Rodrigo Marciel- El 9 de noviembre de 1989, el muro de Berlín deja de separar a Alemania y se pone fin a uno de los símbolos más importantes de la Guerra Fría. Meses después, la República Federal consigue el Mundial en Italia, última vez que los alemanes se instalan en el éxito en una Copa del Mundo. Las barreras políticas, económicas y sociales tardarían años en derribarse y eso también afectó de una u otra forma al fútbol doméstico. La Bundesliga, que cumplió en 2013 cincuenta años, escenifica ahora la imagen del cambio y la modernidad. Los niños que crecieron en los primeros años de la Alemania unificada han sido estrellas de un país distinto a ras de césped. Jugadores como Özil (1988), Khedira (1987), Boateng (1988) o Podolski (1985), internacionales todos ellos, fueron parte fundamental de la selección germana.
Orígenes distintos de una Alemania con un nuevo aire en todos los sentidos. Lejos del vetusto fútbol de la campeona de la Eurocopa del 1996, Alemania entiende desde principios del siglo XXI que esa mezcla racial es la base para nuevos éxitos. Christian Seifert es Jefe Ejecutivo (CEO) de la Bundesliga y reúne en Madrid (con motivo del 50 aniversario de la liga) a varios periodistas para dar a conocer las virtudes del campeonato al que representa. Uno de los nombres más citados en la reunión es Jürgen Klinsmann, leyenda del fútbol germano que se atrevió a dar muchos pasos al frente en momentos de dudas. En la Eurocopa de 2004, Alemania llega al ridículo máximo tras no pasar de la primera ronda en la fase de grupos. Klinsmann asume el cargo poco después y en sólo dos años le cambia la cara a su selección. Rejuvenece de forma radical la lista de convocados, resta de privilegios a algunos sectores de la prensa y sobre todo apuesta por un giro futbolístico mucho más creativo y alejado de la tradicional rigidez alemana.
Christian Seifert es Jefe Ejecutivo (CEO) de la Bundesliga y reúne en Madrid (con motivo del 50 aniversario de la liga) a varios periodistas para dar a conocer las virtudes del campeonato al que representa
El resultado es la selección que luego ganó el Mundial, con el que fuera asistente de Klinsmann como seleccionador desde 2006 por renuncia del ahora técnico del Hertha. Joachim Löw continuó con la fórmula que pocos se atreven a cuestionar pero que Klinsmann tuvo que defender casi en soledad, luego siguieron Klopp, Túchel o ahora Nagelsmann. La Bundesliga también cambió y vio en la selección el espejo donde mirarse o quizá fue al revés. Entre 2002 y 2013, la media de goles en el campeonato alemán era de 2,86 por partido. Este dato es más importante si cabe cuando se comparaba con Inglaterra (2.64), España (2.68) o Italia (2.58). El aspecto en las gradas también estaba siendo tan bello como un caño de Mario Götze o un disparo de Bastian Schweinsteiger. Impactante es saber que la Bundesliga recogió la media más alta (45.116 aficionados de media por partido) de un evento deportivo en cualquier rincón del mundo. Sólo por debajo de la NFL, (67.591) en datos recogidos en la pasada década.
🏟 El BORUSSIA-PARK se sigue llenando 💚
— Borussia (@borussia_es) May 6, 2020
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Las gradas del Borussia Möenchengladbach se van a llenar de siluetas en forma de cartón para simular un estadio lleno.
Para Klinsmann y para otros muchos defensores de la nueva Alemania, el éxito se ha basado en la inversión en educación. Un país más tolerante, donde las diferentes culturas suman en lo futbolístico sin negar que muchas barreras culturales aún deben superarse. Todo equipo que forme parte de la Primera División alemana o de la Segunda debe tener una Academia definida, una cantera con unas reglas reguladas por la Bundesliga para asegurar un crecimiento en el futuro. Muchos clubes de España o Italia serían incapaces de mantenerse hoy en día bajo esa fórmula. Pilares básicos que son la guía fundamental para entender la fuerza del campeonato alemán en la última década.
Bodo Illgner, campeón del Mundo con Alemania en 1990 y uno de los porteros más importantes de la historia del país, tiene claro el origen del crecimiento. “La decisión de imponer escuelas en cada equipo sumado al talento de jugadores ‘multinacionales’ como Özil, Klose o Podolski lo explican todo”. Una vez llenados los estadios (ahora cerrados por la crisis), cambiado el estilo de juego y más que saneada la economía sólo queda comprobar que el trabajo tiene sus resultados. La final alemana de la Champions League (Bayern-Dortmund 2013) fue también fruto de este cóctel de decisiones que tienen como meta hacer de la Bundesliga la liga más fuerte del mundo. Los momentos más evidentes del crecimiento alemán han tenido en los clubes una clara referencia. El coeficiente UEFA reflejó el bajón del fútbol italiano arrebatando la cuarta plaza para la Bundesliga.
Cierto es también que el Bayern posee gran parte de ese potencial pero otros conjuntos deberían dar el salto ya, caso del Leipzig con una buena actuación en Europa
Alemania pasó a tener de tres a cuatro equipos con posibilidad de jugar la Champions y los resultados han ido dando poco a poco la razón a la inversión de la última década. Cierto es también que el Bayern posee gran parte de ese potencial pero otros conjuntos deberían dar el salto ya, caso del Leipzig con una buena actuación en Europa. Como ya es sabido, grandes empresas tienen su sede en el país teutón y muchas con equipos como símbolos. Bayer en Leverkusen o Volkswagen en Wolfsburgo son claros ejemplos que deberían tener muchos más resultados en el césped en las próximas temporadas (Qué decir de Red Bull). Otros, como el Eintracht Braunschweig, que fue el equipo del Jäggermaister (famoso licor de moda alemán) ha gozado de patrocinadores tan potentes como Seat.
Si todo marcha con normalidad, más posible que una cesión del Bayern es que los demás hagan de su saneamiento económico una realidad en el campo como puede ocurrir tras la llegada de Haaland. Estamos, por tanto, ante una revolución silenciosa cada vez más patente pero que necesita de más títulos en el viejo continente. El fútbol no puede escapar de la crisis y si Alemania lleva trabajando tiempo en este deporte es porque sabe dónde invertir. Raro será que Inglaterra y, sobre todo España, no cedan también ante el dominio como hace ya tiempo lo hizo Italia. La maquinaria alemana, perdonen el tópico, está en su momento y es el mejor campeonato para luchar contra el COVID-19.