Diego Barcala.- Estoy en un avión camino de Mánchester para pasar tres días con un artista urbano del que apenas sabía nada hace un mes. Hoy hay elecciones y he votado por correo. Cuando le dije a Juancho Marqués que se acordara de votar me contestó: “¿Puedo votar a Luka Modric?”. Pensé: este viaje va a molar.
Cambié mi forma de pensar,
drástico
No se puede borrar lo que ya
está escrito
Esta historia acaba en Old Trafford, con dos flipados del fútbol pisando el césped de Eric Cantona, de David Beckham y del taconazo de Fernando Redondo. Pero en realidad empieza mucho antes, cuando la marca de whisky Chivas Regal nos propuso hacer un reportaje sobre el partido que organizan cada año con personas influyentes de todo el mundo en el campo del Manchester United. La propuesta es tan divertida como desoladora para un cuarentón como yo. Antes me invitaban a estas cosas a mí, ahora nos piden que busquemos a alguien que signifique algo para los jóvenes. Es lo más cerca que he estado de una retirada del fútbol.
OLD TRAFFORD» Juancho en Mánchester. Foto. Chivas Regal
Sin embargo, la experiencia de conocer a Juancho y sumergirme en su música durante un mes en el coche, en el tren, en casa, con mi familia, con mis amigos… ha sido una experiencia vital contra mis prejuicios culturales. Una lección de vida en toda regla. Hay pocas sensaciones más placenteras en la vida que el descubrimiento cultural. Cerrar un libro y querer leerlo todo de esa autora. O en este caso quitarle el polvo a mi algoritmo de Spotify, paralizado en las canciones de The Beatles, Andrés Calamaro, Quique González o decenas de cantautores y artistas Indies. Nada más allá del siglo XX. Conservador no, lo siguiente.
Dejó la puerta abierta a luz de una visión desgastada
Viajó por el desierto y vio a todos sus recuerdos correr
A veces se pregunta quiénes fueron los que estuvieron al lado
De todos los que quedan a cuántos nunca volverá a ver
(El faro)
ENTRENAMIENTO» En el centro de su hermano Jaime. Foto: Clara de Toro.
Como decía, nada sabía apenas del rap y del estilo de música de Juancho Marqués hace apenas unas semanas. La potencia de su arte se presentó el primer día de rodaje. Quedamos para rodar un vídeo con su equipo de amigos de Aranjuez. El Ventacons-Bar Juani juega contra el Newtean (sí con N) a primera hora primaveral en El Pinar. Juancho nos advirtió de que el día anterior tenía un bolo.
Con esa actitud que gasta de antihéroe imaginaba una sala con cientos de espectadores, quizá algún pequeño concierto underground del mundillo del rap. Sin embargo me encontré al despertar en sus redes un vídeo con su aparición en el escenario del Palacio de los Deportes y a una marea juvenil gritando “¡Juaaaancho, Juaaaancho!”. Es inevitable la pregunta: ¿pero qué me he perdido aquí? Y una preocupación, ¿En qué circunstancias va a venir este hombre a jugar al fútbol?
Pero Juancho se presenta puntual, con dolor en el cuello por haber dormido poco y acentuando su personalidad de tipo corriente.
-¿Mucho lío anoche?
-No, fui al bolo y me piré porque era la comunión de mi sobrino.
¿Qué clase de estrella de la música se va de un backstage de un concierto masivo en el que acaba de ser aclamado porque tiene la comunión de un sobrino?
El mismo que cuando le propusimos jugar el 28 de mayo en Old Trafford dijo: “Tengo un bolo el día anterior en Ourense pero si no hay vuelos lo suspendo. Me da igual. Old Trafford”. Un enfermito del fútbol como todos nosotros.
HIELO. La prueba final previa a Mánchester. Foto. Clara de Toro
“Mi gremio es peligroso. Se te puede ir la olla fácil. Por eso sigo viviendo en Aranjuez y me gusta seguir con mi vida de siempre”, analiza con la sencillez casi del tópico un tipo de 36 años que no tiene nada de simple. Con apenas dos cañas salta de una referencia cultural a otra como el que navega por Instagram. Su libro de referencia es ‘La era del vacío’, del filósofo francés Gilles Lipovetsky, un ensayo fascinante que en 1983 adelanta al detalle cómo es la sociedad posmoderna, desideologizada, hedonista, profundamente individualista y controlada por la sociedad de consumo. “Es la hostia”, resume Juancho. *
*Lee el reportaje completo en la edición de verano de Líbero.