútbol”, explica Miguel. “Nuestra locura con el fútbol llega a puntos muy extremos. Ahora, como tenemos niños, lo hacemos menos, pero había épocas en que nos pasábamos tardes enteras jugando al Pro Evolution Soccer y Jaime, que es muy buen fisonomista, se editaba a todos los jugadores con las caras de la gente del bar.
“Da para escribir una novela. Algún día lo haremos”–; entre las aficiones deportivas destacaba por encima de todas una: el fútbol. “Somos muy futboleros. Podemos pasarnos horas y horas en un bar, al principio muy lúcidos y luego no tanto, hablando de fútbol”, explica Miguel.
Los borrachos, los camareros…”. “Jugábamos en plan ‘Pásale a Roi, que es buenísimo’ y Roi era el camarero ceilandés”, explica Jaime por alusiones. “Valeriano, que era el dueño del bar, era el portero y luego había situaciones muy curiosas a lo largo del partido, como, por ejemplo, gritar ‘¡golazo de Mirna!’, que era la camarera filipina. La verdad es que era un currazo hacerse todo eso”. Después de años diseñando juntos campañas de publicidad, la empresa decidió prescindir de los servicios de Miguel y los amigos dejaron de verse con tanta frecuencia. Al menos durante algún tiempo. Días, más bien. “Una semana más tarde de que me despidieran, Jaime me llamó diciendo que se aburría mucho y presentó su dimisión”. Sin trabajo a la vista pero con tiempo de sobra, Miguel y Jaime decidieron emplearlo en desarrollar juntos esos proyectos de los que habían hablado miles de veces pero que no se habían llegado a concretar. Por ejemplo, una novela gráfica que, como no podía ser de otra forma, hablaría de fútbol. “La idea inicial era que el libro fuera un cómic en el que el texto fuera muy anodino.
Escribí el principio de la historia y, cuando se la enseñé a Jaime, me dijo que siguiéramos en esa línea en la que el texto era lo principal y la ilustración, secundaria. Así lo hicimos”, recuerda Miguel. El resultado es ¡Han atropellado a Irureta! (Modernito Books), un libro ambientado en 2007, localizado en un Madrid pre crisis y rebosante de humor y situaciones delirantes, en el que texto e ilustraciones encajan a la perfección, dando lugar a un conjunto inclasificable, en el que el fútbol atraviesa toda la narración, empezando por el título. “Elegimos a Irureta porque nos cae muy bien.
» MODERNITO BOOKS Muestra de la cuidada edición de esta pequeña y valiente editorial.
Cualquier otro jugador de los años 70 no es tan conocido como él. Sin embargo, Irureta, con ese bagaje como deportista, como entrenador, con ese aspecto de Woody Allen del fútbol que le cae bien a todo el mundo, era perfecto. Además, su nombre sonaba muy bien en el título y eso también era importante”, comenta Jaime.*