Kempes: «Mi fichaje por el Valencia fue una compra por internet»

El Matador es una leyenda del Valencia. Su melena sobre la senyera es un símbolo de los años 70 y 80 en Mestalla. Hoy vuelve un equipo ilusionado de nuevo y Kempes recuerda en Líbero cómo fue su fichaje por el Valencia desde Rosario Central. Nadie le había visto jugar.
Álex de Llano.- Mario Alberto Kempes (1954, Argentina) habla con total sinceridad. Su pasión al expresarse es similar a la que derrochaba sobre el césped. Durante la entrevista ríe y, pese a que nos atiende entre médico y médico, no duda en dedicarnos todo el tiempo del mundo. "Estoy bien, estoy bien", comenta. En los últimos meses su estado de salud ha sido noticia, pero le quita hierro al asunto como si se tratara de un tema banal. Reside en Connecticut, Estados Unidos. Es uno de los analistas futbolísticos más respetados del país. Poco queda del Kempes melenudo, con las medias bajadas y sin espinilleras. Los años han pasado y ahora luce un peinado que permite ver un rostro que permaneció escondido durante su carrera. 


Llegó a España como un desconocido y se convirtió en un mito. Es uno de los jugadores más carismáticos que ha vestido la camiseta del Valencia CF. Los títulos y los 173 goles que marcó para el conjunto ché le convierten en leyenda viva del club. El Matador fue el ícono del primer Mundial que consiguió Argentina. Sus tantos dejaron un recuerdo inolvidable. Su imagen con la melena al aire, los brazos estirados sobre los rivales naranjas por el suelo y gritando el gol ha quedado grabada en la retina de prácticamente todos los aficionados al balompié. No diga Kempes, diga gol.

¿Cómo se produjo su llegada a Valencia?
Estaba haciendo el servicio militar. Jugaba en Rosario Central. Entonces Pasieguito, que era el director deportivo del Valencia, habló con el presidente para que me dieran permiso para ir a probarme a España. Él no me había visto jugar nunca, me conocía de las revistas de El Gráfico, ni siquiera había visto un gol mío. Podríamos decir que fue una compra por Internet, una compra a través de las revistas. En Rosario tuvieron que hacer una votación para ver si permitían que me fuera. Salió que sí y me fui a Valencia con Pasieguito sin que él supiera si yo era diestro, zurdo, si jugaba bien con la cabeza… 

«En Rosario tuvieron que hacer una votación para ver si permitían que me fuera. Salió que sí y me fui a Valencia».

¿Fue llegar y besar el santo? Consiguió dos Pichichis prácticamente consecutivos…
Hasta el primer partido de liga fue complicado. Se notaba el cambio de horario. La comida no tanto porque era muy similar a la de Argentina. Me costó adaptarme a los compañeros en esos primeros días. Apenas llevaba una semana con ellos y ya jugué el Trofeo Naranja. En aquel partido no salió nada bien. Todavía lo recuerdo, aunque hayan pasado muchos años. Contra el Celta, en el primer partido de Liga, después de haber entrenado ya dos semanas con mis compañeros y haberme acomodado más a la ciudad, sí que mostré una mejor versión. Marqué dos goles, ganamos. Todo salió bien. Me resarcí de mi error. Ahí empezó a mejorar la cosa.

Su primer título en Valencia fue la Copa del Rey contra el Real Madrid en el 79.
Estaba Stielike en el Real Madrid, fue en el Vicente Calderón, en cancha del Atlético de Madrid. Nosotros teníamos a Rainer Bonhoff que era un animal. Ellos dos corrieron una barbaridad. Los otros veinte que estábamos sobre el césped nos parábamos para ver cómo corrían. Creo que ese día hicieron 10 o 15 kilómetros cada uno. A ellos no se les decía que tenían tres pulmones, yo creo que tenían mínimo cuatro.

¿Es la Recopa del 80 contra el Arsenal uno de sus mejores recuerdos con el Valencia?
Claro… En ese partido, en Bruselas, Don Alfredo (Di Stefano) me dice: “Mario, tienes que jugarme de 9”. Yo le dije una burrada, le dije que hacía diez años que no jugaba de 9, que ya no me acordaba, que no sabía hacerlo. “Necesito que lo hagas, porque si estás ahí, seguro que tres defensores suyos van a ir a por ti y vas a dejar a otros compañeros tuyos más liberados”, me dijo. “Alfredo, me estás matando”, le respondí. Me pidió que me sacrificara y lo hice. Pasé un frío terrible, apenas me moví en esa posición de centrodelantero. Ganamos por penales y aquello quedó en una anécdota. Además, fallé el penal. Estuve en la final, pero apenas la jugué.

Aquel Valencia en el que usted estuvo fue uno de los mejores.
Había mucha calidad: Bonhoff, Solsona, Felman, Pereira, Carrete… Lo de Rainer era increíble. Ha sido uno de los grandes equipos que ha tenido el Valencia. Las exigencias eran otras, había cambiado la mentalidad. Ya no bastaba con ganarle al Madrid y al Barcelona. Las épocas pasan y hay que buscar nuevos objetivos.

En España jugó también el Hércules.
Fue lindo, me fue bien. Nos salvamos en esa temporada ganándole al Madrid en Madrid. Ellos salieron campeones y nosotros nos salvamos, así que todo salió bien. No sé quién estaba más contento, si ellos o nosotros… Pero sí, lo recuerdo como un año muy lindo. Había que luchar por no descender y lo peleamos hasta el final. El fútbol tiene estas cosas. Menos mal que ellos no necesitaban ningún resultado… Lo celebramos como un Mundial. El otro recuerdo lindo o agradable que tengo de aquella etapa es el gol olímpico que le hice al Pato Fillol. Yo no hacía goles olímpicos y se lo hice al Atlético de Madrid en cancha del Hércules.