Rubén Ventureira.- “La señorita Irene González es bella, de una belleza atezada por las brisas iodadas de Riazor y por el polvo de los campos de juego. Nosotros cometimos la tontería de decírselo y ella nos miró entre extrañada y molesta (...) La gracia de Monna Lisa no puede florecer en una Agustina de Aragón del balón esférico”. El que lanzó el piropo, y recibió como respuesta una contundente mirada, fue el periodista y escritor Manuel Hermida Balado. El que lo recibió, una mujer de la misma estirpe que María Pita, heroína coruñesa por excelencia. Ocurrió 97 años antes del famoso piquito. Fue en julio de 1926 en Monforte de Lemos (Lugo).
Esta anécdota ilustra sobre el carácter de una mujer de cartas boca arriba, la primera que cobrará por jugar al fútbol en España, una cría nacida el 19 de marzo de 1909 en A Coruña, una ciudad de poco más de 62.000 habitantes que en esos comienzos del siglo XX es uno de los principales focos futbolísticos del país.
IRENE» Imagen de archivo con el Orillamar en 1925. Archivo CD Orillamar.
Crece sin referentes femeninos. Con toda seguridad, Irene no ha oído hablar de las catalanas del Spanish Girl’s que en 1914 fueron las pioneras del fútbol en España. Y mucho menos de las andanzas balompédicas de las británicas, las francesas y las belgas, que son las que más practican el football en el continente. Y como no existen tales referentes, su icono es masculino: El Divino, Ricardo Zamora, portero sublime, héroe de la plata de Amberes, al que tendrá ocasión de ver en directo en el Parque de Riazor en 1924. De él copiará la superstición de cobijar un muñeco-mascota en la portería a defender. *